"(...) Los independentistas siempre han tenido un relato poderoso. La
defensa del derecho a la autodeterminación con una impecable
movilización pacífica que solo buscaba expresar sus postulados en una
votación democrática era difícilmente rebatible. Imbatible. Pero la
pelea por la legitimidad hoy la han perdido al situarse en el mismo
lugar de soberbia antidemocrática que otorga ejercer la mayoría absoluta con desprecio a las minorías representadas por la oposición.
Expresar como argumento que han tenido que saltarse la ley porque no
les han dejado otra opción desde el Estado español puede servir para
cerrar filas y autojustificar su abuso de poder, pero no es defendible
para unos dirigentes que deben ceñirse de forma escrupulosa a la ley y
los procedimientos. La desobediencia civil es un derecho de la
ciudadanía para defenderse de leyes injustas, pero no es un concepto al
que acogerse desde el Govern y la mayoría absoluta del Parlament. (...)
No es tolerable pedir a la oposición que despache las enmiendas a una
ley que afecta a la soberanía propia y ajena en dos horas mientras se
está realizando la sesión de control al Govern. No si quieren dotarse de
legitimidad para la creación de un nuevo Estado que deje atrás las
malas prácticas de aquel del que se quieren separar. (...)
El pleno de la ruptura, al menos, sí que lo ha sido del grupo
parlamentario Catalunya Sí Que Es Pot. La formación sufrió una implosión
en directo en medio del debate cuando Joan Giner pidió a Carme
Forcadell compartir la intervención de su portavoz, Lluís Rabell. La
reclamación fue ignorada por su propio compañero entre voces del
parlamentario de su mismo grupo, Joan Josep Nuet.
La escenificación de
la ruptura se produjo cuando el grupo parlamentario se fue del pleno en
el momento en el que su portavoz comenzó la intervención. La atomización de la izquierda no podía faltar en un debate en el que se establecen los términos de una separación. (...)
El conflicto catalán se ha convertido en un enorme hombre de paja
construido con mentiras, manipulaciones y adaptaciones de la realidad
que permiten encajar la visión particular de cada uno en su propio
puzzle. Una representación semántica de los caníbales de Dalí en la que
el retrato del adversario no es más que una caricaturización grotesca de
los presupuestos ajenos para no tener que argumentar ni contraponer
ideas. Los espejos cóncavos de la calle del gato han adquirido forma de
televisión, de editorial impreso o de teatralización parlamentaria. Y
qué feos salimos todos." (Antonio Maestre, La Marea, 07/09/17)
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