"(...) Los políticos catalanes que defienden la viabilidad económica de la independencia anticipan un país de Nunca Jamás y el plan de financiación ni está ni se le espera.
En el país de Nunca Jamás de Artur Mas la independencia sería amistosa y
pactada con España y Cataluña mantendría el mismo estatus jurídico en
Europa que disfruta en la actualidad. Tras lo acontecido en las últimas
semanas muchos han aterrizado a la realidad.
En el País de Nunca Jamás 2.0 de Puigdemont y Junqueras, los
catalanes son tan importantes que el resto de socios europeos
mantendrían a Cataluña su estatus jurídico actual, a pesar de la
resistencia de España. Es la misma tesis de los defensores del brexit.
Los británicos han descubierto ya que era falso; que el proceso durará
varios años y que su poder de negociación está próximo a cero.
Una
simple ley que limite la operativa financiera en la City de Londres por
empresas y bancos pertenecientes a la Unión Europea provocaría una
crisis financiera y una depresión económica en el Reino Unido.
A esto hay que añadir que todos los países tienen un problema territorial y aceptar la independencia de Cataluña abriría la caja de Pandora. (...)
Los estudios que defienden que la independencia no sólo no
tendrá costes, sino que los catalanes mejorarían su nivel de vida, están
basados en supuestos con una baja probabilidad de éxito. Lo mismo
sucede con las amenazas apocalípticas como las del ministro Guindos que
ha afirmado que el PIB catalán caería un 20% si se independizan. Los
economistas debemos ser honestos y reconocer que la incertidumbre es tan
elevada que no podemos pretender medir troncos de leña en balanzas de
precisión.
Los británicos tienen moneda propia, máxima calificación
crediticia, un banco central creíble y tipos de interés próximos al 0% y
eso ha permitido que se mantenga la creación de empleo. Cataluña no
tiene moneda ni banco central y su rating está próximo al de Grecia. La Generalitat no tiene acceso a los mercados internacionales de financiación desde 2010 y hay inversores deseando vender sus bonos en el mercado secundario pero no hay nadie interesado en comprarlos.
Otro problema sería cómo financiar la deuda externa,
especialmente las deudas bancarias. Los bancos catalanes deben a
empresas y familias 2,5 veces el PIB catalán, la mayoría son residentes
en la comunidad. Por no perder el sentido de la magnitud, Lehman
Brothers tan sólo tenía pasivos por el 4% del PIB de EEUU y Bankia del
30% del PIB español.
Los banqueros catalanes explican a los inversores
internacionales que no habrá independencia. Los inversores les creen o
de lo contrario los precios de sus acciones en Bolsa se habrían
desplomado, algo que no ha sucedido. Los bancos catalanes explican
también que incluso tras la independencia podrían acceder al BCE. Pero,
como acabamos de comprobar con Banco Popular, ni el BCE puede evitar la
quiebra de un banco si hay una fuga de depósitos.
Conclusión: la incertidumbre de cuál sería el estatus
jurídico de una Catalunya independiente es tan elevada que no es posible
responder a la pregunta de su viabilidad con precisión. Lo prudente es advertir que existen cisnes negros, como aprendimos tras la quiebra de Lehman. Y que aunque la probabilidad de éxito sea pequeña sus efectos
provocarían más infelicidad a los ciudadanos catalanes y del resto de
España. (...)" (José Carlos Díez , Cinco Días, 25/09/17)
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