"(...) Resulta fácil buscar enemigos cuando la crisis golpea con saña las
condiciones de vida de las clases populares y cuando el Estado es débil
en su obligación de servir a la mayoría social.
El discurso de señalar
“al de fuera” funciona, sobre todo, para que los de abajo se peleen
entre ellos. Se ha dado con el complejo brexit y con la
ultraderecha representada por Trump en los Estados Unidos, así como con
otros monstruos políticos que acechan esperando su oportunidad en
Europa.
La distorsión manifiesta del “derecho a decidir” pretende hacer
pasar por democrático un clarísimo sufragio censitario e identitario,
aludiendo a una supuesta opresión que no consta en estadística alguna y
que constituye un fraude contra la justicia social, que debería ser,
para todos, la finalidad de todo sistema democrático.
Cierta
izquierda ha decidido jugarse todo a una República de Cataluña
socialista y solidaria, confiando en que el proceso se desborde y
produzca en España el advenimiento de la Tercera. Otro delirio. El tan
mentado derecho a decidir abre un camino sin retorno que solo aceptará
el “sí” como única respuesta, el 1-O o cualquier fecha futura, y que
abrirá la vía a otras regiones o, peor, a partes de ellas.
Que no nos
engañen más: los conflictos identitarios esconden una lucha fratricida
entre capitalistas por hacerse con una mayor parte de unos beneficios
que se tornan escasos y a unos políticos mayoritariamente corruptos que
pretenden tapar sus miserias.
¿En qué posición deja esto la defensa y la
lucha de los derechos sociales y a los partidos de izquierda?
(...) ¿es coherente apoyar una salida de Cataluña enfrentando a las clases
populares entre sí? ¿Cómo explicaría la izquierda a las clases
populares españolas los recortes que los servicios públicos sufrirían
para ajustarse a una situación en la que casi una cuarta parte del PIB
se ha esfumado de la noche a la mañana?
El problema de las clases
populares de todo el Estado español es el euro, la subordinación a unas
instituciones que limitan el gasto público necesario para que exista
pleno empleo, abriendo con el malestar social resultante la puerta a
este tipo de conflictos. En este asfixiante marco en el que se obliga a
los de abajo a enfrentarse entre ellos por las migajas que este sistema
reparte, no hay espacio para políticas económicas progresistas.
Sin
soberanía monetaria, la política fiscal está atada de pies y manos a la
disciplina de “los mercados”, del gran capital financiero, contra el que
no existe derecho a decidir alguno. La soberanía que la izquierda
reclama está en Europa y no en España, y si mañana Cataluña se
independiza dentro de las mismas reglas del juego, dejará huérfanas a
las clases populares catalanas y españolas. La independencia, la
autonomía real, llegará cuando apuntemos a Bruselas y no tanto a Madrid.
El sol y el dedo que lo apunta. Esperemos que no nos ciegue." (Esteban Cruz Hidalgo y Andrés Villena Oliver. Miembros de Red MMT. Econonuestra, Público, 24/09/17)
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