"(...) 1.3.¿Tan difícil es asumir para la izquierda soberanista catalana
un eslogan como el siguiente: “¿Referéndum secesionista? No al derecho a
dividir”? ¿Y para el resto de la izquierda española?
2. Digan
lo que digan cuando toca quedar bien en ambientes-territorios comanches
para ellos, el movimiento secesionista catalán, en sus sectores más
hegemónicos, es profundamente antiespañol. Basta escuchar algunas de las
“reflexiones” de Forcadell o las del anterior presidente del Òmnium
Cultural, Joaquim Torrà.
Hay muchos más ejemplos. España, para ellos, es
una cárcel de pueblos y la guerra civil, tesis de alguno de sus
historiadores, una guerra contra Cataluña. En el fondo, García Lorca (si
se le conoce) es igual (exagero un poco) que Queipo de Llano. Ambos
españoles.
2.1. ¿Cuántas veces ha denunciado esta barbaridad,
plantando cara, de frente, las fuerzas de izquierdas de Cataluña? ¿Cómo
podemos oír eso de que “los españoles son unos cazurros”, como ha dicho
un insigne catedrático de la UPF, y no levantarnos en pie de rabia e
indignación? (...)
3. El secesionismo catalán construye falsamente una línea de
demarcación imposible de aceptar por la izquierda que no haya perdido
sentido y orientación básica: quien no está con nosotros es un traidor,
un botifler y un españolista (en ocasiones, fascista, neofranquista o
profundamente reaccionario-carcamal).
¿Se imagina la izquierda del resto
de España el trato que recibirían muchos ciudadanos catalanes no
nacionalistas en una Cataluña con estado propio y a su aire? No es
broma, no es broma, no exagero estúpidamente para crear mal clima. La
inversa, por supuesto, no es cierta. En general, nadie atropella a nadie
por defender sus sentimientos de catalanidad.
4. Toda voz
crítica contraria al nacionalismo es marginada en Cataluña y tildada
inmediatamente de cualquier manera despectiva. A los federalistas nos
llaman unionistas, no apelando a la historia de Estados Unidos del XIX
sino a la relación Irlanda del Norte-Inglaterra.
Nos insultan
simplemente con la designación que nos otorgan. Las redes están llenas
de descalificaciones. Algunas, que no son pocas, vomitan odio. Es así,
no me paso de la raya.
5. Todos los medios de
comunicación-intoxicación catalanes, todos sin excepción, están al
servicio de la gran causa. Incluso en sus exitosos programas de humor,
Polònia es un ejemplo (¿divertido?), su sectarismo es manifiesto. Las
voces críticas o no existen o tienen una presencia testimonial (para
aparentar diversidad y pluralismo).
No hace falta comparar. No se trata
de decir, como a veces se ha dicho, que la Televisión de Aguirre fue
peor. Tal vez sí. Pero está no es neutral, ni equilibrada, ni sosegada
ni nada de eso. Alimenta con toda su fuerza y programas la cosmovisión
separatista, venga o no venga a cuento.
6. La cultura catalana,
para ellos, para el mundo secesionista, excluye cualquier manifestación
en castellano. Núria Feliu, por supuesto, es parte de esa cultura
(ningún problema); no lo es, en cambio, Miguel Poveda. Gil de Biedma,
Carlos Barral, Juan Marsé, Manuel Sacristán o Francisco Fernández Buey,
en opinión de muchos de ellos, no digo de todos por miedo a equivocarme,
no forman parte de la cultura catalana. Son cultura española, sin más
matices.
7. Han cambiado la bandera del país: para ellos ya es la estelada,
la bandera secesionista. La senyera es de federalistas, trasnochados o
de gentes que no se enteran de nada. Ya no vale. Rige la primera.
Algunos pueblos de Cataluña la muestran a la entrada. No por votación
popular. Lo ha decidido el consistorio. Por sus narices, por su
identidad sobrecargada y excluyente.
8.“España” es palabra
prohibida en el lenguaje secesionista. Plou en Vic y nieva en el Estado
español, se dice en los informativos. Los sectores de izquierda
soberanista hablan del mismo modo; también, incomprensiblemente, líderes
y cuadros de izquierda en numerosas ocasiones, especialmente cuando
intervienen aquí y se dirigen a los ciudadanos de Cataluña.
No hablan de
España sino de Madrid o del Estado español, sabiendo que no son, desde
luego, uno y lo mismo. ¿Cómo iban a serlo? No importa. Machacan y
machacan una y mil veces. Jamás hablarían del mismo modo refiriéndose a
Cataluña.
8.1. ¿Una izquierda española que se dice federal no ve con eso con fuerte desasiego? (...)
11. Se está dejando a la derecha vieja y nueva la defensa de las
posiciones, sentimientos, creencias y vindicaciones de una parte muy
importante, y ampliamente mayoritaria, de las clases populares y
trabajadoras catalanas que, desde luego, no están por la ruptura de
nuestro demos común, y a las que no se les puede tildar, sin más, como
se hace una y mil veces, de reaccionarias o de españolistas (de mierda
en ocasiones).
11.1.¿No es este, no debería ser éste un asunto
central para la izquierda del resto de España? ¿No recuerda Pablo
Iglesias la que le cayó encima cuando en la campaña de septiembre de
1975 hizo referencia a algo tan básico, tan elemental, tan esencial como
los orígenes familiares o propios de muchos trabajadores catalanes? (...)
14. ¿Hay alguna duda de que durante el tricentenario, el mundo
secesionista, con la ayuda de algunos reconocidos e intocables
intelectuales orgánicos de izquierda, que jamás pueden ser criticados
sin correr el riesgo de excomunión, intentó transformar una guerra de
sucesión dinástica -¡dinástica!, ¡de realeza!- en una guerra de secesión
(España versus Cataluña, Cataluña versus España)? Si no la hay, y es
difícil que pueda haberla, ¿por qué no extraer conclusiones? (...)
18. La izquierda ha interiorizado, crecientemente, valores y formas de
decir del mundo nacionalista. Un ejemplo: 31 de mayo, 19:30,
concentración en Barcelona a favor de la revolución bolivariana y en
contra de la injerencia (la contra venezolana, acechado muy cerca).
Encuentro con un compañero-amigo sindicalista, activista de largo
recorrido en un sindicato de los no mayoritarios. Lleva una camiseta con
un lema. El lema: “Yo no escogí nacer catalán. Tuve esta suerte”. ¿Cómo
le llamamos a eso? ¿Cómo se les ha quedado la cara? (...)
En síntesis: ¿qué idea de España tiene la izquierda del resto de España y
la izquierda catalana? ¿Estamos o no estamos por un demos común? ¿Lo
rechazamos porque lo apoyan PP, PSOE o Ciudadanos? ¿Esa es la posición?
¿Vale hablar de España cuando se está en Sevilla pero no queda bien
hacerlo cuando se está en Barcelona o Gerona? ¿No se habló de Patria
común el pasado sábado 20 de mayo en el mitin de Madrid organizado por
Podemos? ¿En qué quedamos? (...)
La pregunta sigue abierta: ¿por qué la izquierda del resto de España no
escucha ni atiende a estas consideraciones de una izquierda a la que
debería sentirse muy unida? ¿Por qué se alimenta en exclusiva del decir y
pensar secesionista o nacionalista de colectivos de la izquierda
soberanista catalana? Algunas conjeturas:
1. Por las dificultades para
revisar un principio -considerado un axioma no revisable- tal central
como el derecho de autodeterminación.
2. Por la facilidad con que
solemos pensar vía negación (si el PP dice A, no-A es verdadero).
3. Por
las alianzas políticas con el mundo soberanista catalán, lleno de
ambigüedades y, también, de mucha voluntad de poder. Quieren mandar en
Cataluña, lo más pronto posible; lo han dicho ellos, no lo digo yo.
4.
Por el peso de los grandes líderes, precisamente cuando se habla de
nuevo de “nueva política” o de “nuevas formas de hacer política”.
5. Por
el manifiesto olvido de la tradición republicana española.
6. Por los
40 años de dominio hegemónico cultural nacionalista sin apenas
resistencia.
7. Por la marginación de las voces disidentes en la
izquierda.
8. Por la narrativa que se ha ido imponiendo en estos últimos
años. Podemos seguir, lo dejamos aquí. (...)" (Salvador López Arnal , Rebelión, 03/06/17)
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