"(...) El manifiesto al que se hacía referencia en el punto 1 lleva por
título “Fraternidad, unidad y solidaridad”. Se presentó el pasado
miércoles 21 de junio, miércoles, en Barcelona, en el Colegio de
Periodistas. Son 11 puntos en total. Los siguientes:
1. La
preocupación creciente por las consecuencias del proceso secesionista
catalán iniciado hace unos años hace necesarias la clarificación y la
movilización de quienes desde posiciones democráticas y cívicas
apostamos por evitar la ruptura entre el demos común formado por
quienes vivimos y viven en Cataluña, con quienes vivimos y viven en el
resto de España.
2. Entendemos que no se están
valorando los costes reales de establecer diferencias irreales entre las
vivencias e intereses comunes de los más. Creemos que es socialmente
nocivo enfrentar deliberadamente diversidades culturales mixtas y
enriquecedoras que han conformado una sociedad plural y mestiza.
3. Afirmamos
que no hay ningún problema de opresión nacional en Cataluña.
Después de casi 40 años de gobiernos autonómicos, hegemonizados por
el nacionalismo catalán, no hay ninguna persecución, minusvaloración o
desconocimiento de los rasgos lingüísticos y culturales propios de
Cataluña.
Por el contrario, es la lengua castellana la que, en
determinados ámbitos, es considerada como lengua foránea de Cataluña.
En esos 40 años, las competencias y capacidades de gobierno de las
instituciones catalanas no han hecho otra cosa que crecer y consolidarse
en el marco de un estado profundamente descentralizado.
[Conviene
añadir que la centralización en Cataluña es, en cambio, moneda bastante
establecida. Barcelona es, básicamente, el centro de donde todo irradia
en .Cat].
4. Consideramos
errónea la reivindicación de la independencia, el referéndum, o el
denominado derecho a decidir, como derechos democráticos por sí
mismos. Son propuestas políticas que deben ser consideradas como tales,
no como derechos inherentes o debidos.
5. Llamamos la
atención sobre el origen real de la marea secesionista, la campaña de
los grupos más importantes de la burguesía catalana para reducir su ya
escasa tributación. Para lograrlo, pretenden establecer un inexistente
sujeto tributario, Cataluña, y de ese modo evitar la imposición
directa en función de la renta.
Asimismo, llamamos la atención sobre
la continuidad de esa marea, el proyecto de las élites locales de
consolidar un poder propio, ocultar la corrupción y las políticas de
recortes, y desplazar –como ellos mismos han reconocido– las protestas
sociales contra las agresiones antipopulares de los gobiernos de CiU y
de Junts pel Sí.
6. Sostenemos que los lazos de unión e
interés entre las clases populares de Cataluña y las del resto de
España, no solo son culturales, económicos, políticos y familiares.
Son lazos de fraternidad forjados a través de siglos de compartir un
mismo problema de opresión y un mismo combate por la emancipación y
los derechos.
El problema de una clase dominante común, cruel y rapaz,
que desde Barcelona y Madrid, Sevilla y Bilbao, Oviedo o Valencia
hambreaba a los trabajadores de toda España, forzaba su emigración,
les hacía morir en Cuba y Marruecos, les reprimía brutalmente tras la
victoria franquista.
Esa fraternidad común permitió resistir y
levantarse en la Semana Trágica de la Barcelona de 1909 o en la huelga
general de 1917, posibilitó la república de los trabajadores y la
resistencia contra el golpe fascista.
Esa fraternidad común unió y
organizó a trabajadores y trabajadoras venidos de toda España con los
que vivían en Cataluña, y conformaron juntos un sujeto común que
luchó contra el franquismo y contra las patronales, que además de
serlo eran y son profundamente xenófobas. Esa fraternidad común
facilitó la lucha contra la opresión nacional que sí existía durante
el franquismo, y lo hizo en plena sintonía con los trabajadores del
resto de España.
[Este punto, el 6, me parece, es
esencial. No se entiende que una persona de izquierdas, de aquí o de
allí, con las diversas identidades que lleve voluntariamente en su
mochila (no inamovible, no fijada para siempre) y en el orden que mejor
estime (también variable, también histórico), no lo suscriba, esté
alejado de él. Me parece incomprensible o un ejemplo doloroso de derrota
abismal de los valores de izquierda.
Añado
respecto a la última consideración de este punto 6: en plena sintonía
con los trabajadores del resto de España y de los trabajadores y
trabajadoras llegados a Cataluña desde otras comunidades españolas, que,
en algunos momentos que no fueron pocos, fueron vanguardia -escribo
bien: v-a-n-g-u-a-r-d-i-a- de la lucha contra la opresión cultural y
lingüística en Cataluña.
Lo pagaron -los López, los Fernández, los
Gutiérrez, los Buey, los Rodríguez, los Iglesias, también los Vendrell,
los Comorera, los Gil, los Valls, por supuesto- con detenciones y
cárcel. Basta mirar nombres y apellidos de detenidos en los archivos
policiales y en libros publicados].
7. Defendemos
que romper esa hermandad por causas como las que se esgrimen no es otra
cosa que entregar a los sectores populares, atados de pies y manos, a
las fuerzas neoliberales, que envueltas en la bandera invocarán a la
unión sagrada de Cataluña, dividirán a la ciudadanía por falsas
identidades o por apellidos verdaderos, y harán retroceder hasta lo
inimaginable las conquistas democráticas y sociales duramente
alcanzadas.
[Añado: Con el apoyo en este propósito disparatado de
fuerzas que se dicen de izquierdas e incluso revolucionarias. La CUP es
ejemplo destacado.]
8. Pedimos
a la izquierda política, sindical y social de Cataluña y del resto de
España que ponga en el centro de su discurso y de su práctica esta
cuestión: la fraternidad, la unidad, la solidaridad, nuestro demos
común. Que sea consciente del riesgo de ruptura entre las clases
populares en Cataluña y en el resto de España. Que sea consciente de
que si esa ruptura se llegase a producir, el discurso dominante sería
el del nacionalismo étnico y excluyente.
[Conviene abonar e
incluso generar, más pronto que tarde, una cultura federalista, una de
las tareas que ha abandonado o subvalorado cuando no menospreciado un
amplio sector de la izquierda. Aquí, en Cataluña, y el resto de España.
¿Cómo es posible que hablemos de estado plurinacional y no seamos
capaces de elaborar una moción para que pueda hablarse en cualquier
idioma español en el Congreso o en el Senado? ¿Por qué no un proyecto de
ley que haya al catalán, al vasco y al gallego oficiales en el conjunto
de la administración española?]
9. Pedimos
a los Comunes, a Podemos, a IU, al PSC-PSOE, a EUiA, a ICV, al
PSUC-VIU, al PCE, a CC OO, UGT y CGT, entre otros, que sitúen como
principal y repetido punto de sus objetivos el mantenimiento de la
unidad de las clases populares en Cataluña y con las del resto de
España.
Es decir, que dejen meridianamente claro que su primera
propuesta, su segunda y su tercera, es luchar por que no haya ruptura.
Hacer esto, que no se hace, trabajar por esto, que no se trabaja,
supondría quitar de la mano de esos nacionalismos étnicos y
excluyentes el control del discurso y poder reconducir una situación
cada vez más desbocada.
[La misma petición a otras fuerza y
sindicatos que se dicen radicales y transformadores pero que tratan la
cuestión catalana como si estuviéramos en el Angola portugués o en la
Argelia francesa y en momentos de máxima represión. Ya vale.]
10. En ese momento, esa mayoría progresista estaría en condiciones de exigir medidas razonables de salida a la crisis actual:
Que la Generalitat y el Parlament cumplan la legalidad y dejen en
suspenso sus planes para la desconexión, incluida la convocatoria de un
referéndum.
Que el Congreso de los Diputados, la
representación del demos común, aborde una reforma sustantiva de la
Constitución de 1978.
[Por supuesto, conviene, es necesario
concretar esa “reforma sustantiva constitucional” a la que hacemos
referencia. Una de las tareas de nuestra hora. No se trata de jalear los
oídos para que todo siga igual.]
11. No
queremos, no podemos, no debemos resignarnos a aceptar una ruptura que
puede traer consecuencias muy graves para la convivencia y el bienestar
de la gran mayoría de la población, tanto en Cataluña como en el
resto de España.
No queremos, no podemos, no debemos aceptar que los
responsables de la pobreza y los recortes, los ladrones de lo público,
laven su cara y sigan manchando sus manos con más sufrimiento añadido.
No queremos, no podemos, no debemos consentir la ruptura de la
confraternidad entre las clases populares, uno de los principales
valores de igualdad y solidaridad que nos permiten luchar, aquí y
ahora, contra la barbarie y la injusticia.
[El punto de cierre es muy hermoso. Los valores de la izquierda, desde siempre. Incluso su redacción es digna de remarcarse].
Les recuerdo el título del manifiesto: “Fraternidad, unidad y solidaridad”. (...)" (Salvador López Arnal , Rebelión, 01/07/17)
No hay comentarios:
Publicar un comentario