"Ángeles responde con una amplia carcajada que, lejos de trasmitir entusiasmo, encierra un monumental enfado. “Porque esto es África”, escupen sus labios. Pero no, esto no es el continente africano, sino la Ribera Navarra. Lo dice por el “abandono” al que está sometida la comarca por parte del Gobierno foral. “Somos tercermundistas”, denuncia.
El suyo es un sentimiento compartido
de forma unánime. Ella alude a África para poner rostro a la realidad
de la zona, pero hay muchas más denominaciones ‘oficiosas’ que cohabitan
entre la población: la Andalucía de Euskal Herria, el apéndice de
Aragón… Diferentes regiones que abarcan una misma hectárea: la de la “discriminación”.
La sensación general de abandono administrativo y de marginación con respecto al norte
viene muy de atrás. De “muchos años”. Son, afirman, tantos y tantos
años de desatención que el sentimiento navarro parece resentirse.
“Mejor
nos iría siendo de Zaragoza”, asevera Irene. “Es que sientes que no somos Navarra”,
justifica su marido, harto de que “toda la Ribera está abandonada” por
el Gobierno foral. “Pregunta, pregunta. A ver cuántos te dicen que
prefieren hermanarse con Zaragoza antes que con Pamplona”, interrumpe un
vecino al escuchar la conversación.
“Si los vascos quieren hacer una
consulta para independizarse, nosotros podríamos celebrar un referéndum para anexionarnos a Aragón”, bromea al respecto Carmelo, que lo tiene muy claro: “Esto no es Navarra”. Y no lo dice por falta de sentimiento navarro, que es "muy fuerte", sino porque se siente "expulsado" de su territorio.
El desequilibrio no sólo abarca el terreno de los sentimientos. La Cátedra de Investigación para la Igualdad y la Integración Social
(CIPARAIIS) de la Universidad Pública de Navarra puso nombres y
apellidos a esta realidad en 2014 con un informe de exclusión que sitúa a
la Ribera como la zona de Navarra que presenta la situación socioeconómica más desfavorable.
Dentro de las “muy importantes” desigualdades sociales que sufre la Comunidad Foral, la Ribera está bastante alejada de la media
en la mayoría de sus indicadores (desempleo o riesgo de pobreza) a
pesar de la juventud relativa de su población en el contexto navarro.
Esta situación se explica por la “significativa” proporción de población extranjera, que supone el 14%, la “propia estructura económica territorial”, basada en el sector agrícola y agroalimentario y el escaso peso de la industria, y la “falta de políticas públicas” acordes a las necesidades de la comarca. El paro se dispara en la comarca con tasas cercanas al 20% en algunos puntos, frente al 13-14% de media de la Comunidad Foral.
Pese a esta demoledora radiografía, poco o “nada” ha cambiado en una comarca que supera los 100.000 habitantes repartidos en más de una veintena de municipios.
Nadie entiende que, una vez conocidas estas severas desigualdades, la
Ribera siga siendo "la gran olvidada" de Navarra.
Por eso, el
sentimiento de desamparo que corre por las venas se ha acrecentado aún
más si cabe desde la llegada del Gobierno de Uxue Barkos,
que está “más preocupada” por las cuestiones identitarias que por
solucionar estas desigualdades. En vez de responder a los “verdaderos
problemas” de la comarca, los vecinos denuncian que su “única obsesión” es “imponer el euskera” en la enseñanza y la administración y que “los navarros traguemos con la ikurriña”. (...)
“Los colegios están como están y a Uxue Barkos sólo le preocupa imponer
el euskera en la educación”, prosigue esta vecina, que escupe fuego por
la boca cuando se le nombra a la presidenta. “Para ella Tudela no es Navarra”,
asevera. La “obsesión” del Gobierno foral por el euskera escuece mucho.
Una cosa, alegan, es fomentar el euskera y otra bien distinta es
discriminar o imponer.
“Han quitado el inglés para meter el euskera”,
protesta una mujer mientras señala a su afectada hija. “Es ridículo el
empeño por el euskera cuando no lo habla casi nadie”, afirma una joven.
Por lo pronto, el Ejecutivo de Barkos ha fracasado en su intento de implantar el modelo D en la Ribera, que está incluida en la zona no vascófona de la Ley Foral del Vascuence, por lo que el castellano es la única lengua oficial.
La indignación en la calle también se instala por el “excesivo” peso que Barkos pretende dar al euskera en el acceso a la Administración Pública
con un borrador de decreto foral que cuenta con el rechazo de los
sindicatos, salvo los nacionalistas, y de la oposición (UPN, PSN y PP),
que ya ha advertido que acudirá a la Justicia para impedir una normativa
que “expulsa” de las plazas o de los concursos de traslados a aquellas
personas que no sepan la lengua vasca.
“Nos van a convertir en ciudadanos de segunda o tercera división por no saber euskera”,
se censura a pie de calle. “Van a venir todos de Pamplona o de la zona
norte para quedarse con estos puestos”, critica Irene. “Así vendrán por
primera vez a la Ribera”, ironiza su marido.
Su sarcasmo destapa el sentir generalizado de que Navarra está partida en dos comunidades diferentes. “Navarra está más fracturada que nunca entre el norte y el sur”,
se coincide en resaltar. La única diferencia se circunscribe a dónde
está la línea que marca la frontera: si Pamplona, si Tafalla, si el Río
Ebro... “De Tafalla para abajo somos otra autonomía”, resalta Carmelo.
“De Pamplona para abajo no existe nada”, replica otra persona.
“Es
normal que la gente esté cabreada con los de arriba. Hay una desidia
generalizada hacia el sur de Navarra”, expone Ángeles, molesta por el
hecho de que Pamplona está centralizando muchos servicios
con los que contaba la Ribera. El malestar con la capital es elevado.
“Todo se queda en Pamplona o en el norte”, protesta Carmelo.
La
desconfianza hacia Pamplona es tal que se ven fantasmas por todos los
lados. Con Tudela inmersa desde el 21 de abril y hasta el 1 de mayo en las Fiestas de la Verdura,
el producto estrella de la comarca de la Ribera, hay quien no ve casual
que la capital haya programado para estos mismos días una degustación
de productos de temporada de Navarra. “Es que son tantos desaires que te hacen pensar mal”, se defiende.
(...) el PSN, que habla abiertamente de fractura entre el norte y el sur de
la comunidad. “Está objetivado por la Cátedra CIPARAIIS”, replica el
portavoz socialista, Carlos Gimeno. El diagnóstico dice que hay más riesgo de exclusión social y que el desarrollo industrial es menor,
y aún así “no se precipitan inversiones positivas” en la comarca para
posibilitar su desarrollo. “En esta situación no se entiende que no se
actúe. Al contrario, lo que nos dan es nada”, censura el líder de los socialistas. “Hay pausa en la inversión y mucha prisa por poner en marcha los proyectos nacionalistas”, lamenta. (...)
En el Mercado de Abastos, Asier Martínez no deja de
despachar frutas y verduras desde su puesto, en especial el espárrago
blanco, que atrae a numerosos turistas, que cargan con bolsas y bolsas
de este preciado manjar de la Ribera. "Pamplona no quiere saber nada de
nosotros. Siempre tira más para el norte", señala. ¿Os sentís
abandonados? "Sí, sin duda", se apresura a responder su pareja. "No
llega nada de dinero", lamenta.
El malestar afecta incluso a algo tan
sagrado como el fútbol. "Apenas hay afición por Osasuna",
expone Martínez. "Fíjate en cuántas camisetas (del equipo) ves por la
calle", interpela. Alguna zamarra rojilla sí se ve. También influye el
"escaso apoyo" que se brinda al Aspil Vidal Ribera Navarra, el equipo de fútbol sala que lucha por entrar en el play off por el título en la máxima categoría. "Jugamos en un polideportivo que da vergüenza", critica un seguidor del club. (...)
El vicepresidente de Desarrollo Económico, Manu Ayerdi,
prometió a las primeras de cambio un “buen plan” para el desarrollo de
la Ribera. Pero el tiempo se consume y los planes de inversiones
económicas siguen sin pasar de las palabras. “Estamos hartos de las
falsas promesas o los compromisos incumplidos”, grita el alcalde de un
municipio de la comarca que prefiere conservar el anonimato, no vaya a
ser que haya represalias a futuro.
“Nos sentimos literalmente
abandonados. La comarca necesita un empujón sí o sí y no se hace nada.
La gente está descontenta. La percepción que tienen todos los
habitantes de la comarca sin excepciones es que hay dos Navarras
totalmente diferentes porque las diferencias son muy grandes entre el
norte y el sur.
Una cosa es ayudar a pueblos pequeños del norte
que necesitan ayudas y otra es dejar de lado a otras zonas”, prosigue
con su queja para sentenciar: “Vale mucho más un vecino del norte que uno de la Ribera”. (...)
“¿Por qué nos quieren imponer la bandera de Euskadi? Yo no tengo nada
contra la ikurriña, pero ¿irías tú al País Vasco a poner la bandera de
Navarra?”, protesta ante la guerra de banderas en la que está inmersa la
Comunidad (Barkos ha derogado la Ley de Símbolos para avalar la ikurriña) un vecino de Cintruénigo, localidad de cerca de 8.000 habitantes que ha visto cómo el Gobierno foral ha descartado construir el nuevo instituto.
También las localidades de Ribaforada, Fustiñana y Cabanillas
se han quedado sin instituto a pesar de ser una demanda salida de las
urnas de una consulta popular. “¿Por qué en vez de gastarse tanto dinero
en tratar de implantar el euskera no lo invierten en los colegios?”,
preguntan. Pero no hay respuesta. Tampoco para otras preguntas." (José María Alonso, El Confidencial, 02/05/17)
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