"Como en más de una ocasión he manifestado, el nacionalismo en Cataluña
cobra fuerza a partir de los años ochenta cuando Jordi Pujol, alma mater
de CDC consigue inocular en buena parte de la ciudadanía catalana que
Cataluña es él, que machaconamente viene insistiendo en esa piedra
angular que es el fet diferencial.
Me parece de importancia
capital situar el punto de arranque del nacionalismo que hoy padecemos
en ese momento de toma de posesión del gobierno de la Generalitat que ya
tempranamente va a someter al pueblo de Cataluña a un intenso proceso
de formación del espíritu nacional que en nada habría de envidiar al
anterior proceso que había puesto en práctica la Falange (formación
fascista en la que, al parecer, militaron gloriosos antepasados
inmediatos de encumbrados independentistas de hoy).
El fet diferencial, es decir, el hecho de buscar a diario,
por tierra mar y aire, todo aquello que pudiera ser diferente, algo que
marcara de forma indeleble a los catalanes no ya distintos (aunque en
realidad se pretende decir que mejores) sino como singulares.
Para
Pujol, y el pensamiento nacionalista dominante las diferencias están en
la particularidad de los atributos (siempre en positivo) que pudieran
tener los pobladores de la Cataluña Vella desde allá por los tiempos de
Wifredo el Velloso (hoy normalizado como Guifré el Pilós) sí, el de la
Marca Hispánica ¡¡¡menudo agravio!!!.
Los cien años (como mínimo) que
representan el avance definitivo de la Cataluña moderna al que tan
decisivamente contribuye la charnegada venida de fuera no cuentan, son
nous catalans, así, con la letra pequeña, impuros, gente que ha de ser
integralmente purificada para llegar a la categoría de catalanes de
segunda, no de soc arrel, no de pata negra que diríamos las clases inferiores.
Con estos mimbres empieza a construirse un discurso que configura una
realidad en la que “el líder”, el Virrey como acertadamente sería
conocido, se encuentra como pez en el agua, combinando todo, eso sí, con
las suculentas comisiones y treses por ciento para engordar poco a poco
la faltriquera del clan. Engorda su patrimonio en forma de billetes que
bien duerme en las cuevas de Queralb, en los bancos familiares de
Andorra y en cuantos paraísos fiscales a mano se puedan encontrar.
Los
loas no paran: Estadista, gran político, quien tuviera un Pujol en casa,
el mejor político de España (aún se decía España, no se había caído en
el subterfugio de l’Estat espanyol). (...)
Son los años gloriosos de CDC acompañada por su muletilla (no vayan a
quedar cabos sueltos) Unió, años en los que hasta en cuatro ocasiones
se revalidan rotundas mayorías absolutas.
Ya se había aplicado “la norma”, ya se había pasado de
aquello de Catalá a l’escola al más expedito de castellano fora de
l’escola, ya iba creciendo el adoctrinamiento, se iba construyendo la
nación, tarea esta central del nacionalismo.
No hay sin embargo un
movimiento independentista, la sociedad aún no está madura, aún no se ha
terminado de construir el país o incluso puede que ni se plantean eso
de la independencia, la independencia no tiene prédica, en la calle no
son nadie. Saben que tienen que esperar, continuar humillando poco a
poco a más de la mitad de los catalanes hasta ganar a buena parte para
su causa.
Porque ¿Qué ha sido el nacionalismo en Cataluña hasta esa fecha? ¿Qué
implantación tenía? A falta de mejores datos y habida cuenta de que
todo el mundo opina de todo, como debe ser, yo, atendiendo solo a mi
criterio, a mi reflexión, empiezo a contar desde el 15J del 77, aquí
CDC, única formación nacionalista conocida hasta la fecha, queda en un
más que discreto cuarto lugar, por detrás de fuerzas tan centralistas
como la extinta UCD que queda en tercer lugar, los socialistas (cuyos
militantes – que tampoco es que hubiera muchos – de la época si no
entraban en ira miraban como un estúpido a cualquiera que hiciera la más
mínima mención a l’Estatut del 32), primera fuerza política y los
comunistas del PSUC por aquellos años repletos de obreros charnegos, que
serán segundos, que dominaba de calle la política en los cinturones
industriales, en los barrios obreros (hoy muchos de ellos en el granero
de C’s), diputados no culturalmente catalanizados que cuando tomaban la
palabra lo hacían en la lengua que conocían (algunos de ellos sin haber
ido a la escuela), el castellano. Pues bien, el nazi que a la sazón
dominaba (era el presidente) el parlament, se iba a los pasillos a
“reflexionar” o a tomar el aíre, o a tomar quien sabe.
El nacionalismo va construyendo la nación. En el intermedio protestan
2.000 profesores, creo que son muchos, pero no importa nos dicen, son
unos fascistas. Todo aquel que ose oponerse al nacionalismo o a Pujol,
que viene a ser lo mismo, es un fascista, así que sin pena ni gloria se
despacha el tema, la verdad que con escasa violencia porque la
especialidad de la casa es la condena al ostracismo, el ninguneo, la
negación del otro.
Son aún los años que el partido del nacionalismo
radical la Esquerra tiene que ir a Madrid, al congreso de los diputados
del “imperio”, coaligado con un partido de charnegos ya que la mayoría
de sus bases, dado lo avanzado de la edad, puede que no estén en
condiciones de ir a votar por aquello de los achaques propios de la
vejez, cuando menos a hacer campañas y pegar carteles.
El Partido del
Trabajo, integrado por abnegados compañeros combativos y resueltos va a
poner la mano de obra, las pancartas, la pasta, los carteles y los
votos. A cambio el Sr. Vicenç tomará un escaño en el parlamente de España, cárcel de pobles.
En todo este proceso hemos asistido a una aniquilación del movimiento
obrero, a la par que se inicia un empeoramiento sostenido de las
condiciones de trabajo y, frecuentemente, de los salarios, ya se empieza
a introducir en las empresas la doble escala salarial, se va
erosionando aquel movimiento obrero combativo de amplia vanguardia, en
el que tan orgulloso se sentía uno al participar, que va a dominar las
manifestaciones históricas de los ilegales 11Ss. aquellos en los que se
asonaban las calles al grito multitudinario de volem leztatú,
mientras se corría huyendo de la policía que, con frecuencia, venía
montada en vistosos corceles.
Aún recuerdo la ira que le causaba yo a un
encarregat e oriundo de per les terres de Lleida que cuando me veía con
una señera en la solapa le entraban ganas de avisar a la guardia civil y
seguro que avisaba a la empresa. Fulano algo trama debía decirles. Esa
era la Cataluña de los años setenta, no ya la de los ochenta, ahora la
señera la llevaba l’encarregat.
Es entonces, cuando se troncha la espina dorsal al MO, cuando el
legendario PSUC entra en bancarrota ayudado por Carrillo, y acelerado de
la mano de Ribó, perennemente enfrentado con la dirección del PCE y de
IU, a la sazón el Sr. Anguita, cuando los valores de la izquierda
revolucionaria (revolución pacífica se ha de entender ¿?) hacen mutis
por el foro, muchos de sus “líderes”, vividores del pesebre de lo
público que dicen denostar, y se van las trincheras del enemigo de clase
que ahora ya está enfrascado en la inmensa y ciclópea tarea de
construir un país, una nación.
Es entonces cuando la sensación de orfandad de muchos ciudadanos y
ciudadanas de Cataluña se empieza a notar.
La abstención en las
elecciones autonómicas de trescientos o cuatrocientos mil ciudadan@s es
determinante para que Pujol conquiste cómodas mayorías parlamentarias
aunque le están vetadas las ciudades más importantes de la comunidad y
en las elecciones generales, las de la nación española, se queda
cuatrocientos mil votos por debajo de un partido tan centralista como el
PSOE-PSC que viene atesorando más o menos un millón de papeletas. Algo
no termina de cuadrar. (...)
A la sociedad catalana de la época, hablamos de 2005, se la trae
floja eso de ir a por un nuevo estatuto, con el que tienen ya les está
bien. Solo un 5% de catalanes cree que es necesario un nuevo estatuto,
pero como si nada, vamos a hacer un estatuto, dicen los líderes de la
“izquierda”, que va a dejar a Pujol tal que un jacobino español.
La negativa de ZP que ha de tragarse sus palabras, recuérdese lo
coordinado del socialismo vividor de cámara representado por Alfonso
Guerra diciendo que se había cepillado el estatuto. Así que
cuando el Tribunal Constitucional, como no podía ser de otra manera,
hace encajar al nuevo estatuto dentro del marco de la Constitución, la
sentencia no es sino vinagre y sal en la herida de las esencias patrias
produciendo el efecto que el nacionalismo (aún no independentista)
desea, elemento con el que mover, manipular y hostigar a un gobierno de
la nación débil, y estúpido, asentando como incuestionable la causa del
Derecho a Decidir." (Chema Sabadell, Crónica Popular, 02/05/17)
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