5/5/17

El nacionalismo en Cataluña cobra fuerza a partir de los años ochenta cuando Jordi Pujol, alma mater de CDC consigue inocular en buena parte de la ciudadanía catalana que Cataluña es él

"Como en más de una ocasión he manifestado, el nacionalismo en Cataluña cobra fuerza a partir de los años ochenta cuando Jordi Pujol, alma mater de CDC consigue inocular en buena parte de la ciudadanía catalana que Cataluña es él, que machaconamente viene insistiendo en esa piedra angular que es el fet diferencial

Me parece de importancia capital situar el punto de arranque del nacionalismo que hoy padecemos en ese momento de toma de posesión del gobierno de la Generalitat que ya tempranamente va a someter al pueblo de Cataluña a un intenso proceso de formación del espíritu nacional que en nada habría de envidiar al anterior proceso que había puesto en práctica la Falange (formación fascista en la que, al parecer, militaron gloriosos antepasados inmediatos de encumbrados independentistas de hoy).

El fet diferencial, es decir, el hecho de buscar a diario, por tierra mar y aire, todo aquello que pudiera ser diferente, algo que marcara de forma indeleble a los catalanes no ya distintos (aunque en realidad se pretende decir que mejores) sino como singulares. 

Para Pujol, y el pensamiento nacionalista dominante las diferencias están en la particularidad de los atributos (siempre en positivo) que pudieran tener los pobladores de la Cataluña Vella desde allá por los tiempos de Wifredo el Velloso (hoy normalizado como Guifré el Pilós) sí, el de la Marca Hispánica ¡¡¡menudo agravio!!!. 

Los cien años (como mínimo) que representan el avance definitivo de la Cataluña moderna al que tan decisivamente contribuye la charnegada venida de fuera no cuentan, son nous catalans, así, con la letra pequeña, impuros, gente que ha de ser integralmente purificada para llegar a la categoría de catalanes de segunda, no de soc arrel, no de pata negra que diríamos las clases inferiores.

Con estos mimbres empieza a construirse un discurso que configura una realidad en la que “el líder”, el Virrey como acertadamente sería conocido, se encuentra como pez en el agua, combinando todo, eso sí, con las suculentas comisiones y treses por ciento para engordar poco a poco la faltriquera del clan. Engorda su patrimonio en forma de billetes que bien duerme en las cuevas de Queralb, en los bancos familiares de Andorra y en cuantos paraísos fiscales a mano se puedan encontrar.

 Los loas no paran: Estadista, gran político, quien tuviera un Pujol en casa, el mejor político de España (aún se decía España, no se había caído en el subterfugio de l’Estat espanyol). (...) 

Son los años gloriosos de CDC acompañada por su muletilla (no vayan a quedar cabos sueltos) Unió, años en los que hasta en cuatro ocasiones se revalidan rotundas mayorías absolutas.

Ya se había aplicado “la norma”, ya se había pasado de aquello de Catalá a l’escola al más expedito de castellano fora de l’escola, ya iba creciendo el adoctrinamiento, se iba construyendo la nación, tarea esta central del nacionalismo.

 No hay sin embargo un movimiento independentista, la sociedad aún no está madura, aún no se ha terminado de construir el país o incluso puede que ni se plantean eso de la independencia, la independencia no tiene prédica, en la calle no son nadie. Saben que tienen que esperar, continuar humillando poco a poco a más de la mitad de los catalanes hasta ganar a buena parte para su causa.

Porque ¿Qué ha sido el nacionalismo en Cataluña hasta esa fecha? ¿Qué implantación tenía? A falta de mejores datos y habida cuenta de que todo el mundo opina de todo, como debe ser, yo, atendiendo solo a mi criterio, a mi reflexión, empiezo a contar desde el 15J del 77, aquí CDC, única formación nacionalista conocida hasta la fecha, queda en un más que discreto cuarto lugar, por detrás de fuerzas tan centralistas como la extinta UCD que queda en tercer lugar, los socialistas (cuyos militantes – que tampoco es que hubiera muchos – de la época si no entraban en ira miraban como un estúpido a cualquiera que hiciera la más mínima mención a l’Estatut del 32), primera fuerza política y los comunistas del PSUC por aquellos años repletos de obreros charnegos, que serán segundos, que dominaba de calle la política en los cinturones industriales, en los barrios obreros (hoy muchos de ellos en el granero de C’s), diputados no culturalmente catalanizados que cuando tomaban la palabra lo hacían en la lengua que conocían (algunos de ellos sin haber ido a la escuela), el castellano. Pues bien, el nazi que a la sazón dominaba (era el presidente) el parlament, se iba a los pasillos a “reflexionar” o a tomar el aíre, o a tomar quien sabe.

El nacionalismo va construyendo la nación. En el intermedio protestan 2.000 profesores, creo que son muchos, pero no importa nos dicen, son unos fascistas. Todo aquel que ose oponerse al nacionalismo o a Pujol, que viene a ser lo mismo, es un fascista, así que sin pena ni gloria se despacha el tema, la verdad que con escasa violencia porque la especialidad de la casa es la condena al ostracismo, el ninguneo, la negación del otro.

 Son aún los años que el partido del nacionalismo radical la Esquerra tiene que ir a Madrid, al congreso de los diputados del “imperio”, coaligado con un partido de charnegos ya que la mayoría de sus bases, dado lo avanzado de la edad, puede que no estén en condiciones de ir a votar por aquello de los achaques propios de la vejez, cuando menos a hacer campañas y pegar carteles. 

El Partido del Trabajo, integrado por abnegados compañeros combativos y resueltos va a poner la mano de obra, las pancartas, la pasta, los carteles y los votos. A cambio el Sr. Vicenç tomará un escaño en el parlamente de España, cárcel de pobles.

En todo este proceso hemos asistido a una aniquilación del movimiento obrero, a la par que se inicia un empeoramiento sostenido de las condiciones de trabajo y, frecuentemente, de los salarios, ya se empieza a introducir en las empresas la doble escala salarial, se va erosionando aquel movimiento obrero combativo de amplia vanguardia, en el que tan orgulloso se sentía uno al participar, que va a dominar las manifestaciones históricas de los ilegales 11Ss. aquellos en los que se asonaban las calles al grito multitudinario de volem leztatú, mientras se corría huyendo de la policía que, con frecuencia, venía montada en vistosos corceles. 

Aún recuerdo la ira que le causaba yo a un encarregat e oriundo de per les terres de Lleida que cuando me veía con una señera en la solapa le entraban ganas de avisar a la guardia civil y seguro que avisaba a la empresa. Fulano algo trama debía decirles. Esa era la Cataluña de los años setenta, no ya la de los ochenta, ahora la señera la llevaba l’encarregat.

Es entonces, cuando se troncha la espina dorsal al MO, cuando el legendario PSUC entra en bancarrota ayudado por Carrillo, y acelerado de la mano de Ribó, perennemente enfrentado con la dirección del PCE y de IU, a la sazón el Sr. Anguita, cuando los valores de la izquierda revolucionaria (revolución pacífica se ha de entender ¿?) hacen mutis por el foro, muchos de sus “líderes”, vividores del pesebre de lo público que dicen denostar, y se van las trincheras del enemigo de clase que ahora ya está enfrascado en la inmensa y ciclópea tarea de construir un país, una nación.
Es entonces cuando la sensación de orfandad de muchos ciudadanos y ciudadanas de Cataluña se empieza a notar.

 La abstención en las elecciones autonómicas de trescientos o cuatrocientos mil ciudadan@s es determinante para que Pujol conquiste cómodas mayorías parlamentarias aunque le están vetadas las ciudades más importantes de la comunidad y en las elecciones generales, las de la nación española, se queda cuatrocientos mil votos por debajo de un partido tan centralista como el PSOE-PSC que viene atesorando más o menos un millón de papeletas. Algo no termina de cuadrar. (...)

A la sociedad catalana de la época, hablamos de 2005, se la trae floja eso de ir a por un nuevo estatuto, con el que tienen ya les está bien. Solo un 5% de catalanes cree que es necesario un nuevo estatuto, pero como si nada, vamos a hacer un estatuto, dicen los líderes de la “izquierda”, que va a dejar a Pujol tal que un jacobino español.

La negativa de ZP que ha de tragarse sus palabras, recuérdese lo coordinado del socialismo vividor de cámara representado por Alfonso Guerra diciendo que se había cepillado el estatuto. Así que cuando el Tribunal Constitucional, como no podía ser de otra manera, hace encajar al nuevo estatuto dentro del marco de la Constitución, la sentencia no es sino vinagre y sal en la herida de las esencias patrias produciendo el efecto que el nacionalismo (aún no independentista) desea, elemento con el que mover, manipular y hostigar a un gobierno de la nación débil, y estúpido, asentando como incuestionable la causa del Derecho a Decidir."                  (Chema Sabadell, Crónica Popular, 02/05/17)

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