4/5/17

La caída del comercio entre Chequia y Eslovaquia en 1997, cuatro años después de la separación, es del 65%, a pesar de que ésta había sido amistosa

"(...) "Los españoles nos seguirían comprando como ahora". En el debate entre Margallo y Junqueras celebrado el 23 de septiembre de 2015 en 8TV, el segundo negó la existencia de un efecto frontera. Según el actual vicepresidente de la Generalitat, los consumidores españoles decidirían sus futuros compras únicamente en base al precio y la calidad de los productos.

Los datos desmienten a Junqueras. Según Jeffrey Frankel, profesor de Harvard, la aparición de una frontera comercial entre dos países reduce el volumen de comercio entre ellos entre 1/3 y 2/3.  Un estudio de la Universidad de Bonn cifraba la caída del comercio entre Chequia y Eslovaquia en 1997, cuatro años después de la separación, en un 65%, a pesar de que ésta había sido amistosa y existía entre ambos países una unión aduanera (libre comercio).

Por tanto, para un país como Cataluña, cuyo principal cliente es Aragón y el cuarto y el quinto la Comunidad Valencia y Andalucía, respectivamente, el efecto frontera sería muy dañino. La disminución de las exportaciones conduciría a una gran pérdida de empleo, una disminución del PIB y a una elevada devaluación de la nueva moneda catalana. El resultado sería una disminución del nivel de vida del conjunto de la población. 

"Las pensiones subirían un 10%". Lo dijo Artur Mas el 23 de septiembre de 2015. Una promesa difícil de cumplir, dado el déficit en materia de pensiones que en 2016 tuvo Cataluña. (4.963.771 millones de euros). Dicho déficit supone que los ingresos por cotizaciones sociales recaudados en la comunidad únicamente podían sufragar el 78,56% de los compromisos adquiridos con los pensionistas.

La única justificación para dicha promesa sería que España continuara pagando la pensión de los catalanes jubilados antes de la separación de los dos territorios y la nueva Hacienda percibiera las cotizaciones sociales de los trabajadores del Estado recién creado. En base a este increíble supuesto, Artur Mas fue prudente, pues podría haber prometido un aumento del 20, 25 o 30%.

En definitiva, si ustedes consideran a la independencia como su nueva religión y son firmes creyentes, nada de los que les diga les hará cambiar de opinión. En cambio, si hacen caso de las cifras, el resultado es claro: usted viviría peor en una Cataluña independiente."            (Gonzalo Bernardos, Crónica Global, 25/04/17)

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