28/2/17

El mantra de romper el estado por la vía de los nacionalismos lo ha comprado toda la izquierda en España, a pesar de que la debacle de la izquierda en Cataluña ha sido superior a la que ha sufrido en otros territorios de España

"O no se enteran o no se quieren enterar. La debacle de la izquierda en Cataluña ha sido superior a la que ha sufrido en otros territorios de España. El PSC ha perdido prácticamente un millón de votos entre sus mejores resultados (siempre en Generales) y los actuales (en Generales y Autonómicas), que no llegan a 600.000.

 La evolución de ICV también ha supuesto una pérdida de más del 50% entre los mejores resultados y los últimos autonómicos. Solo En Comú Podem ha supuesto una mejora de expectativas al obtener en las pasadas Generales un 24,51% del voto en un momento de crisis social y política en España.

 Y ello es el resultado de un desplazamiento del voto socialista bastante tocado en toda España y más en Cataluña.


El análisis de los nuevos “gurús” de la izquierda catalana apuesta por la destrucción del estado en base al choque de identidades, renunciando a una postura clásica de lucha de clases en el ámbito de toda España. Las luchas sociales dejan de tener entidad propia y se disuelven en las luchas por la emancipación nacional. 

Es tensionar la estructura del estado sin tensionar el reparto de la riqueza. La ceguera es total: la ruptura del estado conllevará indefectiblemente, si lo consiguieran, a un debilitamiento de las nuevas clases trabajadoras minimizadas y a unos nuevos estados, tanto en los desgajados como en los amputados, muy nacionalistas y conservadores.

 Ni que decir tiene que el neoliberalismo campará a sus anchas en esa nueva situación y la, tantas veces revindicada por los nacionalistas, cohesión social quedará rota y con grandes conflictos internos en los nuevos miniestados; conflictos de raíz étnica.

El harakiri de la izquierda española.


El problema es que el mantra de romper el estado por la vía de los nacionalismos lo ha comprado toda la izquierda en España. En un proceso de acumulación/anulación la nueva marca Podemos, con sus confluencias y difluencias, se entretiene en un juego de tronos con el objetivo de convertirse en la fuerza hegemónica en un espectro ideológico, aparentemente, de izquierdas.

 Todo se supedita al marketing político en la más pura estrategia populista, incluso la posibilidad de evitar un gobierno de la derecha “O yo o el caos”. Puro cainitismo.


Se impone el uso de significantes vacíos como el “derecho a decidir, a decidirlo todo” y deja las autenticas reivindicaciones sociales en la indefinición. El neolenguaje, por ejemplo, sustituye la reivindicación de la sanidad pública, universal y gratuita por el “derecho a decidir sobre la sanidad que queremos”. (...)

Las estrategias para construir el “nuevo sujeto político” son puro marketing. Si leemos atentamente el artículo de Joaquim Sempere sobre la épica de la nueva formación, es un dechado de conceptos vacíos que pretenden contentar a un amplio espectro de votantes. 

Leo en el Facebook de mi amigo Paco Osorio «“El peronismo me hizo entender a Gramsci” No, amigo. Tanto Laclau que te olvidaste de Gramsci y repudiaste a Marx». Superada la división izquierda/derecha ya somos transversales (¿no suena a Ciudadanos?). «La palabra “socialismo” no aparece en ningún lado» se queja Sempere;  también parece no gustarle que «desaparezca la idea misma de conflicto social y de que tenemos enfrente a un enemigo de clase que, además, es muy poderoso».  (...)

Los nuevos sujetos políticos que se están formando a partir de la eclosión de Podemos –niego que sean la evolución del movimiento 15M– ahondan en los errores de la izquierda española (incluida y especialmente la catalana, que, además incomprensiblemente, marca el camino al resto), mantienen un complejo de culpa impropio respecto a los nacionalismos desde la transición, que junto a una incapacidad para superar el “dogma” del derecho a la autodeterminación, les ha hecho abrazar los proyectos del nacionalismo, olvidando las prioridades de la izquierda, olvidando quiénes son los oprimidos.


El nacionalismo en España no se derrotará mientras la izquierda le baile el agua. Y eso lo saben desde siempre los Pujol, Mas, Arzallus, Puigdemont, Cuadra, Otegui, Nuet, Colau, Urkullu y demás. Y por eso desde la transición en Cataluña, y en el País Vasco, las direcciones de los partidos de izquierda siempre las han ocupado nacionalistas, ¡nunca obreros! Y las excepciones confirman la regla.

Hora es de que en España haya un proyecto de izquierdas para todo el país; que plante cara al nacionalismo, que diga que no existe el derecho de autodeterminación en España; que promueva una federalización de España, es decir, fuera fueros, como en la Pepa; donde la economía esté al servicio del pueblo, en singular; donde la propiedad esté, realmente, al servicio del bien común, es decir, donde el impuesto de sucesiones esté para redistribuir la riqueza, y los beneficios sociales se contabilicen igual que los beneficios contables; donde se garantice pan, techo y trabajo; donde la lucha por la paz no sea solo una paloma blanca sin criterio (...)"               (Vicente Serrano, Alternativa Ciudadana Progresista, 18/02/17)

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