"(...) El caso catalán sigue siendo único si lo comparamos con el escocés o el
quebequense y por las mismas razones. En Montreal, hay una correlación
directa entre lengua materna y nivel de renta.
Los barrios ricos son
mayoritariamente ingleses y los barrios pobres franceses. El movimiento
independentista de Quebec se construyó a través de la polarización
Québec/neoliberalismo americano y canadiense.
Se constituyó y construyó
un sujeto pueblo-nación, una vez más, asimilándolo a las clases
populares. Es importante destacar que la inmigración en Québec, sobre
todo la de habla francesa, proviene de las ex colonias muy pobres como
Haití. De todas formas, es fácil adivinar que en un territorio
fronterizo con Estados Unidos, la defensa de la lengua francesa frente
al omnipresente inglés es todo un acto de resistencia.
La lengua inglesa
siempre fue asociada a las clases más pudientes y dominantes de Québec.
Cuando se intenta plasmar y plantar cara a Canadá desde el movimiento
soberanista quebequense, hay una emergencia, un surgimiento, una
irrupción y una visualización de esa plebe sin voz que
está apuntando, en última instancia, al propio poder de los Estados
Unidos.
Se puede definir y situar encima del tablero político un claro
antagonismo entre lo que sería la fuerza de los de abajo y una defensa
de políticas para la mayoría social frente al proyecto neoliberal de las
élites anglosajonas.
Las posibilidades y potencialidades colectivas,
emancipadoras y transformadoras siguen intactas en ese escenario. En el
caso escocés ocurre algo muy semejante, queda bastante nítido el
antagonismo entre las clases populares escocesas y las élites
financieras/británicas de la City londinense. (...)"
(Alejandro Pérez, politólogo, está en el consejo ciudadano catalán de Podem Catalunya., Diagonal, 13/11/15)
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