"La carta que el presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, ha
remitido al presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, para
reclamar-le una relación bilateral contiene, según informa el Abc, al menos tres faltas de ortografía. (...)" (e-notícies, 17/01/17)
"Puigdemont dirige una carta a Rajoy con varios errores gramaticales y ortográficos.
La noticia está circulando la mañana en que escribo esto y algunos aprovechan para señalar la falsedad de la reiterada afirmación según la cual el sistema denominado de "inmersión" en catalán que se sigue en la escuela catalana permite que el conocimiento del castellano en Cataluña sea tan bueno como en cualquier parte de España. (...)
"Puigdemont dirige una carta a Rajoy con varios errores gramaticales y ortográficos.
La noticia está circulando la mañana en que escribo esto y algunos aprovechan para señalar la falsedad de la reiterada afirmación según la cual el sistema denominado de "inmersión" en catalán que se sigue en la escuela catalana permite que el conocimiento del castellano en Cataluña sea tan bueno como en cualquier parte de España. (...)
No, el problema es que en este caso los errores no responden -es mi
impresión- a la falta de capacidad, sino al deseo de provocar y
despreciar.
Me extrañaría que en una organización como la
Generalitat no haya personas con conocimientos suficientes de español
como para no redactar correctamente la carta que nos ocupa (y que,
aparte de los errores, muestra un estilo poco elegante, así por ejemplo
lo de "su Gobierno se ha negado a afrontar de manera verdadera, más de
anuncios"). El problema es otro.
Los errores y las torpezas en
la redacción se explican a partir del relato según el cual el español
es una lengua extraña a Cataluña que podemos conocer, pero que no es
nuestra, que no apreciamos y de la que nos gustaría desprendernos (puede
comprobarse esta última afirmación aquí).
El problema no es la falta de competencia, sino que la carta y sus
faltas muestran un desprecio que no solo va dirigido a Rajoy, sino
también a todos los catalanes que tenemos el castellano como lengua
materna y que no comulgamos con la mitología nacionalista que pretende
que nuestra lengua es un injerto indeseable en la Cataluña (falsamente) milenaria que pretenden los nacionalistas.
Quien
redactó la carta originalmente lo hizo -me parece evidente- de forma
descuidada. Y después se eludió la precaución de que alguien con cierto
conocimiento la revisara. Sorprende esta falta de atención cuando
cualquier texto en catalán que produzcan las administraciones catalanas y
tenga carácter oficial es cuidadosamente revisado lingüísticamente.
El
mensaje que se traslada con este desinterés por la corrección del texto
es el de que no se da especial valor a lo que se dirige al Presidente
del Gobierno de todos los españoles y que tampoco es motivo de vergüenza
que en lo que se escribe en castellano se cometan errores gramaticales u
ortográficos.
A algunos he conocido que a propósito empeoran su español
para aparentar despego por una lengua que tanto les molesta. Como digo,
aunque sorprenda a quienes no conozcan de primera mano lo que se vive
en Cataluña, la voluntad de empobrecernos limitando el conocimiento del
castellano llega a estos extremos.
Es por esto por lo que me
indigna esta carta. No caigamos en el error de burlarnos; porque lo que
denota no es motivo de burla, sino de irritación." (El jardín de las hipótesis inconclusas, 17/01/17)
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