7/11/16

Hay un lugar en el que Franco ha estado siempre y en el que nunca miran las juventudes de Convergència: su propio árbol genealógico.

"(...) Sobre la exposición del Born, una buena reflexión de Javier Pérez Andujar: “El ex presidente y ex convergente Artur Mas ha calificado el emplazamiento de esos monumentos en la puerta de la exposición de “provocación innecesaria”, que es la traducción al lenguaje reglamentario del “ara no toca”. 

Esta vez, el censurado ha sido el Ayuntamiento, el poder, que ha acabado claudicando ante los sacerdotes. Las esculturas ofendían a los guardianes de lo sagrado. Hasta tal punto que, en nombre de su exclusiva sensibilidad, agredieron e insultaron llamándoles “fascistas” e “hijos de puta” a unos antiguos luchadores [SLA: Ramón Luque por ejemplo] que visitaban la exposición, muchos de los cuales habían pagado con la tortura, la cárcel y el exilio su antifranquismo. 

Una pancarta de las juventudes de Convergència exhibida en los altercados decía: “Franco, ni al Born ni enlloc”.” Pero hay un lugar, prosigue JPA, “en el que Franco ha estado siempre y nunca miran: su propio árbol genealógico. 

Incluso uno de sus pintorescos alcaldes franquistas llegó a consejero de Gobernación durante el pujolismo maduro de finales de los años ochenta [SLA:Josep Gomis Martí]. Y el interior de la exposición va de eso en parte. 

Muestra la representativa historia de cómo dos artistas, Josep Viladomat y Frederic Marès (los de los monumentos censurados), estuvieron al calor de la República, cómo luego se pusieron al servicio del franquismo (el segundo con más alegría que el primero) y cómo la democracia hizo la vista gorda con sus obras, y así perduraron hasta hace poco evitándose toda “provocación innecesaria””.                   (Salvador López Arnal , Rebelión, 05/11/16)

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