"(...) Sobre la exposición del Born, una buena reflexión de Javier Pérez
Andujar: “El ex presidente y ex convergente Artur Mas ha calificado el
emplazamiento de esos monumentos en la puerta de la exposición de
“provocación innecesaria”, que es la traducción al lenguaje
reglamentario del “ara no toca”.
Esta vez, el censurado ha sido el
Ayuntamiento, el poder, que ha acabado claudicando ante los sacerdotes.
Las esculturas ofendían a los guardianes de lo sagrado. Hasta tal punto
que, en nombre de su exclusiva sensibilidad, agredieron e insultaron
llamándoles “fascistas” e “hijos de puta” a unos antiguos luchadores
[SLA: Ramón Luque por ejemplo] que visitaban la exposición, muchos de
los cuales habían pagado con la tortura, la cárcel y el exilio su
antifranquismo.
Una pancarta de las juventudes de Convergència exhibida
en los altercados decía: “Franco, ni al Born ni enlloc”.” Pero hay un
lugar, prosigue JPA, “en el que Franco ha estado siempre y nunca miran:
su propio árbol genealógico.
Incluso uno de sus pintorescos alcaldes
franquistas llegó a consejero de Gobernación durante el pujolismo maduro
de finales de los años ochenta [SLA:Josep Gomis Martí].
Y el interior de la exposición va de eso en parte.
Muestra la
representativa historia de cómo dos artistas, Josep Viladomat y Frederic
Marès (los de los monumentos censurados), estuvieron al calor de la
República, cómo luego se pusieron al servicio del franquismo (el segundo
con más alegría que el primero) y cómo la democracia hizo la vista
gorda con sus obras, y así perduraron hasta hace poco evitándose toda
“provocación innecesaria””. (Salvador López Arnal , Rebelión, 05/11/16)
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