Florencio Domínguez, periodista y experto en terrorismo de ETA
"Hay una reflexión del sociólogo y profesor en la UPV Imanol Zubero que ya ha quedado para la historia tras el cese de la actividad de ETA: "la paz era esto".
La paz no es un modelo idílico, la paz es imperfecta, los procesos
sociales lo son también. Y esa frase de Imanol, que es también el título
de un libro que se ha presentado estos días, resume bien esa idea. Un
proceso que ha generado tanto sufrimiento, el día que termina, se
celebra pero deja a mucha gente con un dolor que no se supera por el
hecho de que haya terminado el terrorismo. De todas maneras, se tiende a
idealizar otros proceso de paz en otras partes del mundo.
ETA, en su último comunicado de septiembre pasado, se ha querido mirar en el espejo del proceso de paz en Colombia.
Pues si se compara cómo han trascurrido las cosas en el País Vasco con
cualquier otro conflicto, ya sea cercano como el Ulster o lejano como el
de Colombia, salimos ganando por goleada.
En el de Irlanda del Norte,
que ha sido modelo durante muchos años para la pacificación, ha acabado
el grueso del terrorismo, pero ha seguido habiendo atentados, la
sociedad sigue igual de dividida que antes, no se ha producido un
acercamiento entre comunidades, es verdad que matan poco porque los
grupos disidentes no tienen fuerza, pero sigue habiendo violencia.
En el
País Vasco no ha ocurrido nada de eso: no hay terrorismo y la sociedad
no está dividida -tampoco lo estaba antes-. Ahora se miran en el modelo
de Colombia: ¡Vamos, anda! les dan a los colombianos terminar como aquí y
aplauden con las orejas.
Sobre todo, visto lo que ha pasado con el triunfo del 'no' en el referéndum.
Dentro de que el final de cualquier proceso terrorista deja mucha
insatisfacción, el caso del País Vasco lo envidiarían en cualquier otro
sitio donde hubiera un conflicto de esta naturaleza.
Por eso le comentaba lo del comunicado de ETA y lo de colocar en la
agenda vasca el caso de Colombia. Es como si lo que queda de ETA viviera
en una especie de ficción de la que solo participan sus activistas y su
mundo político.
Sobre todo ETA no tiene en
cuenta una cosa: ETA ha sido derrotada y las FARC, no. Las FARC
colombianas han sido acorraladas, han eliminado a muchos de sus líderes,
el Estado ha tenido la iniciativa en los últimos 15 años en la lucha
contra las FARC, pero no ha conseguido derrotarlas.
Seguían
representando una amenaza grave para el país y la población y, además,
seguían teniendo un control del territorio en el que el Estado no tenía
presencia. Nada que ver con el País Vasco. ETA podía haber hecho lo que
hicieron los 'polimilis': negociar a tiempo y quitarse de en medio a
cambio de algo (medidas de reinserción, generosidad penitenciaria,
indultos).
O podían aguantar hasta el final, echar el pulso al Estado,
que es lo que han hecho. Y eso pulso lo han perdido. Eso es una
diferencia sustancial.
En estos
cinco años han seguido pasando cosas: golpes contra la dirección en
2015, contra la logística, la última operación en Francia con el zulo. Y
parece que la única que no se da por aludida ante esa derrota que usted
describe es la propia ETA.
Es una ceguera
voluntaria porque, salvo ellos, creo que todo el mundo es muy consciente
de esa situación. En los buenos tiempos ETA reclamaba paz por
autodeterminación, luego fue paz por presos y ahora ya solo queda paz
por la RGI [Renta de Garantía de Ingresos].
Estamos llegando a eso. Las
aspiraciones revolucionarias de los años 60 se han quedado reducidas a
eso. El problema fundamental es qué hacemos con estos tipos que vuelven,
que tienen 60 años, que no han cotizado ni un cuarto de hora a la
Seguridad Social, que no tienen trabajo y no tienen forma de vida.
¿No hay una contradicción evidente en la decisión unilateral que adopta
ETA de dejar las armas hace ahora cinco años, con la pista de
aterrizaje de Aiete, y el planteamiento de seguir queriendo negociar con
los gobiernos español y francés?
Claro.
Ellos dijeron que lo habían dejado definitivamente, pues les creemos. Yo
al menos les creo que es definitivo. ¿Después quieres negociar la
entrega de tus armas a cambio de algo? Pues te quedas con tus armas. Si
has dicho que no las vas a usar y yo te he creído, me da igual lo que
hagas con ellas, como si se las vendes al trapero o las dejas enterradas
para toda la vida.
Pero hablan también de negociar lo
que denominan "las consecuencias del conflicto", sus presos, etc.
Siguiendo con esa lógica, podría tener su interés de cara a la
convivencia futura incluir en ese concepto a las víctimas del terrorismo
y que ETA reconociera el daño injusto causado.
Ellos nunca han incluido a las víctimas dentro de ese epígrafe de "las consecuencias del conflicto".
¿Pero no cree que serviría para avanzar en la deslegitimación de la violencia como instrumento de acción política?
En las consecuencias solo incluyen a los presos, los huidos, las armas y
la desmilitarización, la retirada de las FSE. Y todavía siguen
condicionando la entrega de las armas a eso. Una organización
exterrorista ya no tiene el instrumento básico de presionar que es
cometer atentados, ese elemento de fuerza o de poder ha desaparecido.
Su
único instrumento de chantaje es tener armas y a eso se aferra, a
negociar su entrega como contrapartida a los otros capítulos. Pues no os
preocupéis por las armas que ya va a ir las policías y os las van a
coger.
Al final se impone el principio de realidad: o te desarmas o te desarman.
En el último recuento realizado por la Policía francesa quedaban por
recuperar unas 225 armas cortas robadas en Vauvert. La pasada semana les
ha quitado 145. Pues vamos a restar y veremos que la capacidad de
negociación de ETA se ha mermado en la mitad.
Son ETA y su mundo los
únicos que viven esa ficción de negociar la entrega de las armas por sus
presos, huidos y la desmilitarización del País Vasco. Bueno ellos, y
alguno de los mediadores que se mueven alrededor de esto y que todavía
esperan tener algún papel.
No sé
si se está refiriendo al Foro Social Permanente, que este sábado tiene
un acto en el que va a anunciar su vocación de seguir trabajando. Como
si Aiete, la pista de aterrizaje que uso ETA para su anuncio hace cinco
años, siguiera viva.
La estrategia de Aiete
fracasó en el mismo momento que el Gobierno noruego montó en el avión a
los negociadores de ETA [Josu Ternera, Iratxe Sorzabal y David Pla] para
echarlos del país. Exactamente el 18 de febrero de 2013.
Ahí se acabó
esa estrategia. Hasta entonces tenían un respaldo internacional, un
grupo de intermediarios que iba y venía, aunque solo eran reconocidos
por una parte, y ETA tenía la experiencia del pasado de que los Gobierno
siempre decían que no iban a hablar con ETA, pero al final sucumbían de
una u otra manera y lo intentaban de nuevo.
El día que los echan de
Noruega eso se acaba y la estrategia de Aiete desaparece. Después, todo
lo que ha hecho ETA es improvisar: intentar diferenciar entre el sellado
y el desarme, involucrar desde hace tres años al Gobierno francés en un
diálogo al margen del Gobierno español y meter así una cuña entre
ambos...
Todas esas vías han fracasado, el Gobierno francés no ha
querido entrar. No tienen una salida, al menos la salida propagandística
que ETA está buscando. Y cuando el Gobierno vasco les ha querido echar
una mano con su propuesta de entrega de las armas, le han respondido con
una bofetada. Pero eso es su problema.
Es evidente que en esto que llamamos el relato, ETA quiere salir de ese
bucle melancólico que acaba de describir evitando esa lectura de
vencedores y vencido que parece imponerse.
ETA es una olvidada social, la sociedad vasca se ha olvidado de que
todavía ETA existe. No sabemos para qué, ni ellos tampoco probablemente.
Pero los ciudadanos pasan olímpicamente y se desentienden. No es un
problema social a estas alturas.
¿Cree que ETA, ahora mismo, básicamente son sus presos y poco más?
Sí, sí.
En estos dos años en el mundo de las cárceles ha habido novedades. La
principal: el reconocimiento de que solo por la vía de la asunción de la
legalidad penitenciaria va a ser posible desatascar el problema de los
presos de ETA. Frente a medidas colectivas, solo caben medidas
personales dentro de la asunción de la legalidad. ¿No debería el futuro
gobierno flexibilizar la política penitenciaria: acercamientos, etc?
El reconocimiento de que no hay salidas fuera de la legalidad es una de
las consecuencias del fracaso de todas las estrategias de ETA. Algo que
ya empiezan a asumir cuando en 2014 el abogado Iñigo Iruin escribe un
artículo clarificador en Berria con la tesis de "olvidémonos, no hay
atajos para salir de esto" y el único camino es "aprovechar al máximo la
legalidad".
A partir de ese momento empiezan a producirse cosas nuevas:
recurren contra la dispersión, y eso que están así desde 1988, ¿a sus
abogados no se les había ocurrido antes? Aceptar mecanismos que siempre
han rechazado, por ejemplo en el régimen carcelario: ahora piden
destinos penitenciarios trabajos en la biblioteca, en el comedor, etc
para favorecer la evolución de grado del preso y en el futuro un posible
acercamiento.
Le preguntaba más
por lo que podía hacer el Gobierno central, viendo que la situación en
cinco años ha cambiado radicalmente. Si Aznar acercó presos cuando la
amenaza de la violencia no se había despejado definitivamente, ¿no
debería hacer lo propio Rajoy?
Las últimas
declaraciones del ministro del Interior dejan clara una cosa: si ETA
desaparece no tiene sentido la dispersión. Si el preso individual se
desmarca de la organización, que sigue existiendo, se le puede aplicar
el acercamiento. (...)
Es decir, a su juicio, el próximo Ejecutivo no tiene que mover ficha en materia penitenciaria.
Lo que está haciendo hasta ahora el Gobierno ha funcionado: primero
para que ETA lo deje, para que se quede sin armas y para poner a ETA
ante sus propias responsabilidades. Son ellos los que tienen que
decidir, no es responsabilidad de terceros.
Estaba pensando en que para los familiares la dispersión supone de hecho una pena añadida evidente.
Son los más perjudicados, sin duda. Pero esa comunidad también tiene la
opción de plantear a ETA que desaparezca de una vez para favorecer la
causa de los presos.
¿Le ha
sorprendido la falta de memoria de la juventud actual sobre el
terrorismo de ETA? Algunos confunden a Miguel Ángel Blanco con Carrero
Blanco o no saben quien fue Gregorio Ordóñez.
No. Es lógico. Mejor que no ocurra, claro: pero tiene su explicación
biológica. No han tenido vivencias personales, los que están en la
veintena, cuando ETA mataba tenían entre 10 y 14. No han tenido en la
familia, salvo excepciones, esa transmisión de lo que ha ocurrido aquí
con el terrorismo. De ahí la importancia del papel de las instituciones,
educadores, etc para explicar lo que ocurrió.
Es como si hubiéramos pasado de aquella frase del coronel Kurtz en 'El
Corazón de las Tinieblas' "oh, el horror, el horror" a esa otra de "oh,
el relato, el relato".
Ahí estamos ahora,
efectivamente. Es el trabajo que hay que hacer. Tenemos que paliar el
desconocimiento de lo que pasó que arrastra esa generación de jóvenes.
Igual que se sigue haciendo en Alemania, 80 años después, con lo que fue
el Holocausto, las visitas a los campos de exterminio. Allí también se
sigue haciendo ese trabajo de pedagogía. (...)
Comentaba lo de la memoria porque
tampoco hay que irse cinco años atrás. Lo que ha pasado en Alsasua con
la paliza a dos guardias civiles o las fotos de presos de ETA dentro de
una escuela para homenajearlos, nos retrotrae a vivencias que pensábamos
ya superadas.
Por eso es importante que no
quede la idea de que ETA lo ha dejado porque el terrorismo ya no se
lleva, sino que quede claro ante los ojos de la mayoría de la sociedad
la ilegitimidad de todo el terrorismo padecido y de su actuación contra
el Estado de derecho y las libertades. No había justificación de ningún
tipo para hacer eso.
No podemos conformarnos con que ETA ya no mata. Si
no quedan unas brasas que algún día pudieran avivar el retorno del
terrorismo. No ahora, ni dentro de un año o dos, pero no sabemos si
dentro de una generación alguien ve esto solo como un mero paréntesis y
vuelve otra vez a las armas. Para eso es necesario que quede una versión
pública y aceptada de que el terrorismo fue ilegítimo.
¿Un paso de gigante para eso, más que la entrega de las armas, no sería
el reconocimiento por parte de Sortu del daño injusto causado?
Sí, es una tarea importante que tiene Sortu. Sus declaraciones hasta
ahora han sido evanescentes. Como cuando dijo aquello en el Kursaal de
que pedían disculpas por si se había malinterpretado que habían sido
indiferentes ante el sufrimiento de las víctimas. ¡Hombre, no, ustedes
no fueron indiferentes!, ustedes aplaudieron cuando ETA mataba.
Su
responsabilidad no es haber mirado para otro lado, ¡ojalá hubiera sido
eso!, ustedes tuvieron una responsabilidad compartida con lo que estaba
ocurriendo. Y por eso tienen que hacer una revisión crítica de ese
pasado. Hasta ahora no han sido capaces de hacerlo porque sería
cuestionar su propia trayectoria." (Entrevista a Florencio Domínguez, eldiario.es, 19/10/16)
No hay comentarios:
Publicar un comentario