"(...) Ya no hay tiros en la nuca, ni bombas, ni atentados, pero a nivel social “nada ha cambiado”,
se resigna Elías, quien, de forma voluntaria o instintiva, no para de
observar hacia uno y otro lado durante la entrevista. La sombra de las
miradas asesinas siempre está ahí presente. “Te matan con la mirada”, incide.
Es víctima de ETA
pero también del odio. Por eso, está obligada a buscar el extrarradio
en la ciudad guipuzcoana que la vio crecer. Ya no le sorprende entrar a
un bar y que la camarera huya al otro lado y se tenga que ir a los minutos
del establecimiento porque no la atiende nadie. Tampoco le irrita ya.
Se ha habituado.
Pero a lo que nunca podrá acostumbrarse, por mucho que
pasen los años, es a tener que hacer de tripas corazón al pasar por la
cristalería que montó en los bajos de su edificio el etarra que asesinó
en 1980 a su marido, el concejal de UCD Ramón Baglietto. Sus dos hijos, si tienen que ir a casa, optan por los domingos para no cruzarse con “el maldito”.
Una vez finalice el encuentro con El Confidencial, Elías, que pasa buena parte de su tiempo en Zarautz,
donde viven sus dos hijos, tiene que pasar por casa a recoger la
correspondencia. Y se le volverá a “remover el estómago” como siempre
que tiene que enfrentarse con el macabro pasado.
“No es fácil porque te
hace recordar a todas las horas”, esgrime. Y volverá a tener que
contenerse, como cuando escucha a la mujer del pistolero de su marido
quejarse porque va “orgullosa, con la cabeza alta” por el pueblo. “Y encima quieren que baje la cabeza. Ni se lo creen”, asevera.
Elías es la evidencia de que poco o nada ha cambiado en Euskadi. Ella cierra la lista electoral del PP de Guipúzcoa de cara a las autonómicas del 25 de septiembre, mientras que EH Bildu ha reservado este puesto cargado de simbolismo para una antigua jefa de ETA recién salida de prisión, Elena Beloki.
“No hay más que decir. Es lo que es”, se limita a responder para que
los hechos hablen por sí mismos. Pero no se reprime: “Todavía hay muchos
etarras por la calle que nos persiguen a las víctimas”.
No para aniquilarlas físicamente, pero sí para desterrarlas. “Les
hacemos recordar lo que ha sido ETA y lo que quieren borrar”, sostiene. (...)
En cierto modo, se sienten “arrinconadas”. Aunque,
advierte, “va a costar mucho” silenciarlas. “Estaremos al pie del
cañón”, se ratifica. No se cree el “perdón” que el lendakari y candidato
a la reelección por el PNV, Iñigo Urkullu,
pidió a las víctimas hace un año por la desatención institucional
durante décadas.
“A mí personalmente nadie del Gobierno vasco me ha
pedido perdón”, replica para dejar constancia de que “yo ni perdono ni
olvido”. Por ello, se muestra muy crítica con la actitud del PSOE. “No
entiendo cómo teniendo tantas víctimas en sus filas están colaborando a que se las olvide”, censura quien lleva 19 años con escoltas a sus espaldas. (...)
Y se despide, al igual que empieza la cita, batallando. “Lucharemos con todo lo que podamos. No tendremos mucha fuerza, pero lo haremos aunque sea hablando, porque no nos vamos a callar”. (Entrevista a Pilar Elías, El Confidencial, 12/09/16)
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