"(...) Ante el tendencioso
desajuste habitual, se buscó en los últimos años un método científico
para contar las aglomeraciones.
Así
nació Lynce, una empresa que contabilizó —uno a uno, según dijeron— muy
a la baja grandes protestas y de distinto signo ideológico como la
manifestación contra el aborto de 2011 en Madrid (ellos dieron 37.742
participantes y la Policía Nacional 250.000) o la marcha contra la
sentencia del Estatut de 2010 (su cifra fue de 74.000 asistentes y la de
la Guardia Urbana, 1,2 millones). La agencia EFE les contrató para
esa última medición, realizada con fotos aéreas y una supuesta precisión
hasta entonces inédita. Sin embargo, luego supimos que la exigua cifra
se obtuvo con fotos realizadas a las 20.30, cuando la manifestación
empezaba a disolverse. Profesionalmente discutida y con cierto fracaso
comercial, la empresa cerró en 2012.
A falta de otros métodos y disconforme con las cifras oficiales,
Sociedad Civil Catalana pidió el año pasado a dos catedráticos que
utilizaran un nuevo sistema estadístico para medir la convocatoria de la
Meridiana.
La base era el conteo real de varias zonas de la
manifestación, y luego mandaron al Center for Research in Computer
Vision (CRCV) de la Universidad de Florida Central (EEUU) las imágenes
de la marcha (con instantáneas de hasta de 67 tramos) para que aplicaran
un software que contaba asistentes.
"Eran muchos pero eran menos. Eran independentistas pero no todos. Eran
anónimos pero nunca hubo tantos representantes políticos. Este año, la
Diada de Catalunya fue un plato agridulce. (...)
Bajada del suflé para algunos, cuestión de paciencia para otros. Pero
más allá de las cifras, el sentimiento general de los asistentes a la
manifestación de Barcelona oscilaba entre el cansancio y la fe. Para
María, de 27 años, esta Diada era “más floja” que los años anteriores,
“no era tan emotiva, no había tanta gente”.
“Faltaba música, animación”,
decía su amigo Fran, que asistía por primera vez. La motivación de algunos iba disminuyendo a medida que se alejaban
del escenario donde se leía un fragmento del manifiesto y se
retransmitía en directo la actuación de las otras cuatro ciudades.
“Cada
vez da más pereza”, explicaba Manel, de 38 años; “este año, por
ejemplo, no me apunté en la web antes de venir, fue más improvisado, ni
sabía lo que teníamos que hacer”, comentaba antes de matizar: “Eso sí,
yo saldré a la calle las veces que haga falta”. (...)
Pero, en general, la expectación mediática tampoco era comparable con
la que generaron las primeras Diadas. A nivel internacional, el nuevo
jefe de prensa de la ANC, Adrià Alsina, reconoció que varios medios
extranjeros le habían comentado que “venir a cubrir la Diada no deja(ba)
de ser más de lo mismo”. Algo que se notaba también en la sala de
prensa del Palau de la Generalitat, por la mañana, en el tradicional
encuentro del president con la prensa extranjera, menos numerosa.
A nivel local también más de uno habrá oído las críticas poco
disimuladas de los periodistas catalanes quejándose de la organización y
criticando —en voz más baja, eso sí— el “paripé” de un acto “aburrido”.
Parece que hasta los periodistas están cansados de tantos días
históricos en Cataluña aunque, como lo dice el refrán catalán, ‘el
trabajo lo hacen los cansados’. (...)" (Elise Gazengel, CTXT, 12/09/16)
"Miles de personas salieron ayer a las calles de Cataluña, en nutridas manifestaciones. (...)
Que ello suceda por quinto año consecutivo y sin haber logrado en este
lustro ninguna meta de la que enorgullecerse dice mucho del tesón del
movimiento nacionalista y secesionista.
Pero no puede ignorarse que la Diada de ayer resultó mucho menos
concurrida que las precedentes. Este dato debería ser aleccionador,
sobre todo para quienes, como sus convocantes, la presencia masiva en
las calles resulta más determinante que la mayoría en las urnas.
Los ciudadanos movilizados alcanzaron una cifra entre la mitad y los
dos tercios de las ediciones anteriores. Este descenso, bien edulcorado
por unas convocatorias descentralizadas, no equivale al final del ímpetu
independentista, pero sí marca sus límites y su incapacidad para
allegar fuerzas de refresco.
Desde esta óptica, lo más significativo es que la menor asistencia se produce justo cuando el movimiento comunero
dirigido por Ada Colau —y no por sus aliados de Iniciativa— se apunta a
la convocatoria alegando un soberanismo indefinido y escasamente
coherente con las prioridades de la mayoría de sus electores, más
motivados por una agenda social que por el nacionalismo. (...)" (Editorial, El País, 12/09/16)
"(...) Aunque la Guardia Urbana ha cifrado en 800.000 los participantes en las cinco manifestaciones, Societat Civil Catalana ha informado que han sido 292.000 los manifestantes en la Diada de Catalunya.
El
hecho de haber diversificado la Diada en cinco manifestaciones
distintas ha sido relacionado con el intento de los organizadores de
camuflar la bajada de participación. El número de inscritos a las cinco
manifestaciones, como reconoció un portavoz de los convocantes, era
inferior al de años anteriores: 370.00 frente al medio millón de la
última edición. (...)" (Vox Populi, 11/09/16)
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