"(...) Menos propicio al pitorreo resulta el pasaje del manifiesto koinita
que alude a la inmigración castellanohablante como “instrument
involuntari de colonització lingüística”.
No hace falta la osadía
epistemológica del abuelo Segismundo (Freud) para entender que semejante
afirmación dinamita incluso la más tenue posibilidad de una concepción
laica de la catalanidad, dejando bien clarito que la única concepción
válida para los patriotas recalcitrantes pasa por ser nacionalista, sí o
sí.
¿Pero no habíamos quedado en que el mensaje integrador de Paco
Candel era el bueno y en que había sido admirable la defensa del catalán
llevada a cabo por los obreros de lengua materna castellana? Presos de
su fantasía febril y de sus preocupantes ansias de pureza, los miembros
del Koiné harían bien en leer las páginas que el profesor Horacio Capel
dedicó en su día al tema en cuestión, demostrando de manera impecable e
implacable que el flujo migratorio aludido tuvo lugar por motivos de
orden exclusivamente económico.
Esperemos que, como efecto colateral del
Manifest, en Madrit no surja mañana un movimiento
políticamente fantasmagórico que denuncie la colonización involuntaria
del parque del Retiro o de la Puerta del Sol por parte de los
desheredados que, a mediados del siglo pasado, en lugar de ir a
Barcelona o Bilbao a ganarse la vida y a producir una riqueza que no
vieron ni en pintura se asentaron en Vallecas o en Simancas.
Aparte de ideológicamente perversa y repulsiva, la alusión colonizadora del Manifest
es estúpida respecto a los intereses de sus impulsores en la medida que
supone tirotearse los propios juanetes. Puesto que si el nacionalismo
local ha podido conducir Cataluña hasta la situación presente ha sido en
gran medida gracias a muchos de los hijos de aquellos “colonizadores”
que hoy se han apuntado a la cofradía independentista por razones bien
poco espirituales.
Más allá de deteriorar la imagen de la revolta dels somriures en favor de un mohín bucal crispado, cerril y venenoso, es obvio que el clamor koinita responde a la frustración e impaciencia de unos cuantos ante el viaje a ninguna parte en que se está convirtiendo El Procés.
Frustración e impaciencia, en suma, ante un panorama político
delirantemente esquizofrénico en el que los líderes nacionalistas, por
un lado, se reafirman en su voluntad de desconexión metafísica de España
mientras que, por otro, envían a miembros de su govern a
reuniones semiclandestinas en recoletas estancias de aeropuerto para
pedir socorro a ministros del gabinete del que pretenden desvincularse
para toda la eternidad. Si el mundo nos mira, como afirman algunos
suspirando de dicha, seguro que lo hace estupefacto."
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