"El manifiesto de un grupo de lingüistas –Koiné- exigiendo que el catalán sea la única lengua oficial en una hipotética república independiente
tiene el peligro de echar al traste muchos años de trabajo tanto del
catalanismo como del independentismo.
No solo por su propuesta de
imponer una lengua en un estado –que es una idea propia del siglo XVIII y
no del siglo XXI- sino por el relato alternativo que plantea de la
historia de Catalunya desde 1714 hasta hoy y del papel de la lengua en
ese devenir histórico.
Sus argumentos no han formado parte jamás del
catalanismo hegemónico y muchos pensábamos que tampoco formaban parte
ahora del independentismo que también pretende serlo.
Los autores de
este manifiesto vuelven al paradigma etnicista y colonial:
Catalunya no existiría si no tuviera una lengua propia y ha sido
“dominada” no solo por el Estado sino también por la mitad de sus
habitantes. Fueron este tipo de planteamientos los que hicieron durante
siglos del independentismo un movimiento residual, no solo en el país
sino principalmente dentro del catalanismo. Por diversos motivos.
En primer lugar, el catalanismo ha considerado siempre que el problema
político lo tenían los habitantes de Catalunya con el Estado, ni entre
ellos ni con los habitantes del resto de España. Así lo vieron los
regionalistas de derechas y los federalistas de izquierdas.
En segundo
lugar, el catalanismo sobrevivió al franquismo gracias a un lema surgido
de las entrañas del PSUC: “dues llengües, un sol poble”.
Y en
tercer lugar, la adscripción a la catalanidad nunca se ha basado en la
asimilación lingüística: es catalán –ha dicho el catalanismo- quien vive
y trabaja en Catalunya y quiere serlo. La desvinculación entre lengua y
ciudadanía no es pues una mera táctica del independentismo para crecer
sino que forma parte del núcleo duro del catalanismo.
Este manifiesto
será utilizado con razón por quienes siempre han defendido que el
catalanismo o el independentismo eran un nacionalismo totalitario con
piel de cordero. Los nervios gremiales han traicionado a todo un
movimiento cívico.
Sus líderes, si aún existen, se la juegan en este
envite: o lo atajan o el independentismo volverá a ser residual como
cuando lo dirigían algunos de los firmantes." (Albert Sáez, El Periódico, 01/04/16)
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