"Visiblemente emocionado tras conocer el resultado de la reñida votación,
Josep Maria Álvarez declaró la madrugada del domingo pasado que «es la
primera vez en España que la catalanofobia no ha ganado» y que la UGT es
«la primera organización estatal donde la catalanofobia no funciona».
Unas apreciaciones que, primero, son falsas, por cuanto da a entender
que es el primer catalán que accede al liderazgo de una entidad a nivel
español, olvidando por ejemplo que ahora mismo Juan Rosell preside la
patronal CEOE. La lista de catalanes que son o han sido dirigentes
asociativos españoles sería muy larga.
Segundo, la alusión a la
catalanofobia es grave y, sin embargo, no ha merecido por su parte mayor
concreción cuando ha sido preguntado posteriormente. Porque una de dos:
o el nuevo líder ugetista tiene razón y, en efecto, hubo catalanofobia
en el 42 congreso confederal, o esa llamativa valoración de su victoria
revela el dañino argumento que tenía pensado utilizar en caso de
derrota.
¿A qué se refiere cuando afirma que ha «sentido la
catalanofobia» y que se ha visto «interpelado» por ella al final del
proceso electoral? ¿Hubo aversión de una parte de los congresistas hacia
su persona por ser catalán o estamos ante una cuestión diferente, de
naturaleza estrictamente política? (...)
Las dificultades ante la apretada votación que le enfrentó de
madrugada a Miguel Ángel Cilleros tenían una sola procedencia: su apoyo a
la autodeterminación de Catalunya y la participación de la UGT catalana
en actos de la ANC y Òmnium Cultural, incluyendo su presencia en las
manifestaciones de la Diada del 2013 y el 2014, cuyo objetivo
secesionista era inequívoco.
La prueba de su excelente sintonía con el
separatismo es que tanto CDC como ERC han saludado efusivamente la
elección del nuevo líder sindical.
Sin embargo, a tenor del afinado oportunismo demostrado por Álvarez
al frente del sindicato catalán lo más probable es que el soberanismo
haya perdido un aliado.
Ahora, como secretario general de la UGT, todo
ese devaneo a favor de un referéndum carece de sentido, y sus
prioridades en Madrid serán otras, desde resolver los problemas
organizativos del sindicato hasta hacerse con un papel en la política
española. Sus desmentidos de última hora así lo acreditan.
Al ser
atacado la víspera del congreso por el secretario general saliente,
Cándido Méndez, en una maniobra por otro lado precipitada y torpe,
Álvarez se desmarcó de la autodeterminación y sostuvo que el derecho a
decidir es otra cosa, negando las hemerotecas, donde en síntesis
afirmaba que si Catalunya no logra otra relación con España la
alternativa de irse es posible. (...)
Ante la embestida de Méndez, corrió a hacer suya la resolución del
comité confederal del 2014 y enfatizó tanto como pudo que su posición
era plenamente coincidente con la de UGT: promover una reforma
constitucional hacia el Estado federal. (...)
El caso de Álvarez es el exponente de un mal que ha aquejado al conjunto
del sindicalismo catalán: la sumisión al discurso nacionalista desde
tiempos del pujolismo, que lo ha dejado desarmado ante el secesionismo
insolidario y supremacista.
En las elecciones del pasado 27-S, ni UGT ni
CCOO en Catalunya fueron capaces de trasladar las posibles
consecuencias que para los trabajadores tendría la hipótesis de la
secesión que Junts pel Sí y la CUP pusieron encima de la mesa. En el
debate sobre qué pasaría con las pensiones y la caja única de la
Seguridad Social, los sindicatos catalanes estuvieron completamente
ausentes.
Un sindicalismo perdido y confuso se ha convertido en otro de
los eslabones débiles de la izquierda en Catalunya. La desafortunada
alusión de Álvarez a la catalanofobia ante una victoria final incierta
subraya sobre todo la enorme irresponsabilidad de alguien que estaba
dispuesto a recurrir a la demagogia para justificar su derrota." (Joaquim Coll, El Periódico, 19/03/16)
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