"(...) El nacionalismo es un pensamiento reaccionario comparable al sexismo o al racismo
La premonición que le hace Pettis al PSOE sobre que “se puede ver
presidiendo un giro de España y de Europa hacia una derecha
nacionalista”, coincide con las opiniones de Félix Ovejero y Joschka
Fischer referidas anteriormente, para los que:
“[Los nacionalismos
catalán y vasco] son una fuerza antidemocrática en dos sentidos: en el
plano económico, decidiendo unilateralmente sustraerse a compromisos
redistributivos y, en el plano político, decidiendo la segregación
respecto de aquellos a los que no juzgan iguales” (Félix Ovejero).
Y,
“[para los nacionalistas] la comunidad política no es producto del
compromiso de sus ciudadanos con un orden constitucional y jurídico
compartido, sino que, como en los años treinta, la pertenencia a la
nación deriva de compartir una ascendencia. La política identitaria es
un ámbito de fundamentalismo, no de debate racional.” (Joschka Fischer). (...9
La actual vuelta de las clases populares a la atracción por el nacionalismo.
En su esfuerzo de búsqueda de las claves del fenómeno nacionalista, Ernst Gellner, en Encuentros con el Nacionalismo, 1994, nos explicaba que:
Una
persona no es meramente (como insiste el retruécano alemán) lo que
come, sino también lo que habla, viste, baila… […] La «etnicidad» o
«nacionalidad» es simplemente el nombre de la condición que prevalece
cuando muchos de estos límites convergen y se solapan. […]
La etnicidad
se vuelve «política» y da lugar al «nacionalismo» cuando el grupo
«étnico» definido por estos límites culturales solapados no se limita a
ser intensamente consciente de su propia existencia sino que también
está imbuido de la convicción de que el límite étnico debería ser
también el límite político.
El requisito es que las fronteras de la
etnicidad deberían ser también las de la unidad política y sobre todo
que los gobernantes de la unidad deberían ser de la misma etnicidad que
los gobernados. Los extranjeros no son bienvenidos en la unidad
política, al menos en un número considerable, y son, particularmente
poco bienvenidos como gobernantes.
Cabe decir, por tanto, que
el impulso nacionalista surge de los gobernantes cuando éstos quieren
imbuir en los gobernados la convicción de que el límite étnico debería
ser también el límite político, y que, por tanto, los gobernantes de la
unidad deberían ser de la misma etnicidad que ellos, y no extranjeros
que no son bienvenidos a hacerles la competencia en esa tarea. (...)
La razón del resurgimiento nacionalista en esta coyuntura de crisis, y
sobre todo, la principal razón de que ese retrógrado sentimiento
nacionalista se haya apoderado de amplios sectores populares, como
ocurrió en la devastadora depresión de los años 1930, está de nuevo en
que, como entonces, se está apoderando de los ciudadanos el miedo a que
ese ambiente de aceptable nivel de riqueza, seguridad y progreso que ha
constituido su vivencia cotidiana en los últimos tiempos, haya entrado
en una fase de profunda decadencia.
(...) se trata de un conocido proceso por el que la gran mayoría de la
población encuadrada en las clases medias (y las trabajadoras) –el 99%-,
se ve forzada a ceder gran parte de su riqueza a una exigua oligarquía
internacionalizada presidida por los grandes banqueros –el 1%- para lo
que esta oligarquía cuenta con la colaboración de la clase política,
hasta ahora. Este fenómeno económico ha empezado a volver a ser
analizado por algunos pensadores críticos de la izquierda como un caso
rampante de «acumulación por desposesión» (tal vez el término suene un
poco fuerte), que ha venido a reforzar la usual «acumulación por
explotación» en un momento en que las ganancias que se pueden obtener
por esta segunda vía, que ha sido la habitual, ya no son suficientes
para rentabilizar la ingente masa de capital acumulada tras más de 60
años de crecimiento económico ininterrumpido (...)
Se da la circunstancia de que Europa, a diferencia de EEUU, no ha
sabido responder a esos problemas dando paulatinamente cabida en su
mercado a los productos (y entrada al flujo de personas) provenientes de
las grandes áreas económicamente menos avanzadas que le quedaban
próximas.
Mientras EEUU ha prestado cierta atención a América del Sur y
Asia del Sur y Este, Europa, bajo el dictado alemán, no ha sabido o
querido responder a esos problemas, y se encuentra incapaz de atender
adecuadamente las demandas de la cuenca Mediterránea -la propia y la
ajena-, de políticas de crecimiento y apertura, de forma parecida a como
lo ha hecho EEUU.
Y, en ausencia de un tratamiento acertado,
estos cambios profundos no están encontrando más soluciones que las
superficiales de levantar vallas y muros materiales (alambradas) y/o
étnicos (nacionalismos), promovidas por conservadores y populistas,
alternativa o simultáneamente.
Tratar de levantar esos equivocados
parapetos frente a la posible pérdida de bienestar a manos de otros que
en realidad están siendo explotados como ellos y por los mismos que
ellos, es la razón por la que las clases populares han vuelto a sentir
atracción por el nacionalismo. (...)" (Serafín Mateo , Rebelión, 21/01/16)
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