29/1/16

El nacionalismo es un pensamiento reaccionario comparable al sexismo o al racismo

"(...) El nacionalismo es un pensamiento reaccionario comparable al sexismo o al racismo 

La premonición que le hace Pettis al PSOE sobre que “se puede ver presidiendo un giro de España y de Europa hacia una derecha nacionalista”, coincide con las opiniones de Félix Ovejero y Joschka Fischer referidas anteriormente, para los que: 

“[Los nacionalismos catalán y vasco] son una fuerza antidemocrática en dos sentidos: en el plano económico, decidiendo unilateralmente sustraerse a compromisos redistributivos y, en el plano político, decidiendo la segregación respecto de aquellos a los que no juzgan iguales” (Félix Ovejero).

 Y, “[para los nacionalistas] la comunidad política no es producto del compromiso de sus ciudadanos con un orden constitucional y jurídico compartido, sino que, como en los años treinta, la pertenencia a la nación deriva de compartir una ascendencia. La política identitaria es un ámbito de fundamentalismo, no de debate racional.” (Joschka Fischer). (...9

La actual vuelta de las clases populares a la atracción por el nacionalismo.

En su esfuerzo de búsqueda de las claves del fenómeno nacionalista, Ernst Gellner, en Encuentros con el Nacionalismo, 1994, nos explicaba que:

Una persona no es meramente (como insiste el retruécano alemán) lo que come, sino también lo que habla, viste, baila… […] La «etnicidad» o «nacionalidad» es simplemente el nombre de la condición que prevalece cuando muchos de estos límites convergen y se solapan. […] 

La etnicidad se vuelve «política» y da lugar al «nacionalismo» cuando el grupo «étnico» definido por estos límites culturales solapados no se limita a ser intensamente consciente de su propia existencia sino que también está imbuido de la convicción de que el límite étnico debería ser también el límite político. 

El requisito es que las fronteras de la etnicidad deberían ser también las de la unidad política y sobre todo que los gobernantes de la unidad deberían ser de la misma etnicidad que los gobernados. Los extranjeros no son bienvenidos en la unidad política, al menos en un número considerable, y son, particularmente poco bienvenidos como gobernantes.

Cabe decir, por tanto, que el impulso nacionalista surge de los gobernantes cuando éstos quieren imbuir en los gobernados la convicción de que el límite étnico debería ser también el límite político, y que, por tanto, los gobernantes de la unidad deberían ser de la misma etnicidad que ellos, y no extranjeros que no son bienvenidos a hacerles la competencia en esa tarea.  (...)

La razón del resurgimiento nacionalista en esta coyuntura de crisis, y sobre todo, la principal razón de que ese retrógrado sentimiento nacionalista se haya apoderado de amplios sectores populares, como ocurrió en la devastadora depresión de los años 1930, está de nuevo en que, como entonces, se está apoderando de los ciudadanos el miedo a que ese ambiente de aceptable nivel de riqueza, seguridad y progreso que ha constituido su vivencia cotidiana en los últimos tiempos, haya entrado en una fase de profunda decadencia.  

(...) se trata de un conocido proceso por el que la gran mayoría de la población encuadrada en las clases medias (y las trabajadoras) –el 99%-, se ve forzada a ceder gran parte de su riqueza a una exigua oligarquía internacionalizada presidida por los grandes banqueros –el 1%- para lo que esta oligarquía cuenta con la colaboración de la clase política, hasta ahora. Este fenómeno económico ha empezado a volver a ser analizado por algunos pensadores críticos de la izquierda como un caso rampante de «acumulación por desposesión» (tal vez el término suene un poco fuerte), que ha venido a reforzar la usual «acumulación por explotación» en un momento en que las ganancias que se pueden obtener por esta segunda vía, que ha sido la habitual, ya no son suficientes para rentabilizar la ingente masa de capital acumulada tras más de 60 años de crecimiento económico ininterrumpido  (...)

Se da la circunstancia de que Europa, a diferencia de EEUU, no ha sabido responder a esos problemas dando paulatinamente cabida en su mercado a los productos (y entrada al flujo de personas) provenientes de las grandes áreas económicamente menos avanzadas que le quedaban próximas. 

Mientras EEUU ha prestado cierta atención a América del Sur y Asia del Sur y Este, Europa, bajo el dictado alemán, no ha sabido o querido responder a esos problemas, y se encuentra incapaz de atender adecuadamente las demandas de la cuenca Mediterránea -la propia y la ajena-, de políticas de crecimiento y apertura, de forma parecida a como lo ha hecho EEUU.

Y, en ausencia de un tratamiento acertado, estos cambios profundos no están encontrando más soluciones que las superficiales de levantar vallas y muros materiales (alambradas) y/o étnicos (nacionalismos), promovidas por conservadores y populistas, alternativa o simultáneamente. 

Tratar de levantar esos equivocados parapetos frente a la posible pérdida de bienestar a manos de otros que en realidad están siendo explotados como ellos y por los mismos que ellos, es la razón por la que las clases populares han vuelto a sentir atracción por el nacionalismo.  (...)"                 (Serafín Mateo , Rebelión, 21/01/16)

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