"(...) Anna Gabriel dedicó la resolución aprobada el pasado 9 de noviembre a
todos los que la precedieron en la lucha, por la plena libertad
política, especialmente, a las niñas que iban a trabajar a la fábrica
subidas a una caja de madera para poder alcanzar el telar. (...)
Gracias, muchas gracias. Pero no es eso ni fue eso.
Gabriel
sabe o debería saber que muchos (y muchas por supuesto, ni digo todos)
de los que la precedieron en la lucha por las libertades políticas
ciudadanas, que incluye inexorablemente para las gentes trabajadoras la
justicia, la equidad y la fraternidad, están a años-luz (y camnando en
sentido contrario) de sus posiciones independentistas, las que rompen un
demos común y el conjunto de las clases trabajadoras catalanas.
A mi me toca hablar de esas niñas que iban a la fábrica para subirse en
cajas de madera. Fue el caso de mi madre, de mi hermana e incluso fue
mi caso, si no es descortesía y vanidad recordarlo.
Cuando empecé a
trabajar a los 13 años no llevaba cajas de madera pero temblaba, como
señaló el poeta asesinado, ante el terror pálido de los directores. Lo
dejo aquí. Hablo de mi madre y de mi hermana, trabajadoras ambas nacidas
en Aragón pero obreras en fábricas de Barcelona y alrededores.
Si Gabriel las incluyó en su dedicatoria (creo que sí, no puede ser de
otro modo) se ha equivocado. Ellas, que sufrieron el fascismo y la
explotación (también de la burguesía y empresariado catalán que acumuló y
disfrutó de fortunas con ello) nunca abonarían una ruptura, una
secesión con el resto de trabajadores y trabajadoras de los otros
pueblos de España.
Eran parte de esos grupos como ellos son
parte de nosotros, y a los cuales seguimos unidos por millones de lazos
familiares y de amistad, y en muchos casos, de admiración. Por millones.
¿Fronteras entre ellos y nosotros, entre nosotros y nosotros, entre una
parte de nosotros mismos y otra parte de nosotros mismos? ¿Romper con
ellos, romper con nosotros? ¿Trazar separaciones con gentes que queremos
y admiramos? ¿Con los compañeros gallegos, con los amigos de Euskadi?
¿Con el Madrid de Enrique Ruano, de los abogados laboralistas
asesinados, de Daniel Lacalle, de Martínez Llaneza y Manuela Carmena?
¿Con el Aragón de Labordeta y La Bullonera? ¿Con el Burgos de Gamonal
que lucha contra el fracking? ¿Con todo eso queremos romper? ¿Para
unirnos en un “nuevo país” a Mas, Pujol, Ferrusola and Co? ¿Para eso y
con esa compañía queremos formar un nuevo estado?
Si Anna
Gabriel y sus amigos creen que es absolutamente necesario la creación de
un Estado catalán, que lo construyan o ayuden a construirlo en
Pedralbes y en sus alrededores. En los barrios altos, para la gente
rica. Para las 400 familias y sus amigos. Que cocinen ellos mismos, que
trabajen ellos mismos, que se cuiden entre ellos y que se limpien su m.
Estoy seguro que Anna y sus compañeros no solicitarían residencia en ese
nuevo Estado de plutócratas. Otras mundos y otras salidas rupturistas
son posibles y éstan en este, en este mundo y con el resto de pueblos
explotados y oprimidos de España que también han dicho y quieren seguir
diciendo: ¡basta!, ¡basta! ¡Por la justicia, la salud, la libertad y la
felicidad! (...)" (Salvador López Arnal, en Rebelión, 14/11/15)
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