"(...) El separatismo, no solo está agotado en términos electorales, sino
profundamente dividido. El desacuerdo en torno a la elección del
presidente de la Generalitat revela muchas cosas sobre el origen del
proceso soberanista, su fondo oportunista y personalista, y pone de
manifiesto que la estrategia entre CDC y los anticapitalistas para
mantener viva la tensión secesionista y recabar nuevos apoyos es
incompatible.
Pero vayamos por partes. El análisis en profundidad del
apoyo en las urnas al separatismo muestra que no es mayoritario y que ha
agotado todas sus reservas.
El estudio del Observatorio Electoral de
Cataluña para Societat Civil Catalana, a cargo de los profesores Albert
Satorra (UPF), Josep M. Oller (UB) y Montserrat Baras (UAB), aporta un
dato clave: la “abstención movilizada” en 2015 (unos 460.000 nuevos
electores en relación a las autonómicas de 2012) benefició de manera muy
sustancial a los partidos no independentistas. Concretamente, solo el
38,3% de los nuevos votantes eligió las papeletas de JxSí y la CUP. (...)
La conclusión es que el separatismo ha agotado sus caladeros
electorales. En la zona rural, allí donde podría seguir sacando alguna
ventaja entre los nuevos votantes, la participación se sitúa ya en el
81% y difícilmente puede aumentar mucho más. En cambio, en la zona
urbana, sigue habiendo una abstención diferencial de 4,7 puntos de media
(frente al 5,9% de 2012), lo que permite suponer que los partidos no
separatistas tienen margen para seguir creciendo. (...)
Al agotamiento electoral se le suma la fractura interna que está
sufriendo el separatismo por el desacuerdo entre Junts pel Sí y la CUP.
La desavenencia es profundamente estratégica. Los anticapitalistas no
quieren investir a una figura con tantas sombras de corrupción como
Artur Mas.
La negativa completa de CDC de ceder en este aspecto
proponiendo otro nombre desmiente la retórica, según la cual, las
personas pasaban a un segundo plano ante la oportunidad histórica del
proceso soberanista. Y básicamente no hace más que subrayar el giro
oportunista que hizo el nacionalismo antaño moderado y pactista.
El
estallido social en 2011, con episodios como el asedio al Parlament, y
la mayoría absoluta del PP en las Cortes, hizo que Mas buscara al año
siguiente un terreno de enfrentamiento que le permitiera galvanizar el
descontento ciudadano por la crisis.
Para el nacionalismo conservador el separatismo ha sido un muro de
contención social interno, el ensayo de un peronismo a la catalana, y un
frente de negociación con Madrid, donde parecía que en el peor de los
casos no había nada que perder
En cambio, para la CUP, que la noche
electoral leyó correctamente los resultados al afirmar que se había
perdido el plebiscito, el ensanchamiento de la opción separatista solo
puede producirse hacia la izquierda, incorporando a Catalunya Sí que es
Pot (CSQP) al proceso constituyente tras elegir a un nuevo presidente
que no se identifique con los recortes y las privatizaciones. (...)" (
Joaquim Coll
, El País, 1 DIC 2015)
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