"¿De dónde proviene geográficamente el voto independentista? Un estudio presentado por SCC,
coordinado por Felipe Moreno y en el que han participado, entre otros,
los catedráticos de estadística Albert Satorra, de la UPF, y Josep Maria
Ollé, de la UB, y la de derecho constitucional Montse Baras, dibuja un
mapa muy claro.
Municipios pequeños, preferentemente de la Cataluña
interior no fronterizos con otras Comunidades Autónomas, en los que el
independentismo sobrepasa el 55% del censo. Por contrario, es débil en
la Cataluña costera y urbana, con porcentajes de media de algo más del
30%. Dos ejemplos extremos: en algunos municipios como Tarrés o Vidrià
el voto independentista sobrepasó el 70% del censo, y en Ciutat Badía
apenas superó el 10%.
Profundizando algo más en esta distribución geográfica vemos que en
la ciudad de Barcelona los mejores resultados para el independentismo se
concentran, además de en Gracia, en los barrios residenciales de mayor
nivel de renta, Sarrià, Eixample y Les Corts, con más del 40% de voto
independentista, mientras que en la Zona Franca no llega al 15%.
Otro dato de interés del estudio de SCC: el aumento de participación
del 27S respecto a 2012 fue a parar mayoritariamente a los partidos no
independentistas, en concreto, 6 de cada 10 votos.
Pero mientras en las
zonas secesionistas la participación ya es muy alta, en las zonas menos
secesionistas todavía queda un largo camino para incrementar la
participación. Por ejemplo, entre Torre Baró y Sarrià el diferencial de
participación es de más de 20 puntos. Parece pues que todavía queda una
reserva de voto no secesionista que, en otras circunstancias, puede ser
movilizado, mientras el voto secesionista parece haber tocado techo,
salvo en lo referente a jóvenes que alcancen la mayoría de edad.
El independentismo se nutre de clases medias y populares movilizadas
por razones identitarias --hablar y sentirse solo catalán-- o, entre
votantes de la CUP sobre todo, por la izquierda antisistema que ve la
independencia como una forma de llevar a cabo una revolución social de
carácter anticapitalista.
Pero el núcleo duro del movimiento secesionista está integrado por la denominada 'clerecía', en palabras de Benito Arruñada y Victor Lapuente,
es decir: "Quienes viven de crear, preservar y diseminar la cultura
nacional.
En la Cataluña de hoy, eso incluye a funcionarios, escritores,
académicos y demás profesionales dedicados a una amplia serie de
actividades, que abarca desde escribir poemas a diseñar balanzas
fiscales, desde dar clases de bachillerato a presentar noticias o
producir teleseries. [...]
Con la independencia, la clerecía catalana
multiplicaría la demanda de sus servicios, como ya lo logró con la
Administración autonómica. Hasta el mismo proceso soberanista le resulta
rentable, pues, cuanto más tormentosas son las relaciones con el resto
de España, más se venden muchos de sus productos. De libros a tertulias.
Al contrario que los de la burguesía, que se venden menos.
Por eso, a
la clerecía le interesa agitar las aguas; mientras que la burguesía
desea calmarlas. Ésta teme por el valor y la seguridad de sus
inversiones, sus ingresos y sus empleos, todos ellos en duda hasta que
una Cataluña independiente lograra estabilizarse política, económica y
socialmente".
La 'clerecía' gana aunque Cataluña en su conjunto se empobrezca. Al
igual que algunos empresarios que viven básicamente de vender bienes o
prestar servicios a la administración.
Por eso el núcleo duro del
independentismo lo encontramos en los medios de comunicación, entre
funcionarios, maestros o profesores que utilizan el catalán como una
forma de eliminar competencia y tener mayor reconocimiento social sin
perder la opción de competir en el mercado español, mucho menos sectario
en este tema y en el que no existe la barrera del idioma, al menos
entre las generaciones no educadas en la inmersión lingüística.
En conclusión, 'clerecía' y Cataluña rural son los puntos fuertes del
secesionismo que parece haber tocado techo en su movilización
electoral. Estos sectores apuestan por la independencia al margen de sus
consecuencias económicas por razones identitarias y/o de interés
económico.
Un Estado con más poder y competencias les favorece aunque el
conjunto de la población se empobrezca. En cambio, los sectores
empresariales con presencia en el mercado español y europeo, los
trabajadores de esas empresas, quienes se sienten catalanes y españoles y
se expresan también en castellano, o los que se consideran ciudadanos
del mundo nutren el frente no secesionista.
En esta batalla detentar el Gobierno de la Generalitat es clave. La
red clientelar y el control de los medios publicos de comunicación
dependen de ello." (Francesc Moreno
, Crónica Global, 30/11/15)
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