19/11/15

La fábrica de secesionistas la fundaron los primeros secesionistas. La construyeron antes de que Franco montara la factoría de españolismo rancio y casposo

"(...)  La estrategia nacionalista catalana se remonta a muy atrás. Es un proyecto, en principio nada censurable, de reconstrucción de una cultura no necesariamente vinculada a una etnia (aunque en los años treinta, el inefable Dencàs y su peña de Estat Català, los inventores de la "estelada" cuatricolor, en abierto compadreo con los fascistas italianos y los nazis alemanes, se esforzaban por determinar los rasgos propios de la "raza catalana"). 

Ahora bien, a partir de la transición se puso en marcha una estrategia perfectamente calculada, en parte abierta, en parte solapada, para obtener rentas de la innegable represión de la cultura catalana durante el franquismo (con paradojas, no obstante, como la que hizo que el primer libro de Marx publicado legalmente en la posguerra -Escrits sobre la revolució, o algo así, no recuerdo la editorial- lo fuera en la lengua de Verdaguer; parece que la Autoridad consideraba que, total, como el catalán lo leía poca gente...). 

Con esas rentas, convenientemente invertidas, y aprovechando la "amplitud de miras" de una izquierda que consideraba que todo lo antifranquista era progresista sin más, se fue construyendo el "relato" nacionalista bajo el lema "fer país" (que consistía, en gran medida, en "fer patrimoni", como ha quedado demostrado).

 Pasito a paso: con una TV3 y una Catalunya Radio monolingües, con una política de subvenciones a todo lo publicado en catalán por estar en catalán, con la inmersión lingüística... en catalán, con una información meteorológica que dedica muchísimo más tiempo a enseñarnos bucólicas estampas de la "Dolça Catalunya" que a anunciarnos el tiempo que vamos a tener, etc., etc..., hemos llegado a donde estamos”. 

En cambio, prosigue el autor, “recuerdo perfectamente el ambiente que se vivía en mi infancia, en que el 90% de mis compañeros de clase eran de lengua materna catalana. Pues bien, entonces existía la típica rivalidad ancestral entre pueblos más o menos hermanos que rivalizan (como hacen casi todos los hermanos) pero sin llegar al extremo de considerarse miembros de distintas familias: que si Barcelona era en realidad más grande que Madrid (ya en nuestra tierna edad nos sentíamos agraviados porque el Madrid metropolitano llegara casi hasta Alcalá y, en cambio, l'Hospitalet no formara parte de Barcelona), que si el Barça era el mejor equipo de España (repito: "de España"), que si la sardana era "la dança més bella de totes les dances que es fan i es desfan", sobre todo comparada con la rústica jota (cuando en realidad, la danza popular más antigua y arraigada en Cataluña, como en el resto de España, incluidas Valencia y Mallorca, es precisamente la jota: hasta el siglo XIX la sardana era un baile absolutamente minoritario y de ámbito muy restringido geográficamente, básicamente al Ampurdán; luego se la promocionó como elemento identitario diferenciador). 

En resumen, que tiene mucha razón […]: la fábrica de secesionistas la fundaron los primeros secesionistas, y el negocio les ha ido viento en popa. La construyeron bastante antes de que Franco montara la factoría de españolismo rancio y casposo. 

Esta última sirvió, eso sí, como suele ocurrir en todo mercado competitivo, de acicate para mejorar el proceso productivo y perfeccionar las técnicas de "márketing". Y en eso seguimos”.

¿Adivinan la autoría? Es un gramsciano, tradujo el undécimo cuaderno del revolucionario sardo, es un gran helenista, es un rojo de toda la vida y y fue un gran amigo y compañero de Manuel Sacristán y Francisco Fernández Buey. Profesor y maestro del que suscribe, por supuesto (...)"               (Salvador López Arnal , Rebelión, 07/11/15)

No hay comentarios: