13/11/15

Cataluña entra en el limbo institucional... después de la paródica humillación de Artur Mas

El Limbo...

"La negativa de la CUP a apoyar a Artur Mas en el segundo debate de investidura deja a la Generalitat en una situación de inquietante interinidad, tanto para las aspiraciones independentistas como para la gobernabilidad de Cataluña. (...)

La pregunta que inexorablemente surge es: ¿Y ahora qué? Ahora se pone en marcha la cuenta atrás para alcanzar algún tipo de acuerdo antes del 10 de enero. Será la presidenta del Parlament, Carme Forcadell, la que decida cuándo convocar un nuevo debate y votación de investidura --o todos los que crea convenientes--. Si no hay pacto para elegir a un nuevo presidente autonómico --para lo que basta con una mayoría simple-- habrá nuevas elecciones en marzo.

Mientras tanto, la Generalitat y el Parlament tienen poco margen de maniobra. El Govern en funciones no puede presentar proyectos de ley --tampoco el de presupuestos-- ni dictar decretos legislativos, y solo puede dedicarse a la gestión ordinaria de los asuntos públicos.

Todo esto ocurre en un momento de grandes tensiones políticas y de gran inestabilidad --sustancialmente mayor que la que se vivió en Andalucía en la pasada primavera--. Falta poco más de un mes para las elecciones generales; no hay presupuesto de la Generalitat para 2016; la crisis económica y social no se ha superado; y el desafío independentista se encuentra en su punto álgido. (...)

En las próximas semanas se sabrá si el desencuentro es real o solo responde a una estrategia mediática. Mientras tanto, Cataluña seguirá en el limbo institucional."      (Crónica Global, 12/11/15)

La humillación... en La Vanguardia:

 "Los dos intentos de investidura de Artur Mas han fracasado, pues, esta semana. No puede asegurarse ahora que un tercero, si llegara a producirse, fracasaría también. Pero sí puede afirmarse, y así lo hacemos, que las concesiones que Junts pel Sí ha puesto en bandeja a la CUP nos han parecido disparatadas y, también, lesivas para la dignidad de las instituciones catalanas".         (Editorial La Vanguardia, 13/11/15)

"Se puede perder todo menos la dignidad. No se pueden permitir las instituciones, ni tampoco sus representantes, extraviarla. La dignidad es tan noble que compensa las pérdidas que causa, según un aforismo argentino. A veces, el afán por conseguir lo inalcanzable conduce a ceder lo imposible. Pero este es el camino equivocado, la ruta a ninguna parte. (...)

Estos días preocupa que Artur Mas, en su afán por alcanzar un acuerdo con la CUP, haya forzado tanto la negociación como para rebajar la entidad del cargo e incluso para ponerle fecha de caducidad.  (...)

Dignidad, divino tesoro -sobre todo de la política- que no puede subastarse ni ser puesto en almoneda. Ayer, el prestigioso Financial Times, que se ha mostrado favorable a una negociación en el contencioso catalán, se refería al camino emprendido como "el alocado sprint a la independencia" y pedía un paso atrás de Mas. Y recuperar la dignidad para este momento de la historia."              (Màrius Carol  , Director de La Vanguardia, 13/11/15)

Y en El País:

"(...) En vez de honores, Mas obtuvo una sangrante humillación para sí mismo y para la institución que encarna —tan decisiva para el autogobierno de los ciudadanos catalanes como simbólica para su sentimentalidad histórica— cada día que pasa con entereza decreciente. 

En su empeño por congraciarse con la formación antisistema CUP, el presidente saliente apuntó una oferta de trocear su futura presidencia en tres compartimentos estancos que supondrían sendos minigobiernos incomunicados entre sí, esa “presidencia coral” tan contraria a cualquier Gobierno que merezca ese nombre. Y la redondeó con la promesa de que encajaría, encantado, un contrato a tiempo parcial, a renovar a los 10 meses mediante la presentación de una moción de confianza voluntaria.

O sea: una Generalitat capitidisminuida y de carácter provisional, auténtica herejía para todo catalanista, algo impensable en dignatarios como Josep Tarradellas. Y pésimo desde el punto de vista de la responsabilidad de la gestión diaria ante los ciudadanos afectados por tales desatinos. 

Así se comporta Mas, arrastrando la ley, la dignidad del puesto y la institución de autogobierno con tal de repetir en el cargo: tan es así que de mantener los principios institucionales ya habría —para mejor o peor— otra persona ejerciendo la presidencia.

En este desquiciado viaje, el discípulo predilecto de Jordi Pujol no logró ayer convencer a nadie de que no seguiría rebajando el precio a la patética subasta de sí mismo; que la filosofía moderada que un día le inspiró era arqueología; que no tenía otro horizonte a ofrecer a los catalanes que la peligrosa ilegalidad, la ineficaz pérdida de tiempo y los esfuerzos inútiles. Todo eso mientras sus problemas reales siguen sin obtener un mínimo tratamiento. 

Preguntado insistentemente sobre si acataría la resolución del Tribunal Constitucional que suspendió la resolución de insurgencia política, desobediencia legal y desacato institucional, Mas hizo de Mas. 

 Mientras su vicepresidenta, Neus Munté, había prometido la víspera incurrir en conductas ilegales, el presidente saliente aseguró que actuaría como en el falso referéndum del 9-N, con la despreciable astucia de tirar la piedra y esconder la mano: asegurar su liderazgo político e imputar los actos presuntamente delictivos a los funcionarios. Un gran ejemplo ético.

Mas es políticamente un muerto viviente. (...)"              (Editorial de El País, 13/11/15)

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