"(...)C’s parece haber absorbido claramente el voto de los municipios
obreros y de lo que es la izquierda obrera de Cataluña, desplazando a
PSC y ICV-CSQEP.
Porque esta es una de las claves que no se entiende en el resto de España y que es fundamental entender. Es la “izquierda sociológica” la base de voto autonómico de C’s en Cataluña, a diferencia de lo que pasa en el resto de España.
Y es fácil entender por qué: Ante el desafío independentista, la reacción de esa
izquierda obrera que generalmente tiene orígenes no catalanes ha sido
priorizar la oposición al independentismo a la cuestión “social”
(por culpa de la indefinición de otros, por cierto). Este es el gran
“éxito” de Mas, hacer que sus opositores piensen también en términos
nacionales y no políticos.
Viendo la celebración de C’s se puede observar una especie de “orgullo charnego” que jamás había visto en Cataluña. Los
hijos y nietos de inmigrantes se han cansado de ser sujeto pasivo en
Cataluña y han decidido resistir a un independentismo que entienden
nocivo y peligroso para su identidad mixta. Luego incidiré en esto.
(...) creo que Cataluña, tantas veces motor del cambio en España, es hoy un palo en la rueda de ese cambio.
Lo llevo tiempo avisando, Cataluña está en un estado político de
endogamia absolutamente desincronizado con el resto de España, y lo
único que puede salir de ahí si el procés sigue es una paralización de las reformas en España y consecuentemente también en Cataluña. Y esto es una enorme desgracia. (...)" (La república heterodoxa, 28/09/2015)
"(...) El otro día, por ejemplo, estuve comiendo con una amiga. Mi amiga
es militante de C’s y ha llegado allí después de distintos tumbos
políticos.
La verdad es que hablas con ella y no la distinguirías
especialmente de cualquier social-demócrata o progresista,
intuitivamente la colocarías en una izquierda no marxista, una izquierda
“liberal” por decirlo de alguna manera. De hecho te preguntas ¿qué hace
esta persona en C’s?
Pero lo que ha llevado a mi amiga a C’s es posiblemente
una convicción o un sentimiento, que es la necesidad de “contener” al
nacionalismo, algo que se convierte en el centro de gravedad que
condiciona su acción política. Yo no sé a ciencia cierta por qué mi
amiga es tan “visceral” en este tema, pero lo intuyo y estoy seguro que
no me equivoco en mi intuición.
Mi amiga con casi toda probabilidad
ha vivido en carne propia ese desprecio que algunos nacionalistas tienen
contra la gente que viene de fuera e intenta llevar a cabo sus
planteamientos políticos, pues los consideran “forasters” y creen que
deben “adaptarse” o asumir ciertas realidades establecidas.
Yo tampoco he vivido eso en carne propia, pero he visto como
se lo hacen a otros. Yo he visto amigos míos nacionalistas sentirse
recelosos o incómodos con el novio de una de sus amigas porque éste era
de Zaragoza, he visto nacionalistas degradar casi a la altura de
ciudadanos de segunda a quienes ponen en duda determinadas realidades
del entorno socio-cultural, he visto nacionalistas decidir quién es
valenciano o no conforme les venía bien.
Ser “víctima” de esas miradas de menosprecio, de ese
desprecio a veces poco disimulado por tus orígenes o lengua, es algo
verdaderamente doloroso. Y es normal pensar que esas personas son
fanáticos, que te están marginando como conciudadano y te quieren en
cierta manera expulsar de la sociedad o, por lo menos, que vivas en la
misma como sujeto pasivo. (...)" (República heterodoxa, 26/08/2015)
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