"(...) Vamos a ver. Comienza su mandato a fines de 2010, tras el
desprestigiado tripartito, como un político que va a introducir reformas
liberales en un mercado económico muy regulado. Pero algo se mueve en
su partido que él no controla: se le impone una hoja de ruta que tiene
como primera etapa alcanzar un concierto económico para Cataluña al modo
de vascos y navarros.
Él cree que es imposible pero le va bien porque
así distrae a la opinión pública haciéndose la víctima y puede acabar la
legislatura. Pero cierta parte de su partido le organiza una trampa: ir
en masa a la manifestación del 11 de septiembre para reforzar esta
petición de concierto que, al final, ante su estupor, se convierte en
una manifestación por la independencia.
Mientras, Mas había llegado a la presidencia con la ayuda del PSC y
aprobaba los presupuestos con la ayuda del PP. Tras la manifestación ve
que le es imposible seguir con estos incómodos socios y decide anticipar
elecciones para gobernar en solitario convencido de que arrasaría.
Pues
bien, en lugar de alcanzar la mayoría absoluta pierde doce diputados y
no le queda más remedio que apoyarse parlamentariamente en ERC, aquello
que quería evitar. Y enseguida los republicanos le imponen condiciones:
una hoja de ruta hacia la independencia.
Entonces emprende el incierto camino hacia la independencia. Además, primero se dinamita al partido por el caso Jordi Pujol;
segundo, los sondeos le muestran que el voto convergente está en caída
libre; y, tercero, acaba anticipando nuevas elecciones en las cuales se
presenta dentro de una lista conjunta con ERC, encabezada por Raül
Romeva, que hacía unos meses había abandonado IC, y rodeado de las
dirigentes de las asociaciones ANC y Omnium, Carme Forcadell y Muriel
Casals, además del líder de Esquerra Oriol Junqueras. Más humillante
imposible, aunque necesario porque la marca CiU debe ocultarse.
Por el camino se rompe la tradicional coalición con Unió, ahora ya no
es CiU sino Junts pel Sí, que obtiene los mismos 62 escaños que tenía
él solito hace tan sólo tres años, antes de la disolución anticipada de
2012. Dentro de esta coalición, Convergència sólo tiene treinta
diputados. Resumiendo, de 62 a 30, con CiU rota y él en manos de ERC, o
quizás de la CUP o de IC-Podemos. Todos sus planes se han venido abajo.
Mas es inteligente, preparado, pero no es un buen político: ha
perdido la mitad de su electorado, ha roto su coalición y ha provocado
que el eje del nacionalismo se desplazara hacia la izquierda. Ha
fracasado en todo, sólo es un mero superviviente.
Debería haber dimitido
tras las elecciones de 2012, pero no lo hizo. Si ahora tampoco dimite,
la pregunta para la que no tengo respuesta es: ¿por qué aguanta tanto?
Aquí hay un misterio." (Francesc de Carreras
30 SEP 2015)
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