"(...) El nacionalismo ha arraigado mejor en zonas del interior del
territorio que en la capital y su área metropolitana. Hay quien dice en
algunos de esos lugares que el gran problema político del país es
Barcelona y su continuo urbano.
Dibujar una Cataluña ensimismada, endogámica y tradicionalista
vinculada a determinados territorios no es ninguna barbaridad. Son,
además, zonas en las que la inmigración de la segunda mitad del siglo
pasado fluyó en menor medida. Se compuso, por tanto, una imagen
territorial menos cosmopolita, más favorable al mantenimiento de usos y
costumbres tradicionales y, en definitiva, menos mestiza.
Dirán que es un argumento etnicista, pero lejos de esa pretensión les
recomiendo analizar los datos con detenimiento y mirar población por
población, pueblo por pueblo y ciudad por ciudad para descubrir cómo se
ha estructurado el voto a candidaturas el pasado 27S. (...)
La ley electoral acaba de legitimar el panorama. Un diputado de
algunas demarcaciones es mucho menos costoso de obtener que los que los
partidos se apuntan en la provincia de Barcelona. La legislación que
establece cómo se distribuye la representación parlamentaria hace
prevalecer los territorios menos poblados al resto, siempre en términos y
número de representantes parlamentarios.
Se pensó que eso lo iba a resolver el tripartito durante su gobierno,
pero incluso a ERC le iba bien ese dibujo de la situación. Poco a poco
le restaba posiciones a la posición predominante de CiU. Así que tampoco
los gobiernos de Pasqual Maragall o José Montilla fueron capaces de
revertir un estado de cosas que no sitúa en igualdad de condiciones a
todos los catalanes ante la política de su país. De haber sido de otra
manera, el independentismo también habría tenido unos resultados
diferentes en número de escaños.
Madrid acostumbra a ser el paño de lágrimas en el que una amplia
mayoría de catalanes consuelan sus frustraciones. Pero la ley electoral
depende sólo y únicamente de la voluntad política traspasada en
competencias.
Está prevista en el estatuto su modificación y sólo se
trata de conseguir las mayorías suficientes para llevarlo a cabo. No se
hará porque los mismos que están dispuestos a saltarse las leyes por un
determinado propósito secesionista son refractarios a hacerlo por
igualar la validez del voto depositado en las urnas si eso no resulta
favorable a sus intereses partidarios. (...)
De ahí que el voto de una de las dos Cataluñas acabe ponderando mucho
más que el de otra. Y, aunque nos llenemos la boca de argumentos
democráticos, ahí tenemos uno de los problemas actuales de la política
del país: la Cataluña rural se ha apoderado en términos electorales de
la urbana y más poblada. (...)" (Crónica Global, 29/09/2015)
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