A mí, la versión del
federalismo que más me gusta y que nos une con la tradición histórica
pi-margalliana es la que se basa en el principio de subsidiariedad. El
poder debe estar lo más abajo posible. Sólo puede salir del ámbito más
inmediato, que podría ser el municipio, cuando se justifique y sea
razonable que sea así.
No debemos partir de la presunción de que el Estado es quien lo puede hacer mejor todo. Es posible pensar en municipios fuertes. Lo que no puedan hacer los municipios que lo hagan niveles de gobierno superiores. Y que sólo en último extremo lo haga una instancia general, estatal, europea.
¿Qué se debe gestionar a cada nivel?
Hay cosas que no es razonable
que se gestionen en el nivel inmediato. No veo porque una
administración tributaria debe ser municipal. Hay cuestiones que cuanto
más lejos estén de los intereses concretos, mejor.
(…)
Debemos empezar por el
autogobierno más cercano, aplicar la cooperación, el acuerdo entre todas
las comunidades autónomas en lo que no se pueda resolver a este nivel y
sólo en el caso de que no sea posible esta cooperación tendría sentido
la subordinación a normas supremas o a un estado central. (...)
Les preguntaron si Quebec se podía separar unilateralmente del resto de Canadá
El
gobierno de Canadá les preguntó si era constitucional que una provincia
se separara unilateralmente de Canadá y si era compatible con el
derecho internacional. Desde el punto de vista estrictamente jurídico la
respuesta era claramente No y No.
No entraba dentro del
ordenamiento constitucional ni encajaba en lo que internacionalmente se
entiende como derecho a la autodeterminación.
Pero fueron más allá de lo
que les pedían y dijeron que si se hacía un referéndum con una pregunta
clara y una mayoría clara, bajo los principios comunes al
constitucionalismo, federalismo y respeto a las mayorías, se tenía que
negociar de buena fe. No dijo que se les tuviera que dar la razón sino que se debería negociar. (...)
A lo
largo de todo el proceso se ha evidenciado que los países europeos no
han movido un dedo para facilitar la independencia de Cataluña
Un Estado independiente debe ser viable. Y viable significa que te reconocen otros.
Deberíamos hacer una lista de los países que están en el Consejo de
Seguridad de las Naciones Unidas y los países importantes de la Unión
Europea e imaginar qué harían. Qué ventajas e inconvenientes tendría
para ellos reconocer la República Catalana. Desgraciadamente las
relaciones internacionales no se mueven de acuerdo a grandes principios
sino a intereses.
Entre los inconvenientes
estarán las malas relaciones, al menos temporales, con el Reino de
España, que no estará contenta con la secesión unilateral de un
territorio que representa un alto porcentaje de su PIB. Los países
democráticos escucharán la voz de los partidarios de la secesión y la de
los que no lo son. Si los primeros sólo obtienen una mayoría de escaños
pero no de votos será ciertamente extraño que vayan a hablar en nombre
del pueblo de Cataluña.
¿Una República Catalana independiente no reconocida por ningún país del mundo puede funcionar?
La
hipótesis de una secesión unilateral de Cataluña, sin referéndum -estas
elecciones no son un sustitutivo- no tiene precedentes.
Quizá tienen razón los independentistas cuando dicen que, a largo
plazo, una Cataluña independiente acabaría consolidándose por la
importancia de su economía. Pero no hay que olvidar la autonomía de la
política, y el Reino de España tardaría mucho en facilitar las cosas a
Cataluña.
Lo
que no es convincente es el mensaje de que, en un primer momento,
Cataluña se podría autofinanciar en base a los bonos patrióticos y las
aportaciones de sus ciudadanos.
Si haces una secesión
unilateral, ¿qué puedes esperar de los otros? ¿Que sean escrupulosos en
el cumplimiento de sus obligaciones legales para con Cataluña? Tal vez,
Dios no lo quiera, optarán por alguna medida de presión.
Si el Estado no
quiere reconocer la independencia de Cataluña, su obligación es seguir
pagando las pensiones, los subsidios de desempleo, recaudando impuestos
en junio, haciendo la declaración de la renta, las empresas pagando el
IRPF… Seguir igual. No aceptar la secesión de hecho. (...)" (Entrevista a Xavier Arbós, Somatemps, 30/08/2015)
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