2/7/15

Aún no sé qué es lo que nos estamos jugando realmente en el llamado “proceso” catalán.

"Confieso que, como votante, aún no sé qué es lo que nos estamos jugando realmente en el llamado “proceso” catalán. Ahí van algunas de las causas de mi confusión.

¿Se trata de la independencia o de dilucidar quién se hace con la hegemonía política en Catalunya para las siguientes décadas? Hasta ahora esas dos cuestiones están profusamente mezcladas. (...)

 Esclarecer si la vía a la independencia ha sido una fuga hacia delante con el objetivo de ganar tiempo para hacerse de nuevo con la hegemonía del catalanismo, o si realmente ese cambio es el producto de una nueva convicción política. Pero, hoy por hoy, no está claro cuánto hay de tacticismo y cuánto de convicción.

Otra fuente de confusión es el tipo de independencia que se desea. ¿Se busca realmente una independencia plena -con todas sus posibles consecuencias, como la salida del euro y de la UE-, o un “Estado propio” que puede ser compatible con el mantenimiento de los vínculos con España (al estilo del Estado libre de Baviera) y con la pertenencia al euro y a la UE? Son dos escenarios muy diferentes. Tampoco esta cuestión está clara.

Lo mismo ocurre en la sociedad. Sin duda, hay una aspiración independendista en una parte de la ciudadanía catalana. Viene de lejos y es plenamente legítima. Pero hay confusión en cuanto a su amplitud y fines. Por un lado, están los independentistas de toda la vida.

 Por otro, los nuevos, sobrevenidos con el malestar social que han provocado las políticas de recortes. Los primeros buscan una nueva estación de término. Los segundos pueden estar utilizando la demanda de independencia como un grito o una amenaza para conseguir que las cosas cambien. (...)

El anuncio de elecciones plebiscitarias para el 27-S ha traído nuevas fuentes de confusión.
Primera. ¿Serán unas elecciones o será un plebiscito? No se puede matar dos pájaros con un mismo tiro. Las elecciones sirven para contar diputados. Los referéndums para contar votos. Pretender que las elecciones sean un plebiscito producirá aún más confusión.

Segunda. ¿Se votará a partidos con lí-deres claros o se votará a listas de ciudadanos con responsabilidades difusas? ¿Quién presidirá la Generalitat y se responsabilizará de gobernar la sanidad, la educación, la pobreza o la economía al día siguiente de las elecciones? Esta duda aumenta también la confusión.

Tercera. En el supuesto de que las fuerzas políticas que proponen la independencia tuviesen mayoría parlamentaria, ¿se entraría en un proceso rupturista o se iniciaría un proceso de negociación dentro de la ley? Es decir, un proceso orientado a convocar, en su momento, un referéndum legal y acordado. La ambigüedad sobre esta cuestión es fuente importante de confusión. Y, a la vez, un riesgo serio para el buen funcionamiento de la economía.

De todas estas confusiones no puede salir nada bueno. Podemos acabar haciéndonos daño a nosotros mismos. Algunos perjuicios ya se han producido, como es la quiebra del sistema catalán de partidos vigente hasta ahora. 

Pero quizá el riesgo principal está en camino. De la misma forma que la crisis económica nos ha hecho perder una década de crecimiento y bienestar, ahora que la recuperación económica se ha iniciado el riesgo es que la crisis política nos haga perder otra década. (...)"            (Confusión de confusiones, de Antón Costas en La Vanguardia, en Caffe Reggio, 01/07/2015)

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