"Confieso que, como votante, aún no sé qué es lo que nos estamos
jugando realmente en el llamado “proceso” catalán. Ahí van algunas de
las causas de mi confusión.
¿Se trata de la independencia o de dilucidar quién se hace con la
hegemonía política en Catalunya para las siguientes décadas? Hasta ahora
esas dos cuestiones están profusamente mezcladas. (...)
Esclarecer si la vía a la independencia ha sido una fuga hacia
delante con el objetivo de ganar tiempo para hacerse de nuevo con la
hegemonía del catalanismo, o si realmente ese cambio es el producto de
una nueva convicción política. Pero, hoy por hoy, no está claro cuánto
hay de tacticismo y cuánto de convicción.
Otra fuente de confusión es el tipo de independencia que se desea.
¿Se busca realmente una independencia plena -con todas sus posibles
consecuencias, como la salida del euro y de la UE-, o un “Estado propio”
que puede ser compatible con el mantenimiento de los vínculos con
España (al estilo del Estado libre de Baviera) y con la pertenencia al
euro y a la UE? Son dos escenarios muy diferentes. Tampoco esta cuestión
está clara.
Lo mismo ocurre en la sociedad. Sin duda, hay una aspiración
independendista en una parte de la ciudadanía catalana. Viene de lejos y
es plenamente legítima. Pero hay confusión en cuanto a su amplitud y
fines. Por un lado, están los independentistas de toda la vida.
Por
otro, los nuevos, sobrevenidos con el malestar social que han provocado
las políticas de recortes. Los primeros buscan una nueva estación de
término. Los segundos pueden estar utilizando la demanda de
independencia como un grito o una amenaza para conseguir que las cosas
cambien. (...)
El anuncio de elecciones plebiscitarias para el 27-S ha traído nuevas fuentes de confusión.
Primera. ¿Serán unas elecciones o será un plebiscito? No se puede
matar dos pájaros con un mismo tiro. Las elecciones sirven para contar
diputados. Los referéndums para contar votos. Pretender que las
elecciones sean un plebiscito producirá aún más confusión.
Segunda. ¿Se votará a partidos con lí-deres claros o se votará a
listas de ciudadanos con responsabilidades difusas? ¿Quién presidirá la
Generalitat y se responsabilizará de gobernar la sanidad, la educación,
la pobreza o la economía al día siguiente de las elecciones? Esta duda
aumenta también la confusión.
Tercera. En el supuesto de que las fuerzas políticas que proponen la
independencia tuviesen mayoría parlamentaria, ¿se entraría en un proceso
rupturista o se iniciaría un proceso de negociación dentro de la ley?
Es decir, un proceso orientado a convocar, en su momento, un referéndum
legal y acordado. La ambigüedad sobre esta cuestión es fuente importante
de confusión. Y, a la vez, un riesgo serio para el buen funcionamiento
de la economía.
De todas estas confusiones no puede salir nada bueno. Podemos acabar
haciéndonos daño a nosotros mismos. Algunos perjuicios ya se han
producido, como es la quiebra del sistema catalán de partidos vigente
hasta ahora.
Pero quizá el riesgo principal está en camino. De la misma
forma que la crisis económica nos ha hecho perder una década de
crecimiento y bienestar, ahora que la recuperación económica se ha
iniciado el riesgo es que la crisis política nos haga perder otra
década. (...)" (Confusión de confusiones, de Antón Costas en La Vanguardia, en Caffe Reggio, 01/07/2015)
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