"(...) me ha dejado estupefacto la furibunda reacción política y mediática
contra el recurso del ministerio para que se cumpla la ley en el decreto
de matriculación.
De «ataque, cruzada o carga contra el catalán» se ha
calificado la iniciativa de que se incluya una casilla en la que se
pueda elegir si se quiere que el castellano sea lengua vehicular, junto
al catalán, en una proporción razonable que el TSJC cifró en el 25% del
total de asignaturas.
No acierto a saber de qué forma se está atacando
al catalán por pedir que pueda estudiarse una asignatura troncal en
castellano. Todos los idiomas que queremos que los jóvenes dominen
deberían tener la consideración de vehiculares en la educación. Es la
única forma que los aprendan de verdad. Es una cuestión de sentido
común.
El nacionalismo catalán ha consagrado un modelo en la
escuela pública que, además de ser hipócrita con lo que se hace en
bastantes centros privados, no era la propuesta inicial del catalanismo.
Frente al peligro para la cohesión social que hubieran significado dos
redes escolares, en catalán y castellano separadamente, en 1983 los
diputados socialistas Marta Mata y Pepe González
lideraron, con el apoyo del PSUC, un consenso amplio a favor de una sola
red. Tenía que ser un modelo de conjunción, no de exclusión de una
lengua sobre la otra. Nadie serio discute que el catalán necesita mayor
protección, y por ello es razonable que sea el centro de gravedad del
sistema educativo (lo dice el TC).
Pero marginar al castellano es otra
cosa. Para los jóvenes de entornos catalanohablantes, sobre todo de las
comarcas interiores, la inmersión es sencillamente escuela monolingüe.
Al igual que sucede en Valladolid, pongamos por caso, pero en catalán.
Para los castellanohablantes, en cambio, es un modelo que contiene un
elemento de discriminación simbólica y afectiva, pues su lengua materna
es tratada como extranjera.
Irene Rigau miente cuando dice
que se quiere separar a los niños por razón de lengua. Es la
Generalitat quien lo hace cuando resuelve la cuestión dando una atención
individualizada, o sea, segregada, a los niños de las familias que han
pedido que el castellano sea también vehicular.
Es una forma de
marcarlos e impedir que aumente la demanda. Y repitiendo ese y otros
mantras sobre las bondades de la inmersión se impide que muchos en
Catalunya sean capaces de pensar con la cabeza." (Joaquim Coll, El Periódico, 08/05/2015)
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