"Afortunadamente para la libertad y bienestar de los catalanes, la secesión de Catalunya es altamente improbable. El estudio Consecuencias económicas de una hipotética secesión que
presentó la semana pasada Societat Civil Catalana advierte de los
riesgos e incertidumbres en ese escenario, pero sobre todo pone de
manifiesto las ventajas de que Catalunya siga integrada en España y en
la Unión Europea. (...)
Este análisis toma en consideración los estudios de los procesos de
separación habidos, particularmente en el este de Europa. Al interponer
fronteras, introducir regulaciones e incrementarse los costes de
transacción, el comercio entre el territorio secesionado y el resto del
mundo se redujo, según los casos, entre un 40 y un 60%.
Las
deslocalizaciones y escisiones afectaron, según los casos, a entre el 20
y el 40% de todas las empresas, especialmente a las de mayor tamaño y
capital extranjero. Según esos criterios y a otros imposibles de
detallar aquí, hemos calculado que el comercio de Catalunya con el resto
de España se reduciría en un 45 %, con el resto de la UE en un 25 % y
con el resto del mundo en un 20%.
De lo anterior se deduce una reducción
del empleo en 447.000 trabajadores, el 16% de la ocupación catalana,
por lo que la tasa de paro podría llegar al 34%, y el déficit de la
Seguridad Social pasar de los actuales 2.700 a 5.500 millones anuales.
Dar
una cifra precisa de impacto sobre el PIB es complejo, por lo que hemos
previsto diversos escenarios, cuya posición media se estima en una
pérdida del 15,4%. No hay que olvidar que ningún informe serio favorable
a las tesis secesionistas contempla un aumento inicial del PIB.
En
nuestro estudio, la mengua consiguiente de la recaudación fiscal y la
expansión del gasto público, por lo menos en la cuantía de las mayores
prestaciones por desempleo, llevarían el déficit del supuesto nuevo
Estado al 10,3 % del PIB y su deuda pública al 118% del PIB, lo que
situaría a Catalunya entre los países más endeudados de Europa.
Al estar
fuera del eurosistema, la posibilidad de financiar semejantes déficits
sería nula, por lo que serían ineludibles severos recortes en las
partidas principales de gasto de la Generalitat (sanidad, educación y
servicios sociales), justamente aquellas que son clave para el bienestar
de los ciudadanos. En esta situación, la emisión de moneda propia sería
ineludible.
Las consecuencias de una secesión serían
especialmente relevantes para las entidades bancarias. Al salir
Catalunya del eurosistema, la inestabilidad financiera y bursátil sería
máxima. Fuera de España y de la eurozona, los depósitos bancarios
caerían de modo muy significativo. Debemos tener en cuenta, además, que
en la Catalunya actual, el crédito supera en un tercio a los depósitos.
Es decir, que depósitos del resto de España y del Banco Central Europeo
financian un tercio del crédito bancario catalán. Sin España y sin
acceso al BCE, el crédito se reduciría extraordinariamente. Por otra
parte podemos imaginar el impacto sobre el turismo, el aeropuerto, los
fondos europeos, las titulaciones universitarias, la libre circulación
de las personas...
En su conjunto, pues, la concatenación de las
consecuencias de la secesión llevarían Catalunya al colapso económico.
La crisis económica se convertiría en una duradera gran depresión.
Muchos de los supuestos retenidos en este análisis son los menos
negativos que se deducen de otros estudios. Y con todo, el panorama es
necesariamente muy grave. La supuesta independencia colocaría a
Catalunya al margen de las tendencias económicas decisivas, privándola
de los dos bienes más preciados en el mundo contemporáneo: estabilidad y
competividad. (...)" (Ferran Brunet, El Periódico, 27/10/2014)
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