"(...) Tal que así amaneció el lunes 10 de noviembre, nada parecía dar a
entender que la víspera había habido un "proceso participativo", entre
los barceloneses las conversaciones eran relajadas y centradas en la
rutina diaria. Había una conciencia de fracaso, los independentistas
constataron la realidad, que no consiguieron atraer ni a la mitad de la
población, se impuso el seny. (...)
Y ese ansia de independencia, ¿dónde está?
Sí, sí. De los que votaron, cerca del 81% están por la independencia,
pero respecto al total de los llamados a opinar sólo son el 29,55%, y
es la cifra más alta pro-independencia de toda la serie de votaciones
desde 2006.
Es evidente que el no-independentismo no ha participado en este 'procés',
y mayormente ha optado por engrosar las filas del absentismo y por lo
tanto es difícil saber que porcentaje representa, pero me atrevería a
especular que si descontamos el absentismo menos militante, el que no se
implica políticamente, el absentismo estructural (ese treinta y poco
que nunca vota) podríamos decir que, si sumamos algo más de un 30% de
absentismo militante a los que han manifestado su oposición a la
independencia, en el acto del 9N tendríamos un no independentismo por
encima del 36%, cercano al que se obtuvo en las generales de 2011, que
llegó al 37,51%. (...)
La tensión social a la que nos ha abocado el gobierno de Mas y Junqueras
(aunque este figure como oposición, no hay quien crea que ejerce de
tal) está haciendo crecer el independentismo, eso es evidente, pero
sobre todo está haciendo crecer el rechazo a ese proyecto disgregador.
En contra de lo que pretenden, el no independentismo crece y además con
más vigor que el independentismo. Aunque no tenga traslación mediática. (...)
Siempre he dicho que si se hiciera un referéndum sobre la
independencia, sí o no, de Cataluña, el resultado sería no. Por tanto
ese es el debate que debemos hacer. (...)
En realidad el no independentismo superó el 47% en las generales de
2008. El punto de inflexión de esa tendencia lo marca la convocatoria "encercla el Parlament"
a mediados de junio de 2011, momento álgido de las manifestaciones
contra los recortes que la Generalidad de Cataluña aplicaba como
vanguardia de las que aplicó posteriormente el Gobierno de Rajoy.
La
respuesta de Mas fue envolverse en la bandera e iniciar un proceso de
culpabilización de todos los males que se sufrían en Cataluña a la
"España opresora". La estrategia dio un magnífico resultado
retroalimentado con 30 años de asimilación identitaria en la escuela y
los medios de comunicación.
En las generales de 2011 la abstención y el
efecto "España nos roba" consigue despegar ligeramente el
independentismo y afectar importantemente a no independentismo, pero
nunca superarlo.
Hay una orfandad en Cataluña y en toda España ¡hay una orfandad! No
existen formaciones políticas que se declaren de izquierdas que no hayan
sucumbido al embeleso del "derecho a decidir", a la reivindicación de
la diferencia y del privilegio, a la hispanofobia, al soberanismo
insolidario, a la manipulación de la historia al servicio de esa
diferenciación. Su inexistencia tiene a las clases trabajadoras
huérfanas de dirección. (...)" (Vicente Serrano, Crónica Global, Jueves, 20 de noviembre de 2014)
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