"(...) Según parece alguien del publico preguntó en el debate por qué un obrero
catalán no iba a votar independencia. No puedo confirmar que la
pregunta se formulara en esos términos exactos. Ignoro qué entendía el
asistente por obrero catalán; dudo sobre qué significaba para él/ella
“votar independencia”.
Pero, en mi opinión, un claro indicio de cuál es
la situación a la que hemos llegado es que alguien, en un encuentro
relacionado con el legado o la figura de Pasionaria, haga una pregunta
(que no es pregunta) de estas características que, obviamente, no busca
respuesta. Ya la tiene y más que segura.
El independentismo catalanista,
en versiones liga-nordistas o con sistemas afines, está haciendo
algunos estragos (sin exagerar) entre sectores obreros, grupos sociales
próximos y entre algunas de sus fuerzas más o menos representativas
(para no ofender a nadie, no doy nombres). (...)
Josep Ferrer Llop [JFLl], ex rector de la UPF, militante o ex militante de EUiA, independentista convencido, ha publicado en sin permiso
electrónico de 13 de julio de 2014 su respuesta a la pregunta. Con el
mismo título que la duda formulada y, de hecho, sin responder
propiamente.
Resumo, espero sin alteraciones, sus análisis, observaciones y, digamos generosamente, argumentos. Algunos son conocidos:
1.
La izquierda española (en su terminología: la izquierda no catalana, es
decir, una izquierda que incluye la gallega, la vasca, la andaluza o la
valenciana pongamos por caso) sigue errando en el análisis y la
estrategia ante, lo que él llama, “el secesionismo catalán”. (...)
Tras ella, sostiene el ex rector sin que le tiemble el pulso de la
escritura, se ha venido aplicando sistemáticamente (es decir, siempre y
no de cualquier forma) “una política represiva de asimilación,
recurriendo de nuevo a la milicia de forma recurrente. Incluso en el
artículo 2 de la Constitución, impuesto por el Estado Mayor”.
Dejo lo
del artículo 2 y las descalificaciones políticas sufridas por quienes
denunciábamos en aquel viejo entonces esa inclusión y esa procedencia
por parte de gentes próximas políticamente a JFLl. No es el punto.
Se
entiende, pues, así lo debe entender el ex rector, que durante estos 35
últimos años la política seguida por instancias de los gobiernos
centrales, por todas ellos, sin distinción, y por instancias
autonómicas-nacionales catalanas, con amplias competencias en temas
culturales y educativos, ha sido una política de asimilación.
De
asimilación, ¿a qué? ¿Al castellanismo? ¿Al rancio españolismo? ¿A la
historia de Viriato? ¿No ha sido posible cultivar la lengua, la cultura,
la historia, las costumbres catalanas a lo largo de estas tres últimas
décadas? Cuesta creerlo si uno se da una vuelta por el país, sabe lo que
se explica en colegios e institutos o ve tres informativos y medio de
TV3.
2. Desde luego, añade JFLl, no solía hacerlo en otras
ocasiones, “tampoco se pueden ignorar las relaciones sociales,
económicas y sentimentales entre los pueblos peninsulares, generadas
gracias a o a pesar de esa unidad impuesta”. ¡Que suenen las campanas,
todas ellas! ¡Mil de esas campanas suenan en mi corazón! ¡Por fin!
Estas
relaciones, también las políticas que no cita, “llevan a plantearse la
posibilidad de un estado común, de una federación o de una
confederación, pero siempre tomando como punto de arranque teórico esa
autonomía de cada parte.”
¡Novedad total! Nada de esto último se decía
apenas hace dos meses en otras intervenciones. Parece que vamos bien:
esta ha sido la política defendida por la izquierda de Sefarad durante
décadas y décadas, también en tiempos de dura lucha antifascista. (...)
Ciertamente, añade con expresión más que mejorable JFLl, “en algunos
casos el país invadido ha terminado aceptando alguna forma de
integración que respete sus peculiaridades y que conlleve ciertas
mejoras sociales y económicas”.
¡País invadido! ¡Aceptando formas de
integración! Pero, apunta, la oligarquía española (que para él debe ser
la oligarquía no catalana: es decir, López Rodó, Millet, Fainé o
Samaranch no están incluidos en la clase referenciada) se ha
caracterizado por todo lo contrario: uniformista en lo cultural,
retrógrada en lo social y calamitosa en lo económico.
De
acuerdo, de acuerdo, qué duda hay. ¿Y la de aquí, qué caracteriza a la
oligarquía catalana-molt-catalana? ¿Su progresismo social (¡ay el
pistolerismo patronal, made in Catalonia!)? ¿Son eficaces y más que
eficaces en ámbitos económicos? ¿Lo fueron, lo han sido en Banca
Catalana y en Catalunya Caixa por ejemplo? ¿Para quiénes?
¿Para el país?
¿Y no son uniformistas en lo cultural? ¿Aquí no? ¿El flamenco, por
ejemplo, es parte sustantiva de la cultura catalana? ¿Miguel Poveda es
tan considerado como Llach por ejemplo? ¿Mas, Pujol, Mascarell,
Mas-Colell y sus colegas son pluralistas y más que pluralistas en
asuntos culturales? ¿Dónde lo muestran, dónde lo demuestran? ¡No me lo
puedo creer! Cuesta creerlo de hecho.
3. La segunda restauración,
comenta el ex rector, ha sido una oportunidad, la última en su opinión,
también fallida: “las clases dominantes y los partidos dinásticos
dilapidaron las oportunidades económicas, destrozaron el nuevo Estatut y
desacreditaron las instituciones.”
¿Qué clases dominantes
desacreditaron las instituciones y dilapidaron las oportunidades
económicas? ¿Sólo las “españolas”? ¿Las catalanas estuvieron ausentes de
este desaguidado? ¿Don Oriol Pujol, por poner un ejemplo entre mil, es
un paradigma a retener? ¿Están hechas de otra pasta? ¿Son más modernas,
más exquisitas?
¿Con ellas caben acuerdos, pactos, marchas y proyectos
en común, objetivos a medio y largo plazo? ¿Todos unidos de la mano
mientras destrozan y aniquilan las conquistas obreras del más que
demediado estado de bienestar catalán y manipulan y trituran
consciencias críticas?
4. La izquierda, debe ser la “española”,
lamenta el fracaso de esta integración sostiene JFLl: “añora esa posible
república federal que no llegó a cuajar y quizá también porque se
auto-inculpa de que algo más podía haber hecho.”
¿Algo más? ¿Qué podía
haber hecho que no hizo? Pero, desde su punto de vista, “debería
celebrar que el pueblo catalán haya sobrevivido a la represión y a los
intentos de asimilación. “Si la reconciliación no fue posible, por lo
menos no acabó con la aniquilación del oprimido.” (¡Aniquilación del
oprimido! ¿De qué oprimidos?)
A ver, a ver, a ver cómo se come
todo esto: ¿la izquierda debería celebrar que el pueblo catalán haya
sobrevivido a la represión? ¿No lo ha celebrado, no ha concelebrado con
el pueblo catalán, el vasco, el andaluz o el castellano que hayan
sobrevivido a la represión? ¿Y eso cómo si fuera algo externo, como si
pasara por allí despistada, como si no tuviera nada que ver con el
asunto?
¿La izquierda catalana y española, siguiendo la terminología más
que inconsistente de JFLL, no fueron dos de las fuerzas que más
hicieron, con riesgos indudables, por defender la cultura, la lengua,
las tradiciones, la autonomía catalana (o vasca o gallega por ejemplo?
¿Quién publicó la primera revista en catalán (Horitzons, Nous Horitzons)
en la postguerra franquista? ¿Quiénes acudían a las manifestaciones del
11 de septiembre durante el franquismo? ¿Recuerda JFLl los apellidos y
orígenes sociales y territoriales de los detenidos?
¿Quiénes defendían a
un tiempo y sin contradicción el derecho de autodeterminación como
solución política en tiempos de represión nacional (que no son nuestros
tiempos ni de lejos), la solidaridad entre los pueblos y la República
democrática federal como horizonte?
¿La izquierda catalana pensó en
algún momento en romper lazos con el resto de la izquierda española?
¿Cuándo se emborrachó de soberbia y suficiencia y se puso a los pies de
sus propios dominadores?
5. Probablemente, prosigue JFLl, ese
primer error de análisis (¿qué error?, ¿lo han detectado?) nos lleva al
segundo, “cuando se sigue diciendo que el proceso soberanista es una
cortina de humo inventada por la burguesía y/o por Artur Mas para tapar
las vergüenzas de sus recortes sociales.
Probablemente lo está
instrumentalizando pero no lo inventó”. Es una insurrección, afirma,
este el término por él usado, “de clases medias, de profesionales, de
medios rurales, de pequeños y medianos empresarios y de buena parte de
la clase obrera, que han llegado a la conclusión de que la convivencia
respetuosa dentro del estado español es imposible.”
Lo de
insurrección de las clases medias (concepto nada marxista y más que
impreciso), es decir, de una parte de esas mal llamadas clases medias,
JFLl incluido en ellas con satisfacción seguramente, probablemente sea
más verdadero que falso (aunque “insurrección” es, a todas luces, un
término más que inexacto).
Pero ¿de dónde habrá inferido el ex rector
que buena parte de clase obrera está por esa labor? ¿Qué datos confirman
esa apreciación? ¿Qué estudios? ¿No será más bien una profecía que
desea autocumplirse y que se anuncia una y otra vez para ello? Por lo
demás, ¿es necesario recordar el bombardeo nacionalista incesante que se
está sometiendo al país desde medios como TV3, Catalunya Ràdio e
instrumentos de intoxicación cultural e ideológica afines?
¿Exagero?
Vean cualquier programa de debate de la televisión pública o privada
(8TV, por ejemplo, con doña Pilar Rahola como estrella invitada). ¿Son
inocentes los argumentos liganordistas extendidos de forma calculada en
esos ámbitos obreros? ¿Quiénes financian esos colectivos agitadores,
quienes están detrás? ¡Con la independencia viviremos mejor y todo
estará resuelto! ¡Los españoles nos roban! Y ya está, adelante, que la
Arcadia se aproxima. (...)
6. Esos errores de análisis (de nuevo: ¿qué errores?) generan, en
opinión de JFLl, un rechazo frontal de la secesión, “el cual aboca a la
izquierda española al callejón sin salida del federalismo”.
Y la
cosa de nuevo es sorprendente porque, más allá de la opinión del que
suscribe, una parte de esa izquierda española a la que hace referencia
el ex rector no mantiene un rechazo frontal a la secesión. ¿Rechazo
frontal de Podemos?
¿Rechazo frontal de IU? ¿Rechazo frontal de la
izquierda nacionalista vasca o gallega? ¿Rechazo frontal de Compromís? A
mi ya me gustaría el rechazo (no el rechazo frontal) a una salida
insolidaria e impropia de la tradición popular pero no veo que se pueda
afirmar ni de lejos una afirmación así.
Por lo demás, ¿por qué el
federalismo es un callejón sin salida? Pues porque lo afirma con JFLl.
¿Han leído ustedes hasta el momento algún argumento que justifique esa
afirmación? ¿Dónde, en qué momento? Se concluye lo mismo que se
presupone o postula sin ningún desarrollo argumentativo.
Por lo demás, ¿no lo es el independentismo? ¿El independentismo es un callejón con mil salidas maravillosas?
7. Finalmente, llegamos a la pregunta del titular. Para muchos obreros
catalanes, sostiene JFLl, ese federalismo ni es viable, ni resolvería
sus problemas. ¿Y cómo lo sabe el ex rector? ¿No es viable, no resolverá
sus problemas? ¿La independencia sí que es viable y el federalismo no,
en su sueño, una quimera? ¿Y qué problemas? ¿El paro, las desigualdades,
la explotación, la marginación obrera de la Universidad? ¿Y la
independencia sí?
No, claro que no, de entrada no: “es cierto que
tampoco la independencia los va a resolver milagrosamente, pero por lo
menos ofrece alguna expectativa más consistente”. ¿Y por qué, por qué la
independencia (observen: ni dret a decidir ni formulaciones afines:
¡independencia!) ofrecen más expectativas que el federalismo
republicano? ¿De dónde extrae el ex rector el escenario? ¿Qué datos, qué
informaciones, qué argumentos tiene para sostener una cosa así?
Luego, para acabar, otro golpe en el rostro de los que no comulgan
con sus posiciones: “Se trasluce el recelo de que la auténtica cortina
de humo es ese federalismo, sospechosamente renacido cuando el
independentismo ha cobrado fuerza.” Es decir, los federalistas somos
unos impresentables, no nos enteramos de nada y, además, somos unos
oportunistas.
Me olvidaba: ¿dónde han quedado las vinculaciones
culturales, políticas, sentimentales, admitidas por el mismo, entre las
gentes trabajadoras de aquí y de allí? Pues donde habita el olvido como
apuntó un poeta republicano que no podría entender, de ninguna de las
maneras, la deriva independentista de algunos sectores de la
inteligencia de izquierdas catalana. (...)" (Salvador López Arnal, Rebelión, 22/07/2014)
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