"Si durante tanto tiempo hicieron todo lo posible por confundir a Pujol
por Cataluña esta tarde no van a poder desprenderse. No es el caso
Pujol. Es el caso Cataluña, y esa es su ruina, y no solo la de ellos." (Arcadi Espada, El Mundo, 26/09/2014)
"Acaba de terminar la comparecencia de Jordi Pujol en el Parlament de
Cataluña. Te escribo esta carta y saldré luego a emborracharme. Nunca
imaginamos que el pujolismo pudiera acabar así. Pujol no morirá en la
cama. La evidencia ha ido más lejos de lo que habían sido nuestros
cálculos más optimistas. (...)
El pujolismo no podíacaer, como no podía caer el paisaje. Todo lo que
viniera encontraría de algún modo el pujolismo en pie, y se incrustaría
en él. Así fue hasta el 25 de julio. Así ha sido hasta esta tarde
encendida, donde el pujolismo ha caído envuelto en la vergüenza y la
farsa. (...)
Estaba escribiendo un apéndice de sus memorias. Un cierto perfume de
época. Pero como en los otros tres tomos, se apreciaba una escandalosa
falta de datos. Cantidades, nombres, fechas. Los grupos parlamentarios,
con mayor o menor intensidad, se lo exigieron, al tiempo que desgranaban
la historia de la corrupción pujolista, de la familia y fuera de ella.
Fue entonces cuando se produjo el milagro, la caída.
Pujol abrió la boca
con ira sorda y les soltó una bronca fenomenal por su irrespetuoso
atrevimiento. Se comprobó la profunda verdad de su documento del 25 de
julio. Es decir, su carácter estrictamente religioso. Él estaba
dispuesto a dar cuentas ante dios, que tiene todos los datos y solo
precisa de golpes de pecho.
Pero en absoluto iba a dar cuentas ante los
hombres. Así se lo estaba aclarando a los diputados, viejo y soberbio.
En el epicentro de la declaración surgió la verdad más irrevocable de
cuantas había dicho. Escúchala, amigo mío. Hazte rápido con ese vídeo
impresionante. Retador, les dijo a los diputados que de sus
intervenciones se desprendía que Cataluña había sido un nido de
corrupción moral y económica.
Y que, en consecuencia, pobre imagen iba a
darse de su clase política y de los ciudadanos que le habían dado
tantas veces la mayoría. Luego añadió: «Si todo hubiese sido tan
corrupto no se habría aguantado». Me acordé de su panfleto. Lo habrás
visto en esta página 1984 donde voy recogiendo sus pecios de moralidad.
Aquel párrafo que escribió el 15 de abril de 1960, cuando Franco viajó
por enésima vez a Barcelona:
«El general Franco, el hombre que pronto
vendrá a Barcelona, ha escogido como instrumento de gobierno la
corrupción. Ha favorecido la corrupción. Sabe que un país podrido es
fácil de dominar, que un hombre implicado en hechos de corrupción,
económica o administrativa es un hombre comprometido. Por eso el Régimen
ha fomentado la inmoralidad de la vida pública y económica. Como es
propio de ciertas profesiones indignas, el Régimen procura que todos
estén metidos en el fango, todos comprometidos».
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