"Los botafumeiros del secesionismo siempre aciertan. Primero sostienen
que Europa aplaudirá una Cataluña independiente, siempre inserta en el
euro desde el día D de la emancipación.
Cuando se argumenta que
jurídicamente no es así (a menos que cambie el Tratado de la Unión), ya
aceptan que podrá acaecer en un momento posterior. Y si resulta que eso
también suscita dudas, no importa, hay otros remedios mágicos.
Corrigiendo ciertos desafueros, el Consell Assessor per a la
Transició Nacional (CATN) reconoce en su informe octavo, sobre “Política
Monetaria” (www.govern.cat), que usar el euro, como Montenegro, sin
participar de lleno en la eurozona, sería fatal.
Eso impediría a Cataluña estar representada en Fráncfort; los bancos
locales “no tendrían acceso directo al crédito del BCE”; y “los activos
financieros emitidos en Cataluña no podrían ser utilizados como garantía
bancaria de las operaciones de crédito del BCE”.
Resultados previstos:
una “contracción interna del crédito” y un “encarecimiento” del precio
del dinero. Y traducido al pasado reciente: fuera de la UE y del BCE, la
repetición de una crisis como la de las cajas nos llevaría a la
quiebra-país y a la miseria. (...)
El CATN asume la realidad, pero raudo, la retuerce. Sostiene que las
citadas dificultades “se podrían superar mediante un acuerdo” monetario
“parecido al firmado con Mónaco y Andorra”, que “permitiese a las
entidades catalanas acceder a las operaciones del BCE”.
Pero, ¿de qué hablan? O el redactor del informe no ha leído el
acuerdo UE-Andorra, o le resbala decir lo contrario de lo que dice.
El
propio texto (2011/C, 369/01) advierte de entrada en su quinto
considerando que “no obliga al BCE” a “incluir los instrumentos
financieros” andorranos “en la lista de los valores admisibles de las
operaciones de política monetaria” de Fráncfort. A lo único que acceden
los bancos andorranos (art. 9) es a usar los “sistemas de pago
interbancarios y de pagos y liquidación de valores” de la eurozona: un
puro carril técnico, ni un céntimo de crédito o liquidez.
Vamos con Mónaco. Aquí la inspiración proviene del economista Jordi
Galí, quien lenta y trabajosamente va afinando posiciones. Aún le falta.
Sostiene Galí que el acuerdo de la UE con el principado de los
Grimaldi, que tiene al euro como moneda oficial, “es una referencia
útil” para el caso de Cataluña en la hipótesis de su exclusión de Europa
y de su voluntad de permanecer en el euro (su texto en “Economia de Catalunya, preguntes i respostes sobre l'impacte econòmic de la independència”, Profit Editorial).
Colocar a Mónaco como referencia carece de tino. El acuerdo con la UE
(2012/C, 310/01) le permite, sí, usar el euro. Facilita a sus bancos el
uso de la infrastructura de pagos y de liquidación de valores (Target
II), como a los andorranos. Y a diferencia de estos, les da acceso (art.
10.2) a “los instrumentos y procedimientos de política monetaria”, como
los mecanismos de liquidez.
¿Por qué, si hay flujos reales, no es una referencia para una
Cataluña independiente? Porque cuando llegó el euro, Mónaco no era
monetariamente independiente. Estaba integrado al franco francés.
Si no se quiere engañar, basta —otra vez— con leer el texto del
acuerdo, en el que Mónaco aparece no como un Estado soberano, sino como
una colonia, feudo o playa de la República francesa. Primero porque
quienes lo firman son la UE, Mónaco ¡y Francia! Luego, porque limita la
capacidad de emisión monegasca a una cuota del total francés (art. 6);
incluye a sus bancos entre los franceses; y les impone “el código
monetario y financiero francés” en cuanto a supervisión y prevención de
riesgos y sanciones (art 10).
Si esa es la referencia, lo será del
unionismo. Implica que en el sistema monetario y financiero de la
República catalana mandaría el Banco de... España.
Más. Galí y sus afines aseguraban en “Europa Europa”
(www.wilson.cat, 13/XI/2012) que Cataluña podría permanecer en el libre
comercio comunitario siguiendo la senda de Suiza. Un acuerdo así no
necesitaría la unanimidad de los 28, le bastaría la mayoría, aseguran en
una interpretación optimista de los artículos 218 y 219 del Tratado de
Lisboa (TFUE), de mal encaje a su pretensión.
No les aburriré con muchas vueltas. Lo esencial en este asunto es que
cualquier acuerdo “de asociación”; esto es, que vaya más allá de lo
estrictísimamente comercial (a lo que se limitaba el Acuerdo
Preferencial de la CEE con la España de Franco de 1970: ¿eso queremos?)
requiere el voto de todos los socios (art 218.8.2).
Y además, el ejemplo de Suiza ni es óptimo ni conveniente. Y no
mantiene un acuerdo con la UE, sino muchos. Todos, pendientes de una
“cláusula guillotina”: si deja de aplicar uno, todos decaen. Por eso los
suizos tienen ahora el lío que tienen. Peor: los Wilson llegan a apelar
como ejemplo para la negociación (su Nota 2), al caso de Kosovo.
Chistoso." (
Xavier Vidal-Folch
, El País, 19 JUL 2014 )
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