"(...) Y si patético es escuchar y leer los argumentos
de los independentistas y de los “soberanistas” y de los del “derecho a
decidir”, esas familias que se han creado y coaligado para apoyar los
propósitos de la burguesía nacionalista, mucho más sorprendente y triste
es asistir al giro que la antaño izquierda catalana ha realizado en los
últimos años.
Leyendo los artículos publicados en las últimas semanas en el foro de debate Espacio Público sobre Catalunya y el derecho a decidir,
resulta impresionante comprobar que autores que se posicionan
indudablemente en la izquierda, se aferren a ese mantra del “derecho a
decidir”; obvien el papel que la burguesía está representando en esta
tragicomedia; que el discurso de clase quede relegado a reclamar mejores
servicios sociales, y que aseguren –¡tan enfáticamente!– que la mayoría
de la población catalana (¡nada menos que el 75%!) está de acuerdo con
que se realice un referéndum sobre el futuro de Catalunya, y que sepan
con tanta seguridad que la mayoría quiere otra Catalunya.
Para probar
tales datos, en el primer caso se refieren a unas encuestas de cuya
autoría y financiamiento nada nos informan y en el segundo ni siquiera
hace falta referirse a ellas, puesto que ya dan por sabido lo afirmado.
Recordando con Marx que el nacionalismo es un invento de la burguesía
para dividir a los trabajadores; homenajeando a Flora Tristán, la
creadora de los sindicatos y autora del lema universal “Proletarios del
mundo, uníos”; y releyendo a Rosa Luxemburgo sus textos sobre las
nacionalidades, exijo con rabia encontrar en los numerosos artículos y
análisis escritos por los intelectuales de izquierda un discurso de
clase sin tapujos, camelos ni eufemismos.
Desde hace cuatro años, que se sucedieron a los caóticos de gobierno
del Tripartito, el Gobierno de la Generalitat ha lanzado una campaña
arrasadora para convencer a los habitantes de Catalunya de que todos los
males que sufren se deben al Gobierno centralista de Madrid.
El mantra
repetido de “Madrid [o España] nos roba”, se ha introducido en las
mentes de la mayoría de los que allí viven, para hallar ¡al fin! el
enemigo a batir.
Hace treinta años Carlos París ya desarrollaba magistralmente en Crítica de la Civilización Nuclear la estrategia de los gobiernos reaccionarios de crear y recrear el enemigo. (...)
En términos locales, los gobiernos catalanes llevan 34 años moldeando
las conciencias de los ciudadanos de Catalunya en la hostilidad y el
odio a todo el que no sea catalán. Y no sólo contra los gobiernos de
España, que tanto tienen que ser criticados, sino a los demás pueblos de
lo que ellos denominan el Estado Español, que según la propaganda
continuada viven mejor que los catalanes gracias a la exacción de
impuestos que estos sufren y que causa un déficit en sus cuentas
públicas –de las privadas mejor no hablar– del que no se recuperan
nunca.
Lo más extravagante son los carteles y demandas de los radicales reivindicando una Catalunya lliure,
como si siguiese ocupada por el Ejército enemigo, figura ésta que más
de una vez me han repetido recordando nada menos que la guerra de 1714,
que tan gloriosamente reivindican en este trescientos aniversario. (...)
Resulta absolutamente infantil que Vicenç Navarro denuncie el
centralismo poniendo el ejemplo de que el viaje de Madrid a Barcelona
dura poco más de dos horas, pero más de seis horas el de Bilbao a
Barcelona, que tiene la misma distancia.
No es importante para el
escritor que los primeros recorridos del AVE fueron los de
Sevilla-Madrid, y mucho menos que las ingentes inversiones que se han
realizado para instalar los trenes de alta velocidad nunca han sido
recuperadas, y que ninguno de ellos cubre gastos, sino que constituyen
un pantano de despilfarro y corrupción.
Tampoco menciona los trayectos a
Murcia y Cartagena o Santiago o Gijón y Oviedo a Madrid, por una
orografía adversa que nuestro olvidado Lucas Mallada calificaba de la
maldición del país, porque para los patriotas catalanes no existe más
país que el que comunica Barcelona ni más pueblo fastidiado por sus
ferrocarriles que los catalanes. (...)
¿dónde, repito, se encuentra el discurso de clase? La renta per
cápita de Catalunya es del 120% de la media de la Europa de los 27,
obtiene el cuarto PIB de España, después de Navarra, el País Vasco y
Baleares, y es la tercera comunidad que paga más impuestos después de
Madrid y Baleares.
¿Dónde sale perjudicada su gente? Por supuesto, los
que pagan más siempre quieren pagar menos, por esa misma razón lo que
deben hacer los ricos es reclamar su independencia para no contribuir
con su cuota de impuestos. Quien extrae el mayor beneficio de los
catalanes son sus propios gobiernos.
Porque éstos, los sucesivos de
Convergencia y después con la anuencia y complicidad de otros partidos,
han reducido los servicios sociales, degradado hasta extremos ruines la
sanidad y convertido la escuela pública en el cortijo idiomático de los
nacionalistas, mientras los dineros públicos se filtran en los cursos de
formación (caso Pallerols), la Banca Catalana (caso Pujol), el Palau de
la Música (caso Millet), la concesión de las ITV (caso Oriol Pujol), y
otros muchos más, todos próceres del país y tribunos de la propaganda
nacionalista.
Pero la desaforada campaña por la soberanía o la independencia o el
derecho a decidir ha ocultado muy eficazmente el expolio que la
burguesía catalana ha llevado a cabo durante 34 años de los
trabajadores, de todas las clases, de los que obtiene la plusvalía. Ya
han perdido el protagonismo las reclamaciones económicas y sociales que
comenzaron hace cuatro años, cuando el Gobierno de Artur Mas soltó el
pistoletazo de salida de la política de recortes y austeridad que nos
está matando.(...)
Y la propaganda que emiten interminablemente TV3, la 33, 8TV, 3/24,
así como periódicos y revistas, para convencer a los vecinos de
Catalunya de lo desgraciados que son pagando más impuestos que los
asturianos y que los murcianos, resulta imbatible.
En el caso de
convocar efectivamente una consulta sobre el destino de la nación,
ninguna opción distinta de la independencia tendría posibilidad alguna
de enfrentarse a la propaganda oficial organizada y pagada por la
Generalitat, es decir por todos los españoles.
No quiero más que mencionar rápidamente, porque otros intervinientes
en este Foro lo han hecho con anterioridad, el disparate jurídico que
supone pretender en Catalunya un supuesto “derecho a decidir” y no
digamos el de autodeterminación que recoge la Carta de las Naciones
Unidas.
El primero no existe en ningún código, recomendación ni
resolución internacional, dada su abstracción. ¿Decidir qué? Si se trata
de la independencia hay que explicitarlo como tal, si no se hace es por
el deseo de camuflar el objetivo independentista, astucia esta que
hasta a la izquierda ha engañado.
Si hablamos de autodeterminación como
derecho de los pueblos, bueno sería que se enseñara a los ciudadanos que
está recogido como tal a los pueblos colonizados para liberarse de la
potencia colonial. Establecer paralelismo entre Catalunya y el Sáhara
–como he tenido que escuchar yo misma– o entre Catalunya y Timor, por
poner sólo dos ejemplos, es caer en el más absoluto despropósito.
Cierto es que el “problema nacional”, creado, alimentado y sostenido
por las burguesías de toda Europa, se ha convertido en una enfermedad
cuyo tratamiento hay que determinar. (...)
Y mientras tanto, hace un año los mineros asturianos y leoneses
estuvieron dos meses de huelga, y algunos de hambre en el fondo de un
pozo, y ningún sector de la producción en Catalunya se declaró en
solidaridad con ellos; y mientras tanto, los obreros de Panrico llevan
seis meses de huelga y a nadie parece importarle en Catalunya; y
mientras tanto, se desmonta la sanidad pública y la escuela es un centro
de propaganda nacionalista, y no se ven manifestaciones como las de
antaño en Catalunya (...)
En eso se ha convertido la lucha revolucionaria de los trabajadores y de
las mujeres en aquella que fue la Rosa Roja del Mediterráneo, con
palabras de Engels refiriéndose a Barcelona." (Lidia Falcón, Público, 07/05/2014)
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