"(...) De
hecho, la gran paradoja de la época actual de mundialización es la de
que la búsqueda de la homogeneidad ha ido acompañada de una añoranza de
las raíces étnicas y religiosas.
Lo que Albert Einstein consideró una
“fantasía maligna” sigue siendo una potente fuerza incluso en la Europa
unida, donde el nacionalismo regional y el nativismo xenófobo no están a
punto de desaparecer precisamente.
En
las guerras de los Balcanes del decenio de 1990, comunidades que habían
compartido algunos paisajes durante siglos y personas que se habían
criado juntas y habían ido a las mismas escuelas se combatieron
ferozmente. Por utilizar una expresión freudiana, la identidad quedó
reducida al narcisismo de diferencias menores. (...)
el nacionalismo etnocéntrico ha de distorsionar por fuerza las relaciones de un pueblo con el resto del mundo. El sionismo es un ejemplo apropiado. La ideología ilustrada de una nación que resurgió de las cenizas de la Historia ha pasado a ser una fuerza obscura en manos de una nueva minoría social y política que ha pervertido esa idea. El sionismo se ha descarriado como paradigma definitorio para una nación deseosa de encontrar un puente con el mundo árabe circundante.
el nacionalismo etnocéntrico ha de distorsionar por fuerza las relaciones de un pueblo con el resto del mundo. El sionismo es un ejemplo apropiado. La ideología ilustrada de una nación que resurgió de las cenizas de la Historia ha pasado a ser una fuerza obscura en manos de una nueva minoría social y política que ha pervertido esa idea. El sionismo se ha descarriado como paradigma definitorio para una nación deseosa de encontrar un puente con el mundo árabe circundante.
La
Unión Europea, comunidad política construida con un consenso
democrático, no fue establecida para provocar el fin del Estado-nación;
su propósito ha sido el de convertir el nacionalismo en una fuerza
benigna de cooperación transnacional.
De forma más general, las democracias han mostrado que pueden conciliar la diversidad multiétnica y multilingüe con la unidad política general. Mientras haya grupos particulares dispuestos a abandonar la política de secesión y abrazar lo que Habermas llamó “patriotismo constitucional”, se puede descentralizar la adopción de decisiones políticas. (...)
La reciente derrota electoral de los secesionistas en el Quebec debe servir de lección a los separatistas de toda Europa. Decenios de incertidumbre constitucional hicieron que hubiera legiones de empresas que abandonaran el Quebec, lo que arruinó a Montreal como centro empresarial. Al final, los quebequenses se rebelaron contra la falsa ilusión de que el Estado del que querían separarse se pondría, alegre, al servicio de sus intereses.
De forma más general, las democracias han mostrado que pueden conciliar la diversidad multiétnica y multilingüe con la unidad política general. Mientras haya grupos particulares dispuestos a abandonar la política de secesión y abrazar lo que Habermas llamó “patriotismo constitucional”, se puede descentralizar la adopción de decisiones políticas. (...)
La reciente derrota electoral de los secesionistas en el Quebec debe servir de lección a los separatistas de toda Europa. Decenios de incertidumbre constitucional hicieron que hubiera legiones de empresas que abandonaran el Quebec, lo que arruinó a Montreal como centro empresarial. Al final, los quebequenses se rebelaron contra la falsa ilusión de que el Estado del que querían separarse se pondría, alegre, al servicio de sus intereses.
Asimismo, si los nacionalistas lograran convencer a la mayoría de los escoceses para que votaran por la secesión
este otoño, la hemorragia, ya de antiguo, del talento y del capital de
Escocia podría acelerarse. Vemos un riesgo similar en el intento de
conseguir la independencia de Cataluña respecto de España.
El Estado central siempre tiene sus responsabilidades en materia de construcción nacional. (...)
Piénsese, en cambio, en la anexión por Italia del Tirol meridional, región de habla predominantemente alemana. Se adoptó esa decisión en la Conferencia de Paz de Versalles después de la primera guerra mundial sin consultar a la población, el noventa por ciento de la cual era de habla alemana.
Sin embargo, actualmente el Tirol meridional goza de una amplia autonomía constitucional, incluida una plena libertad cultural y un régimen fiscal que deja el 90 por ciento de los ingresos tributarios en la región. La pacífica coexistencia bilingüe de los habitantes de esa provincia puede ser una lección tanto para los gobiernos centrales rígidos como para los movimientos secesionistas carentes de realismo de otras partes.
Por ejemplo, una reciente encuesta de opinión no oficial mostró que el 89 por ciento de los residentes de la norteña “Republica Véneta” apoyan la independencia, pero, aunque el deseo de los venecianos de separarse del sur más pobre podría parecer familiar a otras regiones de Europa que se sienten agraviadas de tener que subvencionar a otras regiones supuestamente incompetentes, se puede llevar la política de secesión hasta extremos absurdos.
El Estado central siempre tiene sus responsabilidades en materia de construcción nacional. (...)
Piénsese, en cambio, en la anexión por Italia del Tirol meridional, región de habla predominantemente alemana. Se adoptó esa decisión en la Conferencia de Paz de Versalles después de la primera guerra mundial sin consultar a la población, el noventa por ciento de la cual era de habla alemana.
Sin embargo, actualmente el Tirol meridional goza de una amplia autonomía constitucional, incluida una plena libertad cultural y un régimen fiscal que deja el 90 por ciento de los ingresos tributarios en la región. La pacífica coexistencia bilingüe de los habitantes de esa provincia puede ser una lección tanto para los gobiernos centrales rígidos como para los movimientos secesionistas carentes de realismo de otras partes.
Por ejemplo, una reciente encuesta de opinión no oficial mostró que el 89 por ciento de los residentes de la norteña “Republica Véneta” apoyan la independencia, pero, aunque el deseo de los venecianos de separarse del sur más pobre podría parecer familiar a otras regiones de Europa que se sienten agraviadas de tener que subvencionar a otras regiones supuestamente incompetentes, se puede llevar la política de secesión hasta extremos absurdos.
Escocia
podría alcanzar esos extremos. Los residentes en las islas Shetland,
Órcadas y Occidentales están pidiendo ya el derecho a decidir si seguir
formando parte de una Escocia independiente.
Podemos imaginar fácilmente que el Gobierno de Edimburgo se opusiera a los nuevos secesionistas, del mismo modo que Westminster se opone a la independencia de Escocia actualmente.
Podemos imaginar fácilmente que el Gobierno de Edimburgo se opusiera a los nuevos secesionistas, del mismo modo que Westminster se opone a la independencia de Escocia actualmente.
Cuando
el historiador Ernest Renan soñó con una Confederación Europea que
superara el Estado-nación, no podía imaginar aún el problema planteado
por microestados y paraestados. Creía que
“el hombre no es un esclavo ni de su raza ni de su lengua ni de su
religión ni del curso de los ríos ni de la dirección seguida por las
cadenas montañosas”. Puede ser, pero aún no se ha demostrado." (Shlomo Ben-Ami, Project Syndicate, 05/05/2014)
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