18/5/14

La histórica decisión de la izquierda de hacer suyas las reivindicaciones nacionalistas

"El articulista Antonio Puigverd dice hoy en La Vanguardia que el nacionalismo catalán fue muy débil en el franquismo y en la transición y lo dice para desengañar a los niños que creen que en aquel momento, y de haber presionado, Cataluña sería un país independiente, o casi.

Creo que Puigverd tiene razón en parte y que el Estado español acabó siendo más generoso con los nacionalistas catalanes de lo que la fuerza de éstos podría hacer obligatorio o conveniente. 

El hecho decisivo para que esta debilidad objetiva se aminorara fue la histórica decisión de la izquierda de hacer suyas las reivindicaciones nacionalistas, un hecho al que Jordi Pujol contribuyó con gran inteligencia estratégica subvencionando y lubricando iniciativas que estaban muy lejanas de su corte de carácter derechista.

 La izquierda abrazó el nacionalismo y viceversa, porque no hay abrazo si dos no lo quieren. Sólo que en este último caso se trató del abrazo del oso.

La alianza entre la izquierda y el nacionalismo fue lo que en el epicentro de la transición hizo creer y declarar a José Benet, un histórico del antifranquismo catalanista, que si «Cataluña hubiera querido lo habría podido tener todo, porque tenía mucha fuerza».

 Pero parte de ella la perdió con la operación Tarradellas, que fue el primer intento exitoso de desvincular el catalanismo de la izquierda. Una operación dirigida por la derecha catalana, el gobierno Suárez y unos cuantos tecnócratas de gran calidad. Jorge Pujol se mostró siempre muy renuente al tarradellismo, por puro prurito personal.

 Él se veía ya como el caudillo y no quería competidores. Pero, paradójicamente, fue la operación Tarradellas, con el debilitamiento que supuso para una izquierda que acababa de triunfar en las urnas, lo que acabaría contribuyendo a sus más de dos décadas de caudillaje."          (Arcadi Espada, blog, El Mundo, 12/05/2014)

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