24/1/19

¿Y el futuro? Aquí hay un pastel dividido en tres trozos. Hay un tercio, quizá más, que es tozudo pero al que le cuesta mucho crecer: el independentista. Hay otro trozo que sí ha crecido mucho, que es el españolista. Y luego queda otro tercio, muy difícil de definir pero también muy importante, en el que está incluida la inmigración, que no sabe-no contesta... esto no acabará bien...

"(...)¿Pero a qué están jugando en concreto?

Es difícil decirlo. El PP jugó, muy explícitamente, y lo dijo Cospedal, a no meter al ejército. El 1 de octubre usaron la policía y la usaron mal. La policía es un instrumento muy romo y en un mundo de smartphones la actuación policial siempre es fea. Tenían otros métodos. La ridiculización, por ejemplo.

¿Qué alternativas tenemos en Cataluña?

Es un juego con pocos jugadores, pero siempre se puede añadir un nuevo jugador a la apuesta y entonces ahí todo se descontrolará. Si se usa la policía, la policía revierte a los tribunales. Y entonces se inicia una dinámica que ya no está bajo control gubernamental.

Aquí en Barcelona se pasaron todo el invierno diciendo que no había separación de poderes en España. Y entonces la judicatura montó una huelga contra el Gobierno de Rajoy y a todos los efectos se cargó ese Gobierno. Que era un Gobierno débil, sí. Eso es una separación de poderes considerable. 

Ahora… ¿qué pasa a partir de ahí? Los jueces no pueden gobernar. Pero a un Gobierno aún más débil que el de Rajoy se le pueden hacer muchas cosas. A un Gobierno aún más débil que el de Puigdemont, también. Es un juego de desgaste, que es lo que dijo Ponsatí.

¿Y cómo acabará esto?

Me temo que bien, no. Porque la tradición española no es una tradición de equilibrio. En estos momentos, y cito la prensa de ayer, una de cada cuatro personas que viven en Barcelona no nació en Cataluña. Este país hace cincuenta años era católico, apostólico y romano. Y punto. Que se llegara a debatir dónde se ponía una mezquita era impensable en el 72, cuando yo hice mi tesis doctoral. 

Si lo llego a predecir por aquel entonces, habría acabado en el frenopático de Barcelona con una dosis de Thorazine suficiente para curar mi esquizofrenia. Pero la realidad es más loca de lo que dicen los locos.

Este ahora es un país muy poco católico, muy descreído, con importantes diferencias campo-ciudad, pero de una manera muy confusa, y muy visibles en Cataluña, donde la montaña del siglo XIX se enfrenta a Tabarnia. 

Pero con un pero: esas zonas rurales han quedado fuertemente suburbanizadas por la emigración de principios del siglo XXI. Si yo voy a Vic, lo que veo por la calle son mujeres marroquíes. ¡Vic! ¡La capital del obispo Torras! A quien se atribuye -falsamente- la frase de “Cataluña será católica o no será”.  (...)

¿Y en el futuro?

Aquí hay un pastel dividido en tres trozos. 

Hay un tercio, quizá más, que es tozudo pero al que le cuesta mucho crecer: el independentista. 

Hay otro trozo que sí ha crecido mucho, que es el españolista. 

Y luego queda otro tercio, muy difícil de definir pero también muy importante, en el que está incluida la inmigración, que no sabe-no contesta. Es gente que está haciendo su vida, está trabajando, está en su barrio y no le importa."                 

(Entrevista a Enric Ucelay-Da Cal, Cristian Campos, El Español, 22/07/18)

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