"(...) -¿Cuándo se jodió lo nuestro?
La realidad no ha sido como nos la han contado. Hay un 10 o un 15%
que siempre ha pensado en términos de independentismo, pero la crisis
económica ha influido en muchas vocaciones o conversiones repentinas al
independentismo. Sin la crisis, yo creo que el porcentaje se habría
mantenido en el 15 o 20%.(...)
-Muchos de sus entrevistados aluden a la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatut como detonante del sentimiento independentista. Sin la crisis, ¿nunca hubiera estallado?
Con el libro, por primera vez se publica una carta que en su día le
escribió Pasqual Maragall a José Luis Rodríguez Zapatero. Produce
desasosiego porque avanza lo que ha pasado. Maragall le dice en esa
carta a su partido: “creeis que soy un independentista emboscado, pero
en realidad soy el último federalista sincero. Después de mí vendrá el
independentismo”.
También recordamos la frase de Zapatero en Barcelona:
"Apoyaré la reforma del Estatuto que apruebe el Parlamento catalán".
Pero sin la crisis, el sentimiento no hubiera explotado con esta
intensidad. (...)
No es la crisis la que calma ese sentimiento, sino la que lo aviva.
La crisis ha creado un nuevo fenómeno que en Madrid no desconocen
pero tal vez no valoran lo suficiente: conversiones al independentismo
de hijos de extremeños o andaluces que vinieron aquí en los años 60.
A
veces es sorprendente, pero muchos creen que personas que viven en otros
sitios tienen más ventajas. A ese argumento le dan la vuelta los que
están en contra del independentismo y piden primero solucionar la crisis
y luego todo lo demás.
-Cuando se habla de Madrid, ¿de quién se habla exactamente?
Ese Madrid son unas cuantas familias que detentan el poder desde hace
muchísimo tiempo y que por supuesto no lo quieren ceder. Pero debemos
dejar de hablar así de Madrid, porque los madrileños tienen problemas
muy parecidos a los de los catalanes y los andaluces.
-Sin embargo, el clima instalado en muchos sectores de fuera
de Cataluña a veces se aproxima al de esa élite del Estado que usted
define. ¿Cuánto hay de desconocimiento y cuánto de manipulación?
En estos momentos, hay sobre todo una manipulación política. Nadie te
habla claro de datos. Un ejemplo claro son las balanzas fiscales. No
creo en el desconocimiento sino en una manipulación clara de unos y
otros que nos deja a la mayoría en medio. Y esos unos y otros saben muy
bien lo que hacen sin dar datos de ningún tipo.
-Salvador Cardús, uno de los ideólogos de Artur Mas y miembro
del Consejo Asesor para la Transición Nacional habla de la textura de
las emociones. "Cuando alguien te dice 'es que me sale de dentro', ojo,
porque eso es muy peligroso. Las palabras 'sincero', 'auténtico' o
'creativo' me parecen una trampa", dice.
El independentismo es una emoción, y las emociones son necesarias
pero peligrosas. En este momento en el que nadie cree en nada, es
sorprendente la cantidad de gente que compra el mensaje de la
independencia. Pero lo más peligroso es que nadie sabe nada de lo que
puede pasar el día después de la independencia. Es más, a mucha gente
parece no preocuparle.
-Para muchos jóvenes, la independencia ha llegado a ser sinónimo de libertad, dice el periodista y director adjunto de El País Lluis Bassets.
(...) La independencia es un sentimiento. Y los sentimientos no analizan las
cosas en profundidad, algo que explotan los manipuladores que usan todo
el tiempo términos como "nosotros", los buenos, y "ellos", los malos. Lo
sé por mi experiencia en publicidad. Si ahondas en esos mensajes, en
realidad no hay nada. Y no es verdad que en Cataluña no haya libertad,
lo que hay es gente que vende milagros y mucha otra que necesita creer
en ellos.
-La independencia es el milagro en el que hay que tener fe.
Es la tierra prometida que hace feliz a la gente. Nadie te pide
garantías y así tú puedes seguir prometiendo como si fueras Moisés. Todo
sin que haya necesidad de saber si es verdad o no. Se necesita que sea
verdad.
-¿Es Artur Mas un converso?
No. Tampoco independentista. Artur Mas es alguien cabreado, que cree
que lo han engañado. Como creo que es honesto, cree que su cabreo es
justo y se comporta como un independentista. Preguntarse si es
independentista da igual porque se comporta como tal. Él recibió dos
veces un portazo y no lo ha perdonado.
-¿Tiene arreglo lo que está jodido?
Nada volverá a ser como antes, pero no sé lo que va a cambiar. Si se
solucionan algunos problemas económicos o fiscales, todo puede bajar de
intensidad. Habrá quien diga que algo tiene que cambiar para que todo
siga como antes, pero yo creo que en este caso no es así. El Estado de
las autonomías está superado y habrá que hacer concesiones, pero yo no
creo en la independencia y creo que no se hará la consulta.(...)" ( Daniel Basteiro , Huff Post, 04/05/2014)
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