14/4/14

La izquierda catalana que no ha claudicado no puede abonar vías que conducen a la separación de los pueblos

"Preguntado por Luis Roca Jusmet sobre la posibilidad o necesidad de un proceso constituyente, paralelo con la exigencia de una consulta en Cataluña, y sobre si tal proceso era posible dentro del actual marco constitucional, Gerardo Pisarello respondía en los siguientes términos: “Si hay voluntad política, la consulta es jurídicamente viable, sin necesidad de reformar previamente la Constitución”. 

El Gobierno, añadía, “ha optado por una oposición cerril, que no hará desaparecer este reclamo”. En su opinión, “una salida limpia a la cuestión territorial solo puede pasar por el reconocimiento previo del derecho a decidir, que no es sino una lectura actualizada del derecho a la autodeterminación de los pueblos. 

En la oposición antifranquista, añade Pisarello, “esto estaba muy claro, y se sabía que se aludía, ante todo, al caso de Cataluña, el País Vasco y Galicia.” [1] 

Unas observaciones sobre esta última consideración. 

1. El “derecho a decidir” no es exactamente o no es sin más una lectura actualizada del derecho a la autodeterminación de los pueblos.

2. La formulación –“dret a decidir”- ha surgido de los laboratorios de ideas, formulaciones y nociones próximos al movimiento independentista catalán y a sus ciertamente poderosos tentáculos institucionales. Hay documentación –declaraciones, artículos, notas- sobre ello que transita por la red. 

2.1. Como es sabido, nunca había estado presente en las diversas tradiciones nacionalistas catalanas, independentistas o no. 

3. Se ha evitado la formulación clásica, así lo han indicado, porque parecía o sonaba “demasiado radical” y porque ninguno de los casos contemplados en la jurisprudencia reconocida coincidía o era similar con la actual situación en Catalunya, que no es una colonia “española”, no está –sin más matices- bajo la bota de una dictadura que no permite ningún juego propia y su cultura (nada homogénea por cierto como casi todas las culturas, como la española por supuesto) no sufre persecución ni una fuerte opresión nacional. De lo que no se deduce, por supuesto, que la situación actual no pueda modificarse y mejorarse si fuera el caso. 

4. Probablemente también, no es una conjetura alegre e indocumentada, así se ha insinuado también, la formulación pretende distanciar al movimiento independentista, nacionalista o soberanista de las aportaciones, no discutidas, no puestas en cuestión hasta el momento, de la tradición marxista-comunista catalana para resolver solidariamente la denominada “cuestión nacional” (y no sólo, por supuesto, en el ámbito de la teoría política). 

5. El grueso de la izquierda catalana defendió, tradicionalmente, durante la larga y heroica lucha antifranquista, la vía estatutaria como procedimiento para alcanzar el derecho de autodeterminación (así figuraba por ejemplo en uno de los puntos del programa movilizador de la Assemblea de Catalunya, tan atacada por cierto por el ex presidente de Banca Catalana y de la Generalitat catalana, el “molt honorable” Jordi Pujol, su hijo Oriol no tanto), izquierda catalana no nacionalista que defendió de forma abierta y desde siempre, con riesgos innegables, la lengua catalana.(...)

 8. La izquierda marxista catalana de pulsión transformadora, en su conjunto y en general (existieron tendencias que sí lo hicieron), nunca ha abonado ninguna vía independentista y de ruptura con los otros pueblos. Nunca pretendió destruir ningún demos, nunca pretendió construir un Estado separado, alejado del resto de pueblos de Sefarad. 

 Eran, éramos pueblos, comunidades y ciudadanos hermanos. La lucha era común; las finalidades últimas eran más que similares. No nos importaba que la central nuclear estuviera en Ascó, Badajoz o en Soria para oponernos a la industria nuclear y sus peligros. 

9. Durante treinta y tantos años, a partir de 1980 por fecharlo de algún modo, el nacionalismo conservador catalán (aunque no sólo) ha sido hegemónico política y culturalmente en Cataluña y ha hecho todo lo posible por ahondar diferencias (mínimas en numerosos casos) y ocultar semejanzas. Madrid conjugaba con Pekín o con Tallín. 

La izquierda catalana, acaso por respeto, tal vez por alejarse de cualquier innoble acusación de españolismo rancio, apenas ha apuntado batallas político-culturales en su ámbito. El silencio ha sido pan nuestro de muchos días. Ejemplo historiográfico: presentar, señalar, difundir una historia del PSUC muy alejada, por su exquisitez y renovación, de la dogmática y pobre culturalmente historia del PCE. 

10. El intento conservador nacionalista de arrasar con todo o casi todo pasa incluso por hacerse suya la figura y el legado de Paco Candel. También por reinterpretar, en clave independentista, las posiciones políticas de Salvador Espriu (la reciente exposición sobre su obra muestra esta cara de forma nítida). Con otros –Manuel Sacristán, Gregorio López Raimundo, Paco Fernández Buey- no han podido.

 En ocasiones, estos últimos, que estuvieron en prisión por defender también los derechos nacionales de Catalunya, han sido insultados por intelectuales próximos al poder convergente (con las rentabilidades que eso suele comportar). Agustí Colomines es un ejemplo reciente de ello. (...)

15. La izquierda catalana que no ha claudicado en puntos esenciales no puede o no debería abonar vías que conducen a la separación de los pueblos, a la división de las clases trabajadoras y a la hegemonía del neoliberalismo conservador. Es su abc, sus nociones comunes, su primer axioma, el más penetrante de la geometría de Euclides.(...)

 17. ¿Qué hacer entonces? Abonar el sendero solidario y fraternal de siempre. La izquierda catalana no debe poner el acento en el ejercicio del dret a decidir, clara y elemental excusa, como resulta evidente para quien quiera enfrentarse de frente a una realidad que se está construyendo paso a paso, para la vindicación y construcción de la independencia (de esto estamos hablando y no de otra cosa), una “independencia” no independiente que cuelga del BCE., de la UE y de los grandes poderes, porque actualmente ya no es una forma de resolver conflictos políticos entre pueblos que quieren aproximarse sino una vía para la separación y (más que supuesta) independencia.

 La izquierda debería hacer lo que ha hecho siempre: agitar, abonar y vindicar la unión entre los pueblos, luchar contra las opresiones y abonar el derecho de autodeterminación, en condiciones de libertad real de expresión y sin manipulaciones ideológica e históricas, como vía para la unión hermanada, no con la intencionalidad de construir un muro de separación que, después, con el tiempo, se añade para convencer a algunos sectores, ya se derrumbará. Uniendo, buscando puentes de aproximación, remarcando proximidades; no agitando desuniones: este es el lema de la izquierda catalana no nacionalista. Por supuesto, sin abonar ninguna opresión, ningún uniformismo. (...)

19. La consulta o referéndum anunciado con doble pregunta, más allá de la trampa o falacia que puede representar su misma estructura, plantea problemas de difícil solución. No hablo ya de cómo se van a computar y leer las votaciones, de los porcentajes exigibles (según la líder de ANC, Carme Forcadell, con un voto SÍ-Sí que sea el mayoritario ya es suficiente), hablo ya de la imposibilidad de votar en la segunda pregunta a los partidarios del NO a la primera. ¿Y por qué esa votación única para los ciudadanos que tomen esa opción frente a la doble votación de los restantes? (...)

La pregunta de fondo: ¿la izquierda catalana que no ha claudicado, que abona creativamente sus valores y posiciones de siempre, la marxista, la libertaria, la socialdemócrata sin renuncias esenciales, los restantes colectivos y tendencias, no tienen que querer vivir en la misma comunidad a la que pertenecen Diego Cañamero, Manuel Cañada, las mareas verdes madrileñas, los vecinos sevillanos de la Corrala Utopía, los ciudadanos de Gamonal o los del barrio de Orriols (Valencia) que plantan cara a la ultraderecha)?

 ¿No se trataba de eso? ¿Ya no se trata de eso? ¿No se trata de reivindicar una República democrática y social de Sefarad que nos hermane a todos y a todas, sin opresiones ni uniformismos, en un ámbito común de libertad, equidad, justicia y respeto mutuo? 

No era això, companys, no era això pel que varen morir tantes flors, pel que vàrem plorar tants anhels?"                (Salvador López Arnal, Rebelión, 14/03/2014)

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