"(...) La población catalana comparte con la española una gran desafección
política, pero ello no impide que, parte muy importante de ella, se
sienta y muestre muy ilusionada con la aspiración de un estado
independiente.
A partir de un discurso vacío de contenido social, cree
que mediante la política puede conseguir ese objetivo casi “mágico”.
Y
no parece tener intención de pasar factura a quienes, avanzando en el
llamado proceso de transición nacional y obsesionados por ir conformando
las estructuras de estado, también avanzan en esos otros procesos de
transición que van minando, por ejemplo, la educación y la sanidad
públicas catalanas. Una vez conseguido el nuevo estado, ya hablaremos
del resto, sostienen.
¿Queremos que Cataluña se separe de España y se convierta en un nuevo estado? Pues está claro que una parte de los catalanes quiere emprender ese rumbo. Pero eso, ¿eso se puede decidir democráticamente con prisas y de cualquier manera? Pues no.
Y esto es lo que realmente me
preocupa de este proceso, ese punto que ya lo muestra claramente
inmodélico: la ausencia de un debate público de calidad en relación a
esa cuestión que algunos quieren decidir con tanta urgencia.
En una democracia tenemos que poder encontrar dos dimensiones:
participación y debate público. La democracia nos interpela a todos,
tiene que hacerse pensando y con la participación de todos. Y tenemos
que poder debatir públicamente sobre los temas importantes y a los que
damos relevancia colectiva.
Y todo ello en condiciones mínimas de
igualdad. Me preocupa que aquellos que imponen premuras sobre la
consulta no nos den ninguna pista sobre cómo se tiene que organizar el
debate público previo a la decisión colectiva. Porque habrá que hacerlo,
¿no? (...)
Soy de las que comparte la idea de que los medios de comunicación
públicos no están siendo aquí instrumento de democracia de calidad. No
están atendiendo suficientemente las necesidades democráticas, ni
haciendo efectivos satisfactoriamente los principios y valores que
deberían respetarse en una controversia de tanta complejidad.
Y ese debate democráticamente imprescindible debería empezar en Cataluña, pues somos nosotros los que estamos llamados a decidir, según los partidarios de la consulta. Y no es que niegue al Parlament el carácter de ágora legítima, no, pero, nos guste o no, hoy en día los medios son los intermediarios de lujo en el proceso político, los que conforman principalmente nuestro espacio público de deliberación.
Por
ello considero que es urgente que el tema de la independencia se empiece
a singularizar y que, cuando se hable de ella, se vele escrupulosamente
por hacer efectivos los principios de información veraz y neutral, y
de pluralismo político y social.
Como mínimo, los medios públicos
debieran ser el lugar donde los distintos posicionamientos se
visualicen y, desde el respeto y el reconocimiento mutuo, se puedan
encontrar y conversar públicamente.
Ejemplo de lo contrario son esas
tertulias en medios públicos, conformadas con vaya usted a saber qué
criterios de pluralismo, y en las que mañana, tarde y noche se empieza
hablando de cualquier tema de actualidad y, no se sabe cómo, se acaba
siempre hablando de la cuestión de la independencia.
Para decidir necesitamos antes debates serios, rigurosos y, sobre todo, responsables." (Ana Sanz, Público, 09/04/2014)
Para decidir necesitamos antes debates serios, rigurosos y, sobre todo, responsables." (Ana Sanz, Público, 09/04/2014)
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