"Hace unos días la policía norirlandesa desactivó una bomba lapa junto a
una comisaría. Horas antes, una patrulla de la policía fue atacada con
un artefacto explosivo. En noviembre un oficial norirlandés descubrió
otra bomba lapa debajo de su coche cuando se disponía a llevar a su hija
al colegio. (...)
En primer lugar, la continuidad del terrorismo en Irlanda del Norte
cuestiona una de las premisas del británico con la que ya justificó la
legitimación de ETA que la declaración de Aiete supuso: no es el
terrorismo de ETA la «última confrontación armada de Europa», como
engañosamente subraya Powell.
En segundo lugar, la pervivencia del
terrorismo de los grupos escindidos del IRA evidencia que el proceso que
Powell presenta como modélico no lo es en absoluto. Ello no le inhibe a
la hora de vender sin base alguna sus fórmulas para el País Vasco como
una garantía para evitar escisiones en ETA.
Precisamente la metodología
propugnada por Powell en Irlanda del Norte es la responsable de que el
desarme del IRA fuera enormemente limitado e incapaz de generar la
confianza entre las víctimas que perseguía una verdadera entrega de
armas.
En cambio, la escenificación de un falso desarme se convirtió en
una oportunidad propagandística que el brazo político del IRA, el Sinn
Fein, rentabilizó. El propio Martin McGuinness llegó a reconocer la
falta de transparencia que impidió que los gestos del IRA fueran
convincentes. (...)
En esa línea el IRA recurrió a la complicidad de un religioso
protestante y otro católico para concluir sus cuatro actos a través de
los cuales dijo haber puesto armas fuera de uso. Con esa hábil
escenificación el IRA logró distorsionar su imagen real: la de un grupo
terrorista que se negó a desarmarse realmente y a esclarecer asesinatos
cometidos con armas que jamás fueron sometidas a análisis forenses.
Este
es un escenario atractivo para ETA, pues la pomposamente denominada
Comisión Internacional Independiente para el Decomiso dejó claro que
deseaba ahorrarle al IRA una imagen de «derrota» o «culpa». (...)
La farsa del desarme adquirió credibilidad en no pocos círculos
internacionales gracias al aval de los gobiernos británico e irlandés.
En esa espiral de concesiones que tanto legitimó a los representantes
políticos del IRA fortaleciéndoles electoralmente, el grupo terrorista
obtuvo además la promesa de que los activistas con causas pendientes en
busca y captura podrían regresar a sus hogares con total impunidad. (...)
Esa es la lógica que Powell desea aplicar en España y para la que cuenta
con el apoyo del Gobierno vasco, interesado en evitar una derrota de la
ideología nacionalista sobre la que descansa el terrorismo etarra. (...)
Ese modelo no ha logrado que la violencia en Irlanda del Norte
desaparezca, pero sí algo que ya se vislumbra en Euskadi: una
considerable impunidad política, moral e histórica de quienes justifican
el terrorismo." (EL CORREO 10/04/14, ROGELIO ALONSO, en Fundación para la Libertad)
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