"(...) “el referendum es ilegal”. Sinceramente, no veo a qué soliviantarse. El
Derecho no debe tener la primera palabra para dirimir conflictos pero
siempre tendrá la última; esto será más digerible si comprendemos su
dualidad intrínseca.
Por una parte, hacer honor a la soberanía popular
implica reconocer que el derecho nunca hubiera llegado a existir sin un
proceso constituyente refrendado mayoritariamente. Pero, por otra parte,
el texto que votamos no queda al arbitrio de los ciudadanos.
Nuestra
constitución es parangonable al resto de constituciones liberales porque
el derecho tiene su lógica o “forma” propia; la que acaba dibujando un
concepto de Estado democrático de derecho que no es absolutamente
disponible.
El derecho democrático implica reciprocidad y acumula una
tradición de pensamiento que integra conceptos como “tolerancia,”
“separación de poderes”, “dignidad”, “constitución” o las sucesivas
“generaciones de derechos fundamentales” que se imbrican de forma
inseparable.
No hay derechos civiles sin derechos políticos; y éstos no
son creíbles sin la igualdad material que deben garantizar los derechos
sociales. Invocar al derecho no es arrojarle a nadie un ladrillo. (...)" (Mikel Arteta, Crónica Global, Jueves, 3 de abril de 2014)
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