"(...) A partir de la Diada de 2012, sin esperar a las elecciones, el
Gobierno de Mas puso en marcha el proceso independentista, asumiendo un
poder constituyente, como si la Constitución no existiera salvo para
colarse por el agujero del 150.2.
Todos los medios a disposición del
Gobierno catalán, con TV-3 en primer plano, se movilizaron para impedir
la expresión de cualquier alternativa. Pluralismo cero, de modo directo o
por asociaciones subvencionadas. Y last but not least,redactó para “la consulta” dos preguntas encadenadas, incompatibles con la exigible claridad del voto.
Estamos así ante una forma de generación del consenso escasamente
democrática, aunque clamen todos los días por “el derecho a decir” como
forma suprema del poder de la ciudadanía frente a quienes lo niegan.
Elecciones parlamentarias y plebiscitos resultan devaluados si su
gestación tiene lugar en un ambiente político y social de uniformidad de
las opiniones, en torno al eje de pureza (“España contra Cataluña”),
con una sobrecarga de historia sacralizada (1714), de exclusión de los
disidentes, tanto políticos como intelectuales, sin un espacio público
de debate abierto, y estableciendo de antemano una frontera simbólica
frente a España, a partir de septiembre de 2012.
No estamos ante un totalitarismo, pero sí ante una homogeneización
forzada del discurso político, unidireccional, y a eso se le llama
totalismo, no democracia. Algo ya patentado desde lugares diversos, y
con triste éxito, a partir de los años 30.
El recurso reiterado al
insulto contra quien discrepa —inquisidor, Janos Kadar, estrangulador de
naciones— es la mejor prueba del irracionalismo que preside la escena,
impulsado desde el vértice (Mas, Homs, Jonqueras). (...)" (
Antonio Elorza
, El País, Madrid
14 MAR 2014 )
No hay comentarios:
Publicar un comentario