"(...) Con la lengua materna hemos topado. El Gran Término Tabú de la
sociedad catalana. La lengua materna es un favorecedor del aprendizaje,
sobre todo en la primera enseñanza, y en eso coinciden numerosos
trabajos. Además, tanto la UNESCO como UNICEF recomiendan que esa sea la
lengua utilizada para la lectoescritura e intentan velar por la
protección de ese derecho de los infantes.
De hecho, esa fue una de las
grandes reivindicaciones del nacionalismo catalán durante la Transición,
a saber, la necesidad de escolarizar a los niños en su lengua materna
con argumentos de eficacia pedagógica y de necesidad psicológica, tal
como se pone de manifiesto en un opúsculo editado por "Rosa Sensat" en
1972.
Y, por poner otro ejemplo, en el cartel del PSUC para pedir el sí
por el Estatuto de Autonomía de Cataluña de 1976 se puede leer: "Que tus
hijos aprenden en su lengua materna, tú lo decides".
Sin embargo, en la actualidad, "lengua materna" ha desaparecido del
discurso oral y escrito en Cataluña. No interesa que se hable de ello
porque implica reconocer que se le está negando un derecho a más de la
mitad de la población.
Ya no hay debate sobre el tema, ninguna
publicación al respecto y, por poner un ejemplo concreto, en la Encuesta de usos lingüísticos de la población de 2008 en lugar de preguntar por la "lengua materna", como sería lógico y habitual, ya que es como se denomina internacionalmente, se habla de "lengua inicial",
que en el resto del mundo se entiende como el primer curso de una
lengua extranjera y no como sinónimo de lengua materna.
Tampoco aparece
en los formularios para preguntar a los padres sobre la lengua de sus
hijos. Aquí el concepto se sustituye por "lengua habitual", aunque a
nadie se le escapa que la "lengua materna" y la "lengua habitual" no
tienen por qué coincidir.
Rápidamente, los tertulianos de turno sacan a relucir que los alumnos
catalanes obtienen mejores resultados en lengua española -antes de que
nadie me llame "facha", aclarar que la RAE considera que es más adecuado "español" que "castellano"-
que los alumnos del resto de España. Si esto fuera cierto,
investigadores de todo el mundo vendrían a estudiar tan extraño suceso.
¿Cómo se pueden lograr mejores resultados con 2 o 3 horas a la semana
frente a más de 20? Obviamente, porque esto no es así. Las pruebas PISA y
las de Evaluación General de Diagnóstico se han hecho aquí siempre en
catalán y, por lo tanto, no hay ninguna prueba homologable con el resto
del país.
Además, incluso en el caso que se llegaran a hacer en español,
como ya sucede con la Evaluación Diagnóstica de la Generalidad,
estas pruebas evalúan, sobre todo, la comprensión lectora, generalmente
mediante preguntas tipos test (cuatro opciones y no se descuenta por
error) y los textos pueden ser de todo tipo: carteles publicitarios,
instrucciones, mapas…
Prácticamente no se evalúa la expresión escrita y
aún menos la ortografía (4 puntos sobre 53 en el caso catalán) así como
tampoco la expresión oral con lo cual, a partir de eso, es muy difícil
analizar el conocimiento y el dominio real de una lengua. Para hacernos
una idea, no sería ni la cuarta parte de la evaluación a la que se
somete cualquier persona en los exámenes oficiales en una lengua
extranjera.
En cuanto a los exámenes de acceso a la Universidad tampoco
son homologables en grado de dificultad como demuestra Roberto Augusto.
Es evidente que con una sola asignatura de gramática descriptiva de
español es muy difícil llegar a tener un dominio del registro culto de
esta lengua.
Y no puede faltar el argumento estrella: el modelo catalán es un
modelo de éxito. ¡Toma ya! Modelo de éxito. Y lo repiten una y mil veces
sin que les tiemble la voz ni se les escape la risa.
Pese a los malos
resultados en PISA y a ser la comunidad autónoma que encabeza el fracaso
y el abandono escolar, resulta que el modelo catalán es un modelo de
éxito. No quiero ni pensar cómo serían las cosas si no lo fueran. Y esto
nos lleva a otras de las grandes falacias: este modelo de éxito es el
que proporciona y garantiza la cohesión social.
Para empezar, no hay ningún estudio que demuestre que la cohesión
social de los países en los que no se aplica la inmersión lingüística
sea menor que en Cataluña. Pero es que, además, cuando se habla de
"cohesión social" en el ámbito educativo a nivel internacional se suele
hablar de factores como la calidad de la educación, la equidad dentro
del sistema y la equidad de los resultados académicos.
Nunca se habla de
un sistema como la inmersión lingüística como se entiende en Cataluña,
entre otras cosas porque solo se aplica algo parecido en Flandes
mientras que en el resto de países se suele optar por la doble red o por
sistemas plurilingües.
Veamos, pues, si se cumplen estos factores en Cataluña. En primer lugar,
ya se ha comentado que tenemos unos resultados mediocres en los
informes PISA, como ocurre en gran parte del resto de España, así que no
se cumple con el requisito de la calidad de enseñanza.
Pero es que,
además, Cataluña está por encima de la media de fracaso y el abandono
escolar: el 24,4% no acaba sus estudios; el 22% de los alumnos no llegan a graduarse y el 26% no sigue sus estudios una vez finalizada la ESO. Dentro de Europa, tan solo Malta supera estos pésimos resultados.
Por si todo esto fuera poco, sobre la base de los datos
proporcionados por el informe PISA 2006, la Fundació Jaume Bofill
realizó un estudio titulado Equitat, excel·lència i eficiencia educativa a Catalunya. Una anàlisi comparada,
que arroja un terrible resultado: los alumnos que hablan español
obtienen una media de 40 puntos por debajo de los que hablan catalán.
Esto responde a diversas causas, en primer lugar al diferente nivel
socioeconómico cultural. Pero, y esto es lo significativo, incluso
cuando se distraen los datos socioeconómicos, los resultados de los
castellanoparlantes son más bajos.
Hay que tener en cuenta que estos
reciben la enseñanza en una lengua que no es su lengua materna mientras
que los catalanohablantes, sí y, como ya se ha señalado, la lengua
materna es un facilitador del aprendizaje.
A partir de estos datos, resulta evidente que la mal llamada
inmersión lingüística no favorece la cohesión social porque no ofrece un
sistema de calidad ni una equidad de los resultados. Y, por supuesto,
resulta desproporcionado hablar de modelo de éxito cuando se encabeza el
fracaso y el abandono escolar.
Siempre nos quedará Europa, suspirarán algunos. Porque otro de los
mantras es el apoyo de la Unión Europea a este modelo. De entrada,
sorprende que, pese a ser respaldado por la UE, en el único lugar que se
aplique algo similar sea en Flandes. Y mira que hay territorios
plurilingües en Europa. Pues nada, les da por otros modelos.(...)
En resumen, por mucho que se repita una y otra vez que el alumnado
catalán tiene un conocimiento del español superior a la media del resto
de España, que la mal llamada inmersión es un modelo de éxito, que
garantiza la cohesión social y que tiene el respaldo de Europa, ninguna
de estas afirmaciones resiste ni el más mínimo análisis. Curioso que
nadie en los medios del editorial único haya caído en esto." (Sonia Sierra, Crónica Global, Martes, 18 de febrero de 2014)
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