"Hace unos días Francesc de Carreras publicaba un artículo en El País
alertando de la “espiral de silencio” que se está produciendo en
Catalunya donde la hegemonía mediática de las tesis independentistas
hace difícil un debate sosegado y racional de las ventajas y los
inconvenientes de la secesión.
Uno de los aspectos más difíciles de abordar en este debate es el del
déficit fiscal de Catalunya con el Estado español que la Generalitat
cifra en 16.000 millones y que ha instalado el convencimiento de que con
la independencia Catalunya dispondría “de forma inmutable” de 16.000
millones anuales adicionales “contantes y sonantes”. (...)
Esta cifra, equivalente al 8,5 % del PIB catalán,
se ha consolidado en el imaginario colectivo de buena parte de los
catalanes como la quintaesencia del expolio fiscal que sufren frente al
Estado. (...)
Para contribuir a romper esa espiral del silencio, he publicado un
análisis de las razones por las cuales esos 16.000 millones no se
corresponden con un monto equivalente de recursos adicionales netos, que
es lo que la opinión pública catalana cree. Ello ha provocado numerosas
reacciones de interés dentro y fuera de Catalunya y me han valido no
pocas descalificaciones.
Pero ninguna de las críticas recibidas aportan
razones para hacerme creer lo contrario. Esa cifra resulta de un
particular método de cálculo, el llamado del flujo monetario con
neutralización del déficit público estatal según los ingresos que es uno
de los al menos seis métodos que se pueden aplicar. Y que no es
precisamente el más adecuado para dar una idea realista de los recursos
adicionales que Catalunya obtendría con la independencia, que es lo que
los ciudadanos entienden por déficit fiscal.
No he negado, como se me acusa, la existencia de un déficit fiscal de
Catalunya con el Estado. Es lógico que Catalunya aporte a la Hacienda
central más recursos que servicios recibe porque la renta per cápita
catalana es superior a la española y nuestro sistema fiscal es
progresivo.
Lo importante es el método para calcularlo, el significado
del resultado y su variación en el tiempo influenciado por el ciclo
económico. Por eso un solo año no es suficiente para conocer las
relaciones fiscales interterritoriales.
El método utilizado para llegar a esos 16.000 millones (16.409 en el
2009) solo incluye como gasto estatal que beneficia a Catalunya el que
se realiza en su territorio (método monetario), subvalorando lo que le
costaría a la Generalitat independiente suministrar los mismos bienes
públicos que hoy presta la Administración central según la actual
estructura competencial del Estado.
En efecto, no tiene sentido argumentar que los catalanes no se
benefician de la red de consulados españoles porque en Catalunya,
obviamente, no hay ninguno, o que los ordenadores de la Agencia
Tributaria sólo sirven a los madrileños porque están en Madrid. O
atribuir el gasto en Defensa y en Justicia según donde estén las
instalaciones militares y los tribunales.
Una Cataluña independiente debería financiar todos los servicios que
ahora recibe del Estado, se produzcan o no desde el territorio catalán. Y
el método utilizado no lo toma en cuenta.
Lo razonable es que las inversiones se computen allí donde se
producen, pero el gasto en los bienes públicos de carácter general se
debe repartir proporcionalmente a la población porque todos los
ciudadanos se benefician de forma común e indivisible de ellos. En
EE.UU. nadie se tomaría en serio decir que los habitantes de un Estado
federado solo se benefician de los servicios públicos de Defensa y
Seguridad según las instalaciones militares que haya en el territorio de
ese Estado.
La propia fundación de CiU reconoce que “la estimación que
puede reflejar mejor el coste que supondría el servicio de Defensa en
Cataluña, es la que se deriva del criterio del flujo del beneficio. “Si
así se hiciera, el déficit observado de 792 millones del 2009 se
convierte en un superávit a favor del Estado de 4.105 m.
Y para el 2010
el déficit observado de 5.835 se convertiría en un déficit de 774. Esta
subestimación de los costes reales es una de las dos razones
fundamentales por las cuales los 16.000 millones no estarían
disponibles.
La otra razón es que los 16.000 millones (16.409 en el 2009 y 16.543
en el 2010) resultan de añadir a los impuestos efectivamente pagados por
los catalanes en cada año, los impuestos que tendrán que satisfacer en
el futuro para pagar “su” parte del déficit público estatal (15.618 en
2009 y 10.708 en 2010).
Es lo que se llama “neutralizar” el déficit. Y
la Generalitat calcula “su” parte proporcionalmente a los ingresos que
aporta Cataluña. Hay otras formas de hacerlo, pero la Generalitat escoge
esta porque es la que le resulta más favorable.
No niego el interés de “neutralizar” el déficit público estatal
porque da una idea más estructural de la posición fiscal de Catalunya.
Pero el saldo observado y el neutralizado son conceptos de distinta
naturaleza. La Generalitat difunde sólo la cifra de los 16.409 (método
monetario neutralizado) y se presenta en el discurso político dando a
entender que ese dinero estaría disponible inmediata y automáticamente
con la independencia, confundiendo a la opinión pública.
El déficit fiscal calculado neutralizando el déficit público estatal
no es equivalente a recursos adicionales disponibles gracias a la
independencia. Porque esos impuestos que se tendrían que pagar en el
futuro, por definición, todavía no se han pagado y por ello no estarían
disponibles en el presente.
A ese respecto, la propia Fundació CatDem de CiU dice que, en caso de
independencia, la neutralización “no corresponde” ya que “lo que hace
la neutralización es imputar el déficit público del Estado como carga
impositiva futura: eso aquí no tiene sentido, lo que estamos midiendo es
la capacidad de autofinanciación de Catalunya como Estado”.
Si en el 2009 Cataluña hubiera sido independiente, la Generalitat se
hubiera quedado con los 46.195 millones de impuestos pagados al Estado y
habría gastado 45.403 millones en los servicios que el Estado prestaba
en Catalunya. Que parte de ese gasto en el pasado el Estado los haya
financiado con déficit no quita validez al argumento de que si la
Generalitat independiente quisiera suministrar los mismos servicios
públicos que antes suministraba el Estado tendría que hacerlo con sus
recursos tributarios y el resultado de la independencia habría sido
disponer solo de 792 millones “contantes y sonantes” de más en el año
2009 .Y además tendría que financiar la producción de los servicios
públicos generales que el Estado suministraba desde fuera de Cataluña.
Este es un tema muy importante que debería analizarse con más razón
que pasión, al contrario de lo que ocurre ahora. Y, aunque los alemanes
no lo hagan, llegadas las cosas donde está el Gobierno español, debiera
propiciar el conocimiento de los flujos fiscales interterritoriales
aportando toda la información posible.
Bien está que muchos catalanes
sientan una identidad propia y consideren necesario construir un Estado
para la nación catalana. Pero no se deberían utilizar argumentos falsos
para establecer comparaciones internacionales ni para calcular
erróneamente las ventajas que ello les reportaría." (Josep Borrell, República.com)
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