"Confieso que últimamente voy de la extrañeza a la perplejidad y de esta a
la incredulidad, pasando en ocasiones por la indignación. Viene esta
quejosa reflexión a cuenta de la reacción de la prensa y de algunos de
mis colegas de profesión a la presentación de una propuesta metodológica
para la elaboración de lo que suele conocerse como balanzas fiscales,
que he preparado para el Ministerio de Hacienda y Administraciones
Públicas, junto con los profesores Ramón Barberán y Ezequiel Uriel. (...)
Déjenme empezar resumiendo lo que llevo algo más de una semana
repitiendo a quien me quiera oír, al parecer sin mucho éxito.
Primero,
las balanzas fiscales no se suprimen, se amplían. Si el ministerio
acepta nuestra propuesta, se pondrá encima de la mesa de una forma
organizada toda la información desagregada por programas de ingreso y
gasto que hay detrás de una balanza fiscal, lo que permitirá a la
opinión pública hacerse una idea clara de dónde provienen esas
misteriosas cifras que algunos de nuestros amados líderes utilizan para
azuzarnos los unos contra los otros.
Esto es importante porque los
saldos fiscales regionales son el resultado neto de muchas cosas,
algunas de las cuales son preocupantes y otras no. Conviene, por tanto,
afinar el diagnóstico antes de sacar el bazooka.
Segundo, lo que ciertamente no haremos son estimaciones por el método
de flujo monetario. A nuestro entender, tal método es una chapuza que
solo sirve para hinchar artificialmente el déficit fiscal de ciertas
comunidades ricas a base de no tener en cuenta lo que vuelve a las
mismas en servicios (como la defensa) y no necesariamente en efectivo.
Si la Generalitat quiere hacerlo, adelante, el Gobierno ya ha hecho
públicos todos los datos de base necesarios para ello. (...)
El trabajo realizado hasta el momento, sin embargo, sí permite extraer
algunas conclusiones preliminares sobre la base de un cálculo de los
pesos medios de distintas partidas presupuestarias en los saldos
fiscales de todas las comunidades autónomas en el año 2005 que muestra:
1) que dos tercios de tales saldos se deben simplemente al hecho de que en los territorios con mayores niveles de renta per capita se pagan más impuestos por habitante mientras que en los más pobres sucede justamente lo contrario, y
2) que
el factor más importante dentro del tercio restante (el ligado a las
diferencias en gasto público por habitante) proviene de un sistema de
financiación autonómica que trata de forma muy desigual a las distintas
Administraciones regionales. (...)
Nuestra lectura de estos resultados se resume fácilmente: la parte de
los saldos fiscales ligada a 1) no nos preocupa en absoluto (a quien le
preocupe que los ricos paguen más impuestos que los pobres que levante
la mano), pero la que proviene de 2) sí lo hace.
De hecho, y puesto que
sabemos por las últimas liquidaciones del sistema de financiación que
las cosas no han mejorado en este terreno en años recientes, una de
nuestras conclusiones es que resulta necesario abordar una reforma de la
financiación regional que, entre otras cosas, sirva para hacerla más
igualitaria.
La reacción del Gobierno catalán a nuestra primera rueda de prensa en Girona fue casi inmediata y tomó la forma de unas declaraciones del conseller del ramo en las que, según la prensa local, manifestaba su total desacuerdo con nuestra propuesta. No es por fastidiar al conseller, a quien aprecio mucho, pero yo no diría tanto. (...)
Al menos como primera aproximación yo firmaría casi todo lo que los medios han puesto en boca de Mas-Colell (...) el hombre le acaba de quitar un cero a la estimación oficial de lo que
España nos roba y eso se perdona mal por estos pagos. ¿Que qué tonterías
digo? Saquemos la calculadora.
Con datos tomados del padrón y del informe de la propia Generalitat sobre la balanza fiscal de 2010
(Cuadros 3 y 9), el gasto total de la Administración central ascendió
en ese año a 319.692 millones de euros, el peso de Cataluña en la
población española fue del 15,98% y su participación en el gasto estatal
del 14,18% o del 15,43% según se tome la estimación de flujo monetario o
la de carga-beneficio.
Esto nos deja con un déficit total con relación
al gasto que nos tocaría por población de entre un 0,55% y un 1,80% del
gasto total del Estado, o de entre 1.757 y 5.747 millones de euros.
En la mayor de estas cifras estaría incluida la parte que nos toca
por población del gasto estatal en defensa, exteriores y servicios
centrales del Estado. Puesto que resultaría un pelín complicado sostener
que el no regalarnos tales servicios constituiría un abuso
insoportable, una persona razonable como Mas-Colell tendría que
conformarse con reclamar la menor de estas cantidades, lo que le deja
con motivos de queja por valor de un 10,62% de la estimación oficial de
lo que pagamos de más, los 16.543 millones de la estimación neutralizada
por flujo monetario que nos ha sido revelada en el último informe de la
Generalitat.
Y este es el problema de fondo. Para algunos nacionalistas catalanes
el expolio es un artículo de fe, y una verdad revelada no se cuestiona,
ni se investiga, ni se contrasta (no vaya a ser…). Por eso los
auténticos creyentes han salido en tromba a descalificar una estadística
que no han visto y que solo pretende aportar datos que puedan hacer
posible un análisis más detallado y un debate más racional sobre una
cuestión muy sensible.
No les hace falta verla. Cualquier cosa que
aporte luz les resulta incómoda. No porque ellos puedan llegar a abjurar
de la fe verdadera, sino porque les complica la tarea de
evangelización. Y eso ahora mismo podría ser un grave problema." (
Ángel de la Fuente
, El País, 11 FEB 2014)
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