"(...) El independentista Partido Nacional Escocés (PNE) lleva años
trabajando en su estrategia a favor de la independencia.
Las razones
últimas del resurgir del sentimiento independentista son, como casi
siempre, económicas: el descubrimiento del petróleo en el mar del Norte a
principios de los años setenta, que convirtió el debate sobre la
devolución de poderes y competencias en el factor clave de la vida
política escocesa, culminando con la obtención de la mayoría en el
Parlamento escocés del PNE y la convocatoria del referéndum.
Aquí el
Gobierno de David Cameron no tiene un comodín, como tenían tanto el
líder republicano John Boehner como Merkel (ambos sabían que, en última
instancia, podían contar con la oposición para evitar el desastre, como
así hicieron) y, por tanto, ante esta política de hechos consumados, el
Gobierno de Londres ha publicado varios artículos detallando las
opciones monetarias que tendría Escocia si se declarara independiente.
Escocia podría optar por negociar una unión monetaria con Reino
Unido, adoptar la libra esterlina de manera unilateral, negociar el
ingreso en el euro o adoptar su propia moneda.
Con un análisis riguroso,
concluye de manera clara que en todos los casos Escocia se encontraría
en una situación económica manifiestamente peor que con el arreglo
actual. Una unión monetaria con Reino Unido no sería una simple
continuación del status quo, aunque pudiera parecerlo. Cameron ha dejado
claro que, tras una eventual independencia, los intereses de Reino
Unido y de Escocia lógicamente no coincidirán.
Dada la desigualdad de
tamaño entre ambos y la falta de control que tendría Londres sobre las
políticas de Escocia, cualquier negociación tendría que basarse en la
imposición de límites y en la asunción de control sobre las políticas
económicas escocesas.
Tampoco está claro que a Reino Unido le interese
un acuerdo con Escocia —como muestra la reciente crisis del euro, una
unión monetaria sin integración política es fundamentalmente inestable—.
Es decir, para que la unión monetaria fuera viable (y lo mismo se
aplicaría a la integración en el euro), una Escocia independiente
tendría que renunciar a su independencia en materias económicas.
La
única opción viable para mantener la independencia sería adoptar su
propia moneda, pero para que fuera creíble, Escocia debería adoptar una
política fiscal restrictiva para generar superávits, y probablemente
reducir de manera significativa su sector financiero, que representa más
de 10 veces su PIB, un múltiplo del de países como Islandia, Irlanda o
Chipre antes de sus respectivas crisis. El coste económico de la
independencia podría ser alto. (...)" (
Ángel Ubide
, El País, 27 OCT 2013 )
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