"Antes de todo, situémonos. Por lo que respecta a Cataluña, vivimos bajo
un régimen creado por aquel señor que dejó escrito que el andaluz es un
ser destruído y poco hecho. Y este régimen tiene un objetivo
principalísimo, bien definido y absolutamente inamovible: que en
Cataluña se deje de hablar el castellano. (...)
Este nacionalismo no es exactamente "odio a lo español", como se suele
decir. Es un estado de narcisismo colectivo que hace a la gente
refractaria a cualquier consideración que no vaya en dirección al viaje a
Ítaca.
Ya podemos presentar estudios pedagógicos serios sobre la
conveniencia de la enseñanza en lengua materna o recordar la importancia
del castellano, que la gente estará convencida de que gracias a la
inmersión sus hijos se convertirán en verdaderos catalanes y así lo
tendrán todo pagado, como profetizó el filósofo Francesc Pujols.
Ya se
pueden dar evidencias de que con la secesión Cataluña estará fuera de la
Unión Europea y del euro, que los separatistas están convencidos de que
Europa sin el territorio desgajado se hunde y al final será Europa la
que hará los apaños legales que sean necesarios para que Cataluña
reingrese lo antes posible. (...)
Hay quien dice que hay independentistas que lo son, no por el tema
identitario sino por el aspecto económico. Pero eso es una percepción
del estado psicológico actual de la sociedad catalana profundamente
errónea.
¿Acaso el común de la gente cuando llega a casa después del
trabajo se pone, por propia iniciativa, a buscar en internet cifras
macroeconómicas y tras un riguroso estudio llega a la conclusión de que
será más rica con una Cataluña separada? Esto es ridículo.
Pensada con
tal de atraer a su causa a gente a la que el tema de la lengua no les
motive, la justificación económica del secesionismo es una traslación al
campo de la economía del mismo nacionalismo identitario: sin la rémora
de los patanes españoles, esto será jauja.
De la misma manera que TV3
trasladaba ese nacionalismo identitario al campo del deporte al
preguntarse en una retransmisión deportiva qué sería del deporte español
sin Cataluña. Y en general, hablando de España como si la película se
hubiera detenido en los años 40 del siglo pasado.
Todo esto tiene una base, que es de donde sale todo. Por las razones
que sean, la población de raíz catalana goza de una cierta homogeneidad
en torno a un buen nivel económico y cultural, mientras que el resto es
una sociedad heterogénea a la que pertenecen sectores que,
desgraciadamente, se encuentran por debajo o muy por debajo de la media
en esos aspectos.
Ése es el origen primigenio de este narcisismo que se
hace patente en el patrón de discusión típico con un nacionalista
catalán: "Si yo soy listo y tú eres tonto, ¿quién tiene razón de los
dos?". (...)" (José Miguel Velasco, crónica Global, Lunes, 28 de octubre de 2013)
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